FICHA TÉCNICA:
Dirección: Christophe Barratier
Guión: Stéphane Keller, Christophe Barratier, Thomas Langmann
Producción: Thomas Langmann
Fotografía: Jean Poisson
Montaje: Yves Deschamps, Anne-Sophie Bion
FICHA ARTÍSTICA:
El maestro: Guillaume Canet
Simone: Laettitia Casta
Lebrac: Jean Texier
Pequeño Gibus: Clément Godefroy
Gran Gibus: Théophile Baquet
Bacaillé: Louis Dussol
La Crique: Harold Werner
Camus: Nathan Parent
Violette: Ilona Bachelier
L’Aztec: Thomas Goldberg
Argumento:
Mientras la tierra se ve sacudida por los terribles sucesos de la Segunda Guerra Mundial, otra guerra se libra en un pequeño rincón del campo francés. Los chicos de los pueblos vecinos de Longeverne y Velrans siempre se han odiado. No pelean por ningún motivo especial. Simplemente, no quieren ver a sus vecinos cerca de donde ellos viven. En una de esas batallas, Lebrac, un chico de trece años de Longeverne, conflictivo pero de gran corazón, tiene una idea brillante: arrancar todos los botones de las ropas de los prisioneros que tomen, para que vuelvan a sus casas medio desnudos, vencidos y humillados. Se ha declarado la “guerra de los botones” y el pueblo que reúna el mayor número de botones será declarado vencedor.
LA GUERRA DE LOS BOTONES es una adaptación de la novela homónima de Louis Pergaud (publicada en 1912) que fue llevada al cine con gran éxito por Yves Robert en 1961.
Christophe Barratier nos vuelve a traer una historia con los niños como protagonistas. Siguiendo muy en la línea de su éxito anterior, Los chicos del coro, La guerra de los botones nos cuenta la rivalidad entre los niños de dos pueblos cercanos, con una pequeña historia de amor preadolescente de por medio,y enmarcado todo durante la ocupación alemana en Francia durante la II Guerra Mundial.
Por desgracia, la cinta no funciona tan bien como su predecesora. El director intenta crear un paralelismo entre las dos guerras, la de los niños y la de los adultos, pero no está bien resuelto. La guerra de los niños es mucho más cruel y real que la verdadera guerra, cuyas secuelas no se ven por ninguna parte. Casi parece como si en ese pequeño pueblo del sur de Francia no hubiera habido guerra, o nadie hubiera luchado en ella.
La trama de la guerra infantil es la más lograda, y algunos de los personajes son memorables, como el pequeño Gibus; otros, sin embargo se quedan cojos, como Violette, la protagonista femenina, que en ningún momento refleja el calvario por el que se supone que está pasando su personaje.
Lo que más destaca es su preciosa fotografía y las tomas de vistas amplias de la campiña francesa. La música también juega un papel protagonista, aportando el toque épico. Aunque a veces desentona porque, como ya he dicho, las escenas no son tan épicas como la música sugiere.
En fin, para los niños puede que haya quedado un buen producto, pero el jugo que se le podría haber sacado al drama global de la guerra hace que la cinta quede descafeinada y le reste dinamismo.