[5/10] La primera escena del ataque de los lobos al rebaño de cabras es ya sintomática de todo lo que Gerardo Olivares nos va a ofrecer en “Entrelobos”. Y eso porque refleja su formación como documentalista, su amor a la Naturaleza y su sensibilidad hacia todas las realidades humanas. Además, el director cordobés se mueve en un ambiente que conoce bien, con grandes cortijos terratenientes y personajes que luchan por sobrevivir… aunque la historia se desarrolle en la década de los cincuenta. Es la evocación de un niño que vivió solo doce años en Sierra Morena, con la única compañía de los lobos y otros especímenes del lugar, huyendo de unos humanos más salvajes que las mismas bestias. Una crónica extraída de la realidad para fabricar un producto placentero para un espectador de amplio espectro, amante de los animales domésticos y también de los que están por civilizar.
Las bazas de Olivares parten de la historia real y del atractivo de una fauna ibérica de una posguerra aún con enfrentamientos y odios. Tanto es así que el Marcos real –que aparece en la última secuencia del film haciendo de sí mismo– ha manifestado estar más próximo a sus “compañeros” de aventuras de supervivencia que a los que se llaman ilustrados. Pero no hay grandes reflexiones sobre la naturaleza humana ni tampoco dramas intensos en “Entrelobos”, sino que más bien se queda en un preciosismo fotográfico de bellas imágenes a contraluz o de hermosos paisajes de la Sierra, con una cuidada planificación y tomas de animales que hubiera firmado el amigo Félix, y con un tempo contemplativo que hablan del embelesamiento del director con la Naturaleza… y también de la pérdida de ritmo narrativo que padece, agudizado en los momentos que introduce algunos ralentíes. La banda sonora de Klaus Badelt apunta en la misma dirección y su música sinfónica, siendo hermosa y melódica, queda subrayada en exceso en una búsqueda de emociones agradables en esta Arcadia salvaje.
Gran esfuerzo de producción y buen trabajo en el adiestramiento de los animales, por otra parte. Y también es justo destacar el acierto de casting con un magnífico Sancho Gracia y un Carlos Bardem que saben generar ese aire castizo con su deje andaluz, pero sobre todo para descubrir al pequeño Manuel Ángel Camacho… alma mater del proyecto y modelo de frescura desgarbada y de inocencia infantil. Más discreta y breve es la presencia de Juan José Ballesta, más testimonial y promocional que interpretativa… El guión es el talón de Aquiles del proyecto, desinflado en lo dramático e irregular en lo narrativo, con demasiados cabos sin desarrollar y que hubieran dado humanidad –no animal– y empaque al trabajo… como esa niña de mirada llena de complicidad, ese hermano mayor más abandonado por la cámara que Marcos por su padre, o ese hijo perseguido por la Guardia Civil…
A pesar de desaprovechar una interesante historia que ofrecía mucho más material del utilizado, hay que valorar los logros artísticos conseguidos y reconocer la docilidad del buen salvaje (me refiero al lobito y al hurón), aunque también recomendar al director que sienta la llamada del documental y vuelva a la selva –o a la Sierra–, donde a buen seguro obtendrá grandes resultados con lobos convertidos en el mejor amigo del hombre, hurones que cazan conejos o buitres carroñeros que vuelan al acecho de cuerpos sin vida. De hecho, parece que lo hará en breve… pues ha anunciado un documental sobre Marcos Pantoja, el protagonista real de la historia, trabajo para el que le deseamos el mayor de los éxitos.
Calificación: 5/10
En las imágenes: Fotogramas de “Entrelobos” – Copyright © 2010 Wanda Visión, Arakao Films y Sophisticated Films. Distribuida en España por Wanda Visión. Todos los derechos reservados.