Revista Cocina

'Enseñar a comer es enseñar a vivir'

Por Naira



La presente entrada participa en el primer carnaval de nutriciónorganizado en la blogsfera. Poco a poco somos más los blogs que nos interesamos por la educación nutricional así que la educación de los más pequeños para la adquisición de hábitos saludables no podía ser mejor temática para este primer encuentro.Aquí está mi particular visión de la temática principal de la FESNAD "aprender a comer, aprender a crecer" que nosotros decidimos utilizar como inicio de esta magnífica iniciativa.
Enseñar a comer, enseñar a vivir
Empiezo fuerte la entrada. No me voy a andar con sutilezas porque   la obesidad ha alcanzado en nuestro país ya cifras desorbitadas: uno de cada tres niños con edades comprendidas entre los 13 y los 14 años padece obesidad (informe OCDE) La obesidad en España nos sitúan ya a la cabeza con respecto a otros países europeos, con cifras de prevalencia que alcanzan el 25% Así que no es un problemilla cualquiera, es un problema de salud pública que necesita una urgente intervención.
Algunos considerarán "¡Qué barbaridad!¿cómo se les ocurre a los australianos esto de comparar comer mal con drogarse?"Pues bien, desde mi punto de vista no andan desencaminados: permitir que un niño coma de forma habitual comida basura y de forma ocasional verduras, frutas,hortalizas, pescado o legumbres es ir matándolo poco a poco. Pondré un ejemplo: Juan tiene 5 añitos pero para desesperación de sus padres no prueba la fruta ni la verdura. Sin embargo, le encantan las chuches ,el  filete empanado con patatas fritas, los cereales chocolateados  y las hamburguesas de esa conocida marca que anuncia un payaso en la TV. Para desayunar su madre le prepara un tazón de cereales chocolateados con cola-cao - porque la leche sola no le gusta-, de almuerzo un donut de chocolate porque los bocadillos no le van y la fruta tampoco, para comer un filete con patatas fritas que comió estupendamente y él solito sin tener que estar detrás de él repitiendo  que masticara y no hiciera bolas. Para la merienda una bolsa de gusanitos, que por un día no pasa ná  y ya en la cena nos ponemos serios y le damos un puré de verduras y 2 croquetas. " Es una desesperación"- dice inquieta su madre-" anoche me pasé desde las 19,30 hasta las 22,30 intentando que Juan se tomara el puré pero solo logré darle dos cucharadas y después desistí y  dejé que se comiera las croquetas y unas natillas para que comiera algo porque la manzana no quiso ni probarla"
Pues bien, la madre de Juan, que prefiere que el niño coma lo que le apetezca a que se quede sin comer, no vaya a ser que no crezca...está permitiendo que su niño adquiera unos hábitos alimentarios poco saludables y que tendrán serias consecuencias a corto y largo plazo como: enfermedades cardiovasculares, obesidad, sobrepeso o cáncer, transtornos por desnutrición, anemias, problemas de aprendizaje o de conducta o retardo del crecimiento. 


Les enseñamos a sumar, restar o multiplicar, a leer, a escribir, a ayudar a los demás cuando lo necesiten y a pedir las cosas por favor y decir gracias así que...¿ por qué no les enseñamos a cuidar su salud a través de la alimentación? Quizá Juan no sepa que las frutas y las verduras son una fuente inmejorable de vitaminas y minerales necesarios para su crecimiento pero nosotros, responsables de su salud, estamos hartos de escucharlo, así que haz que impere el saber y el conocimiento frente al deseo o impulso infantil de comer solo lo que le gusta.

La teoría está muy bien pero...¿cómo lo hacemos?

Enseñar a comer, enseñar a vivir

  1. Para empezar,  es importante recordar que aprendemos por imitación. Si no como una pieza de fruta en todo el día, odio las legumbres, las verduras mejor para los conejos y el mando a distancia  se convierte en mi mejor amigo cuando llego de trabajar...¿Cómo voy a enseñar a Juan que tiene que moverse y comer todo eso que a mi no me gusta? Haz un esfuerzo, será positivo para tu salud y la de tu hijo.
  2. Respetar los horarios. Mantener unos horarios más o menos fijos contribuirá a que logremos un hábito correcto de comer. Si un niño no tiene hambre, nos costará más sentarlo a comer y lograr que pruebe alimentos. Asimismo, no podemos pretender que genere esa sensación de hambre si no dejamos que transcurra un tiempo lógico entre las comidas. Y recordemos que, cuando lo necesita, un niño siempre sabe reclamar comida. Los horarios hasta los seis meses estarán basados en las indicaciones que nos ha dado el pediatra pero una vez alcanzado el medio año de edad, los niños ya tienen configurada una pauta de sus ritmos biológicos. El bebé ya estará preparado para dormir once o doce horas seguidas durante la noche y no precisa alimento durante ese tiempo. En los países mediterráneos como el nuestro, en el que es costumbre cenar tarde, una propuesta aceptable sería ésta: desayunar a las ocho de la mañana, comer a las doce del mediodía, merendar a las cuatro de la tarde y cenar a las ocho. El intervalo entre comidas es de cuatro horas, que es el tiempo considerado suficiente para que el niño llegue a la siguiente comida con sensación de hambre así que evita el picoteo entre horas.
  3. Moderar el consumo de carnes, especialmente las procesadas y los embutidos e incluir 5 o más raciones de fruta y verdura al día y pescados.
  4. Restringir la bollería, dulces, azúcar , snacks y comida rápida (pizza, hamburguesa...)  Estos alimentos son calorías vacías para los niños- y adultos- es decir, que nos aportan muchas calorías y pocos nutrientes. Por tanto, con un bollo solo llenas su estómago, no le estás aportando las vitaminas y minerales necesarios para su crecimiento y ¿quién quiere que su hijo no crezca sano?
  5. El desayuno: IMPRESCINDIBLE. Un desayuno completo es imprescindible para que el niño rinda en la escuela tanto física como intelectualmente. Para ello, tenemos que tener en cuenta que un desayuno completo incluye: fruta, cereales (pan integral,galletas, cereales- ojo con el azúcar-), repostería casera y lácteos (1 vaso de leche, yogur o queso) ¿Qué hacer si no tenemos tiempo? Pongamos que Juan y su mamá tienen que abandonar corriendo todos los días la casa y no hay tiempo para sentarse a la mesa a tomar todos estos alimentos. Una alternativa para que Juan no salga de casa sin desayunar es preparar un desayuno rápido que coma visto no visto como, por ejemplo: 3 gajos de mandarina y una tostada de pan de molde integral blandita untada de un quesito. Otra opción sería hacer un batido con leche, cereales y fresas. Lo importante es tener claro la idea de lácteo+ cereal+fruta
  6. Planificar los menús. No solo te ahorrarás tiempo sino también dinero, quebraderos de cabeza y aportarás mayor variedad a las comidas.Para las comidas se podría seguir la siguiente regla:
  • en los primeros platos: 2 veces legumbre (con verduras o cereales. Ejemplo: garbanzos con acelgas, lentejas con arroz...), 2 veces verdura (en forma de ensalada, cocida o en forma de puré), 1 vez pasta, 1 vez arroz y 1 vez patatas
  • En los segundos platos: 3 veces pescado, 1 vez huevo, 1 vez carne - no recurrir siempre a la carne roja- 
  • Postre: 4 o 5 días por semana se basará en fruta fresca de temporada y 1 día podrá reservarse para postres lácteos (natillas, yogur, cuajada, helado...) o postres dulces

     En el caso de las cenas incluiremos aquellos alimentos que no hayamos incluido en las comidas y que además sean fáciles de digerir para favorecer un adecuado descanso.Por ejemplo, en el caso de que el niño haya comido judías verdes con patata cocida, en la cena recurriremos a sopa de verduras; los alimentos son los mismos, pero el tipo de procesado varía de manera que recurrimos a platos más ligeros y cantidades más pequeñas. Recordemos que el desayuno tiene que representar aproximadamente el 25% de las calorías totales, la comida tiene que representar aproximadamente el 30% del valor calórico total, la merienda y el almuerzo el 10%, mientras que la cena un 25% aproximadamente.La mejor frase que podría resumir estos porcentajes sería: "desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo" ¿Y qué postre para cenar? Yo aconsejo utilizar las frutas para el día y recurrir en la cena a un postre lácteo. ¿Por qué? las frutas son ricas en azúcares y vitaminas, por lo que podríamos considerarlas un alimento energizante, pero para dormir buscamos precisamente lo contrario, buscamos un alimento que incite el sueño. Por ello aconsejaría usar las frutas para la comida, el almuerzo o el desayuno y recurrir a un postre lácteo para la cena.
¿Y para merendar y almorzar? estas tomas tienen que complementar el resto de las comidas. Por ejemplo, si Juan no ha desayunado un lácteo y en la media mañana se ha tomado una fruta la merienda es el momento ideal para compensar esa carencia. Es importante que sea una comida fácil, rápida, ligera, nutritiva y apetecible para el niño como, por ejemplo, unos dátiles, unas almendras,pasas, un quesito con membrillo, etc

Seis reglas que se deben recordar

  1. Ningún niño se muere de hambre si tiene comida a su alcance. Utilizaré una frase del doctor Eduard Estivill  y que aquí viene al caso:"en África son los niños quienes persiguen a sus madres para que les den de comer"Para comer es importantísimo que el niño tenga hambre. El picoteo juega en nuestra contra, por ello he mencionado antes que es imprescindible guardar unos horarios de comidas para fomentar el apetito del niño. En el caso de Juan, es muy probable que cuando sus padres pongan en práctica las recomendaciones que he mencionado anteriormente se niegue a comer. Es importante en este caso mantenernos firmes, armarnos de paciencia y no ceder ante la opción de darle algo que le guste más. Si el lunes tiene para comer acelgas con patata que no le gustan nada de nada y de segundo filete de pollo una buena manera para ir introduciendo las verduras en su dieta es disminuir la cantidad de verduras inicialmente e ir progresivamente aumentándola. En este caso a lo mejor el lunes con una cucharada de acelgas es suficiente, el viernes aumentamos media y así hasta cubrir una ración entera.Otra opción es buscar platos de verduras menos convencionales y más atractivos para los niños; a lo mejor una ración de pizza vegetal casera es más atractiva inicialmente que las acelgas con patata o unas crudités o un flan de verduras- hay opciones estupendas en muchos blogs de cocina- Lo que no podemos hacer es quitarle las acelgas y dejar que coma solo el pollo, esa no es una opción si queremos que tenga un estilo de vida saludable.
  2. Los niños pueden y DEBEN comer de todo. Exceptuando aquellos casos en los que se ha detectado una intolerancia o alergia, ningún estudio científico ha demostrado que los niños no puedan probar ciertos alimentos. Otra cosa son las preferencias que puedan tener por unos o por otros, al igual que los adultos.
  3. Preferir no significa excluir El hecho de que el niño prefiera el filete con patatas a las verduras no implica que estas tengan que retirarse de su dieta. Saber comer de todo es importante para tener una vida saludable
  4. No existe eso de: "de tal palo...tal astilla"  en la comida. Aunque a ninguno de los padres les gusten las verduras, eso no significa que su hijo haya recibido en herencia genética una predisposición a rechazar las judías, acelgas, espinacas o brócoli. Otra cosa distinta es que, por aversión personal, los padres no incluyen las verduras en la dieta familiar. Me remito, de nuevo, a lo que he mencionado en el primer párrafo: hay que predicar con el ejemplo
  5. Establecer una rutina y un ritual es la primera batalla ganada. Es necesario establecer un horario de comidas y que estas tengan lugar siempre en el mismo lugar, que deberá ser agradable y tranquilo- cocina, comedor...- Nada de andar persiguiendo al niño alrededor de la mesa del comedor, ni ponerle la TV para meterle los cucharones de comida cuando se despiste. Adquirir esa disciplina será ya un gran avance en nuestra meta aspirada del hábito de comer bien
  6. Las conquistas pequeñas son las más duraderas. Hay que ir despacito y con buena letra, obtendremos mejores resultados si empezamos con cantidades y objetivos pequeños

Seis cosas que debemos evitar hacer

Enseñar a comer, enseñar a vivir

  1. Tener en mente ideas preconcebidas de la cantidad de comida que queremos que ingiera el niño,ni obligarle a que se la coma a toda costa. Debemos tener en cuenta que son niños y que por tanto, son más pequeños y las necesidades son menores. A lo mejor con la mitad del plátano o con cuatro vasos de zumo de naranja tiene suficiente, no hay que forzar a que coma lo mismo que nosotros, ya lo hará en el futuro
  2. Si no ha comido cuando le tocaba, ir probando a darle a otra hora, a ver si le apetece más. Como he mencionado hay que respetar los horarios, no es cierto que cualquier momento es bueno para comer
  3. Permitirle que se hinche entre horas con bollería, patatas o chuches, justificándonos con que así, como mínimo, tendrá algo en el estómago
  4. Enmascarar los alimentos con otros sabores, tratando de adaptarlos al gusto del peque
  5. Evitar los alimentos que no le gustan y eliminarlos de su dieta
  6. Recurrir a la comida basura de manera habitual para sustituir las comidas porque no tenemos tiempo suficiente.

¿Estamos solos en esta tarea?

Enseñar a comer, enseñar a vivir
Aunque he centrado la entrada en la educación por parte de la familia, no es cierto que toda la tarea recaiga en ellos. En la escuela se tiene que fortalecer este mismo mensaje al igual que tiene que ser apoyado por la sociedad en general. Pero aquí entramos en fuente de conflicto: muchas marcas comerciales no están por la labor de apoyarnos en esta dura tarea o bien, se disfrazan de compañeros de viaje pero nos dan puñaladas traperas... En fin, acostumbrar a un peque a tomar ciertos productos azucarados no nos ayudará en absoluto, solo tira piedras sobre nuestro tejado. No voy a mencionar marcas, solo diré que los potitos, mejor naturales. Hay que acostumbrar el paladar de los más pequeños  a diferentes texturas y no dárselo todo ultratriturado; es el momento de experimentar, probar,...  Tampoco los anuncios publicitarios nos ayudarán mucho...aunque está naciendo una nueva legislación que pretende proteger la salud de los menores no nos vamos a engañar: el dinero mueve montañas. 
Por último quiero revindicar el papel del nutricionista en nuestra sociedad. Se supone que la labor de educación nutricional reside profesionalmente sobre todo en nosotros pero, aunque vamos dando pequeños pasos, todavía no se nos reconoce plenamente. Desde mi punto de vista una asignatura de cocina y nutrición en la escuela llevada a cabo por profesionales de la alimentación y nutrición sería fundamental para solucionar muchos problemas que cuestan muchos millones a la seguridad social. En la prevención reside el secreto de todo y la educación en las etapas más tempranas de la vida formaría a adultos con un estilo de vida más saludable y ,por ende, con menor predisposición a la engrosar las listas de morbilidad y mortalidad de nuestro país.


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