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[ENTREVISTA] Pablo Alborán: "Con que te hayan engañado una vez, ya te da de sí para un montón de canciones"

Publicado el 26 octubre 2014 por Marta @muyalboranista

Nadie vende tantos discos en España como él. Alborán lleva pellizcándose tres años y, por lo visto, seguirá así por un tiempo gracias a su nuevo disco. Hablamos con el ídolo sobre el amor, los celos o sacar la basura a la calle en calzoncillos.
El éxito le llegó en plena crisis. Y arrasando. Por eso, Pablo Alborán se siente un tipo afortunado. Lleva tres años sin apenas descanso, pero lejos de tomarse un respiro lanza ahora su tercer álbum de estudio Terral y, antes de salir al mercado [11 de noviembre], ya tiene un nuevo pelotazo asegurado. Miles de fans ya han hecho su reserva en las webs de música digital y Alborán, para hacerles más llevadera la espera, se vistió primero de otoño para después desnudarse en esta charla con XLSemanal.
XLSemanal. Creo que escribió su primera canción con siete años...
Pablo Alborán. Sí, ya escribía cosillas.
XL. ¿De amor?
P.A. Bueno [se ríe], sin mucho sentido. En el colegio leíamos poesía y yo me decía: «Voy a escribir una». Luego, me encerraba con la guitarra en el baño y le ponía música. Así empecé. Un día, mi madre me dijo: «Hijo, si te gusta, te apunto al conservatorio». Las clases de piano fueron definitivas. Recuerdo a una profesora polaca que..., ostras, era dura, pero muy dura.
XL. En el colegio, ¿ellas se derretían y ellos lo consideraban empalagoso?
P.A. No, qué va. No fue así. Empecé a mover maquetas y, un día, me vino un grupo de chicos, tres años mayores que yo, y me preguntaron: «Eh, ¿tú eres ese niño que canta?». Y yo, chulito: «Sí, ¿qué pasa?», pero pensando: «¿Qué coño me van a hacer estos?». Pues uno tocaba el cajón y otro cantaba y montamos un grupito. Luego, conciertos benéficos, concursos... Pero no gané nada. Un desastre.
XL. ¿Antes de eso ya se había subido a un escenario?
P.A. Sí, con nueve años, en los recitales del conservatorio. Era horrible, tocando Mozart al piano ante todos los padres. Me equivoqué y me inventé el resto de la pieza. Solo se dio cuenta mi padre.
XL. Su padre y, supongo, la polaca...
P.A. Sí, claro, la polaca [se ríe], ahí andaba. Pero lo que hablé con mi padre fue significativo. Me dijo: «Qué morro tienes. Te has inventado la mitad». Y le respondí: «Pues sí». Es que ya prefería crear a tocar a Mozart.
XL. Escribe mucho sobre desengaños. ¿Es un reflejo de su vida?
P.A. Mira, yo dije un día: «Me enamoré una vez y me dio para tres discos» [se ríe]. Así ha sido. Con que te hayan engañado una vez, ya te da de sí para desencadenar un montón de canciones.
XL. Dice que, hasta hoy, cantaba al enamoramiento y que, ahora, canta al amor de verdad. ¿Lo ha encontrado?
P.A. No, sigo buscando [se ríe]. Es más una reflexión sobre el ideal. El amor real es el que te hace ser mejor persona y te da calma, no el que despierta en ti algo que no eres.
XL. ¿Lo dice por experiencia?
P.A. A ver, yo he vivido relaciones de celoso compulsivo total. De no dejar a nadie acercarse a mi pareja. Hasta que me dije: «Joder, no soy así».
XL. Con las fans que tiene, entendería más que su pareja fuera la celosa...
P.A. Ah, no, pero yo soy muy...
XL. ¿Fiel?
P.A. Sí, leal y, ahora más con la calma que he conquistado. El amor debe llegar para sumar, no para arruinarte la vida.
XL. ¿Ha encontrado la paz interior?
P.A. Sí. Pero me lo he currado mucho.
XL. ¿Vive momentos de mucho estrés?
P.A. Ya no. Al principio, me quedaba en casa para evitar agobios. Luego, haces la compra, vas a la playa, al cine y el paparazi que te sigue ve tu vida, se aburre y te deja en paz. Es que como mucho, me puede pillar sacando la basura en calzoncillos [se ríe].
XL. Algún día de furia habrá tenido...
P.A. No, nunca he tenido un día de esos de cagarme en todo. En este trabajo, lo más duro es sufrir un problema personal. Imagínate que se te muere alguien y tienes a 14.000 personas esperando verte cantar...
XL. ¿De verdad se le murió alguien y no pudo despedirse?
P.A. Sí que se me murió..., pero cancelé el concierto. Siempre hay interferencias, perturbaciones; ahora he cambiado de mánager y de discográfica, de pronto te dicen que tu abuela ha fallecido... En fin.
XL. «Llegó un momento en que pensé que, si no vivía, no podría componer». ¿Lo suyo ha sido un sinvivir?
P.A. ¡Que esto no parezca una queja, por favor! Llevo centrado en el trabajo desde la adolescencia; con 16 años ya tenía mánager, así que imagínate. Y más desde que salió el primer disco. Pero llega un momento en que pides normalidad.
XL. ¿Siente que se pierde algo?
P.A. No. Nunca fui de esos que pillan con 15 años y los manejan a su antojo. Para nada. No soy fácil de dominar.
XL. ¿Qué tal se le da perdonar?
P.A. Bien. Y la reconciliación. Si tengo un mal rollo con alguien, me bloqueo. Necesito estar bien con los demás para estar bien conmigo mismo.
XL. Y en las relaciones, ¿es usted de los que dejan o de esos a los que dejan?
P.A. Soy de los que saben marcharse si siento que la relación está condenada. Hay gente que tiene hijos o se casa en una huida hacia delante, encadenándose más, como si los hijos o la boda solucionaran sus problemas.
XL. ¿Se pellizca a menudo?
P.A. Sí. Al final de la última gira tenía la sensación de haber vivido un sueño. Fue como despertar, asimilarlo todo y empezar el nuevo disco. Quería que fuera diferente, encontrar mi sonido, acercarme a mi esencia...
XL. ¿Seguro que está ya despierto?
P.A. Por supuesto [se ríe]. Todo se me ha ido poniendo en su sitio. Escucho Terral y no hay nada que no quiero que esté. En otros discos hay canciones que regrabaría. En este, no.
XL. ¿Será un síntoma de madurez?
P.A. Eso suena pedante y no creo que sea del todo cierto. Creo que ahora sé un poco mejor hacia dónde quiero ir.
Fuente: XL Semanal.

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