FICHA TÉCNICA
Dirección: Dominik Moll
Guión: Dominik Moll, Anne-Louise Trividic; basado en la novela “El monje”, de Matthew G. Lewis
Producción: Michel Saint-Jean
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Patrick Blossier
Montaje: François Gédigier, Sylvie Lager
Diseño de producción: Antxón Gómez
Vestuario: Bina Daigeler
FICHA ARTÍSTICA
Ambrosio: Vincent Cassel
Valerio: Déborah François
Antonia: Joséphine Japy
Pervertido: Sergi López
Elvira: Catherine Mouchet
Padre Miguel: Jordi Dauder
Abadesa: Geraldine Chaplin
Hermana Agnes: Roxane Duran
Lorenzo: Frédéric Noaille
Hermano Andrés: Javivi Gil Valle
Argumento:
Abandonado tras su nacimiento a las puertas del Convento de los Capuchinos, Ambrosio es educado por los monjes Franciscanos.
Ya como adulto, Ambrosio se convierte en un predicador admirado por su fervor, pero a la vez temido por su intransigencia. Se considera libre de las tentaciones y pecados de los hombres.
Sin embargo, la llegada de un misterioso novicio removerá sus certezas y le llevará por el camino del pecado.
La historia en la que se basa es gótica y aquí mantiene esa estética oscura y tenebrosa para introducir al espectador en el pecado y su figura aparentemente incorruptible, encarnada por un Vincent Cassel realmente atormentado y que encaja muy bien con su papel y la evolución que sufre.
Si algo se le puede achacar a la película es un ritmo pausado y denso, que hasta puede llegar a ser un poco asfixiante y que puede sacar al espectador de la interesante historia que cuenta. Tampoco ayuda demasiado un montaje un tanto extraño con unas transiciones más propias de una película de menor categoría.
Lo que está claro es que esta cinta no es apta para todos los públicos, puesto que hay que acudir dispuesto a dejarse absorber por esta mezcla de religión, corrupción moral y la presencia omnipresente del mal, ese mal del que uno quiere escapar pero cada vez se ve más atrapado.
Es una propuesta interesante para alejarse de los films palomiteros, pero desde luego no dejará indiferente. A unos puede que les encante la estética que rezuma y a otros, les puede llegar a aburrir, pero no se podrá decir que Dominik Moll no ha arriesgado.
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