Una pasión ya añeja en mi cuerpo: los riesling. Un descubrimiento más reciente: la pastelería japonesa. Un reto constante: cómo combinar el segundo con los vinos, en general . Una botella de uno de los mejores pagos de Fritz Haag (Mosel, la bodega del año que está ahora cosechando años de trabajo bien hecho), el de Juffer Sonnenuhr en el pueblo de Brauneberg. Cepas de 80 años miran al sur sobre suelos de pizarra desmoronada. En mis notas de un descompensado 2008, Haag se lleva la palma en varios aspectos, quizás el que más en este Spätlese, aunque su Trocken básico no está nada mal. El Spätlese está pasando, ahora mismo, por una fase más modesta que cuando probé las primeras botellas. Pero en un año volverá a crecer (¡ya lo hizo! : aguanté la botella abierta una semana y cada día estaba mejor) y vivirá no pocos años de gloria...Kastera: ese precioso bizcocho japonés que sube y se hace sin levadura. Con seguridad, el que más me gusta es el que amasa la dueña de Una mica de Japó (¡atención, nota de servicio!: han cambiado de lugar). Tras ella, los del maestro Ochiai. Me gusta mucho combinar el de miel con la fresca gelatina de albaricoque que el maestro Takashi prepara sólo en verano. Pero el maestro se olvidó de mi gelatina...y no habían salido todavía las kasteras de miel. Así que me llevé a casa kasteras de té verde y una gelatina distinta y especial: mizu-wanju de grosella. Hay que servir la kastera templada, como si hubiera salido del horno hace un rato...añádele la textura delicada y el sabor amable de la gelatina fresca (que salga de la nevera, por favor) y combínalo con el Spätlese. Buenos azúcares (80 gr/L) compensados por un gran acidez que casan de maravilla con los dulzores muy contenidos de la kastera y el mizu-wanju. Piña algo madura, mango, raspadura del limón, maríaluisa y, todavía, un punto de carbónico. El dulzor del té no es empalagoso, es discreto como este Spätlese. La finura de la gelatina y la acidez contenida de la grosella (algo de nata había en la fruta) encajan muy bien con esa fuente de verde frescor que es el vino de Haag (7,5%: comprado en Vinialia por 20 y pocos euros). Pienso en cómo será un manantial en Tierra de Elfos y me viene este vino a la cabeza. Dulce y fresco equilibrio, preludio de una buena siesta de verano...quién fuera fauno...