Esas vidas surge de la muerte: el texto está basado en esta paradoja. Alfons Cervera novela la muerte de su madre, el dolor no tanto por la pérdida sino por la agonía que supone, por la tensión que crea quien ve pronto su final y adopta el silencio como forma de resistencia, la aparente apatía como oculta rebelión del que se va y no sabe adonde.
Hay reflexiones sobre la muerte pero se plantean como una dialéctica de la vida, el último paso de la vida que se alarga innecesariamente,patéticamente.
“La casa huele a mierda. Ya no te mueves del sillón. Los cojines se retuercen con tu peso y son como un grumo marrón lleno de arrugas. No eres nada”.
Pero también se dejan ver ciertos elementos que se destapan como la condena por un tribunal franquista a su padre, las pequeñas historias de éste y de su hijo, anécdotas de la guerra, constantes reflexiones acerca de la muerte y de la vida, acerca de la literatura y de sus autores: se entreven las afinidades, filias y fobias: la poesía de Borges y su ceguera ante la dictadura militar argentina, la poesía rota de Celan, la constante muerte de Pizarnik, Benjamin en Port Bou, la casa de Stendhal o sus noches llenas de Ana Ajmátova.
Aunque lo interesante en Cervera, aparte de detalles nimios como que escribe sin puntos y aparte, que los capítulos son breves y “libres” o que habla de una experiencia propia desde un punto de vista honesto, nada condescendiente, es su escritura, el trabajo de su prosa: sus páginas están llenas de poesía.
“Toda escritura es una biografía. De quién. Los trazos surcan un rostro lleno de cansancio, el tiempo que reflejan sus cicatrices, esa fragilidad paradójica que mantiene en pie, con resistencia sobrehumana, un pedazo de vida en la antesala de la muerte.
De quién escribimos para conocer lo que no sabíamos hasta el mismo instante en que la página se fue llenando de palabras y silencios. Buscar en los cafés extranjeros -esta noche será la última entre los grumos grises del Isère y la lluvia de Grenoble- el itinerario lleno de revueltas hacia ese final que, que aunque no siempre, será muchas veces un descubrimiento. Escribimos para saber, no para mostrar que sabemos.”