El día 25 de este mes se estrena "Encontrarás dragones" (There Be Dragons), el último filme de Roland Joffé. En estos días la prensa publica entrevistas a sus actores principales: a Wes Bentley (Hacer familia) y a Olga Kurylenko (Mujer hoy). También recoge artículos de periodistas conocidas: Pilar Cambra en Expansión, Cristina López Schlichting en La Razón.
Yo tuve la fortuna de ver la película hace mes y medio. He diferido mi opinión porque no quería precipitarme: es un filme denso en contenidos, demasiado rico en sugerencias como para desbrozarlo deprisa y corriendo. Tiene, además, una temática poliédrica: amor, perdón, celos... amistad, redención personal. Y, sobre todo, suscita una experiencia muy enriquecedora: llena el corazón de esperanza y la mente de reflexiones; nos hace vivir el pasado para iluminar nuestro presente.
Por eso, he preferido esperar. Y, aún hoy, me decido a abordar un sólo aspecto de sus valores cinematográficos: su portentosa continuidad con la obra más acabada de Roland Joffé: "La Misión", nominada a 7 Óscars (entre ellos: Mejor película y Mejor director) y referencia habitual en los circuitos de cine-fórum.
Las dos películas reflejan no solo el estilo personal de Roland Joffé, sino también sus preocupaciones de fondo: ambas narran historias de personajes complementarios, unidos por una fuerte amistad, que toman caminos distintos en la vida. Esa toma de postura sucede ante una conflicto bélico inesperado, ante una situación de crisis externa que deviene en catarsis personal.
Junto a esta situación de partida, ambas cintas comparten unos mismos puntos argumentales que dan fuerza y consistencia al drama fílmico:
1. En ambas películas, el hijo de una noble familia se ve sometido a prejuicios de clase y afronta una crisis personal: tras un pasado oscuro, vive en el presente con profundos dragones interiores. Es el caso de Rodrigo de Mendoza (Robert de Niro) en "La Misión", que en un duelo, por una disputa amorosa, asesinó a su propio hermano. Es también el caso de Manolo Torres (Wes Bentley) en "Encontrarás dragones", que abandonó el seminario y huyó de sí mismo comido por el odio y la amargura.
2. En ambos filmes, ese conflicto interior -y la amistad con alguien que le aporta luz y esperanza- se ve sacudido por un conflicto exterior que introduce el odio en sus vidas: la guerra de los portugueses contra los guaraníes en "La Misión"; y la guerra de los republicanos frente a los nacionales en "Encontrarás dragones".
3. Ambas películas afrontan el tema de la redención personal: en "La Misión", Mendoza siente el remordimiento por el fratricidio cometido; en "Encontrarás dragones", Manolo vive en su ancianidad con el peso de unos hechos acontecidos durante la guerra civil española.
4. En ambas cintas, ese personaje en crisis toma el camino de la violencia. Mendoza empuña la espada y sale a pelear con los guaraníes en un combate desigual, hacia una muerte segura. Manolo empuña la pistola y no dudará en utilizarla contra seres indefensos y maniatados.
5. Y, finalmente, en ambas películas aparece un personaje -un hombre de Dios- que lucha con la palabra y el mensaje de paz en un mundo de odios desatados: el padre Gabriel en "La Misión" y S. Josemaría en "Encontrarás dragones". Uno y otro trabajan por el reino del amor; y cuando el conflicto bélico parece obligar a una espiral de muerte (o matas en un bando o matas en el otro), ambos resisten esa tentación y permanecen fieles al mandato de Cristo: la violencia sólo puede combatirse desde la paz, nunca desde la violencia.
Para mí, "Encontrarás dragones" es el testamento cinematográfico de Roland Joffé. Aunque luego dirija más filmes, esta película es, de alguna manera, su última palabra -la definitiva en cuanto a los temas- que enlaza maravillosamente con su primera: la lección de amor y de perdón que transmite en esta cinta es el mismo mensaje que escuchamos también en "La Misión". Ambas guardan un extraordinario paralelismo. Ambas están llamadas a convertirse en clásicos del Séptimo Arte.