Llevo días dándole vueltas a esas preguntas. Tengo la sensación de que estamos tocando fondo, como colectivo, en este asunto de escribir sobre vinos y comidas a través del apoyo técnico de un blog. Tengo la certeza de que las cosas seguirán sucediendo en la red y que lo que, ahora, se llaman "ventanas de oportunidad", seguirán dándose también en la red. Esto seguirá afectando al vino y a su comunicación, a la información y a su jerarquización: cómo se distribuye la información, quién la ofrece, desde donde, qué credibilidad le da el consumidor, qué credibilidad le da el intermediario vendedor, cual el productor. El resumen es, para mí, sencillo: el centro de la comunicación, el poder que ejercía sobre ella quien (¡todavía!) la hace, ha dejado de existir en un lugar fijo para convertirse en un árbol de comunicaciones, en una maraña de raíces donde nadie tiene el control de la savia que sube a la parte alta de la planta. El control, ahora, es de quien reconstruye las informaciones recibidas para hacerlas suyas, no de quien las emite.
Ahí los blogs tuvimos una oportunidad desde la perspectiva del consumidor que, por fin, opina. Y la usamos en exclusiva (o casi: hay muy pocos ejemplos de bloggers que sean viticultores profesionales, bodegueros o distribuidores/vendedores; menos todavía de sumilleres), pero hemos entrado ya en una fase colectiva de declive. No hay renovación en las formas y en los contenidos, no hay formación, no hay aire nuevo. Todo el mundo está haciendo cosas muy parecidas en todo el mundo. Esto produce exceso de información no diferenciada y, por lo tanto, hastío, aburrimiento, pérdida de credibilidad.
He pensado en ello porque dos personas que tienen, en mi opinión, criterios muy fundamentados sobre el mundo del vino, han soltado algunas frases contundentes en los últimos tiempos. Cuando opina según quién, no puedes dejar de atender. El uno lo ha hecho desde la parte pública del asunto. Todos le conocéis: Manuel Camblor. Es cierto que sus opiniones, como él reconoce, han quedado algo mediatizadas por su intenso trabajo personal en los últimos tiempos; por una dieta que da poco juego en la combinación de vinos y comidas y, "last but not least", por la modorra que sufre uno de sus principales divertimentos (el "Dossier Pancho Campo MW"). Pero no se ha cortado en decir, en las últimas semanas, cosas como: "La internet del vino últimamente como que anda algo parca en general. Poco de interesante se ve. Y para andar escribiendo más de lo mismo, pues…". O "de nuevo estoy pensando en poner un restaurante. Me he maravillado de lo increiblemente aburrida que ha estado la cultureta del vino en el par de meses que llevo sin escribir aquí". O "He estado ocupadísimo en el trabajo de verdad, sin tiempo ni particulares ganas de bloguear sobre vino y mucho menos sobre su (en estos momentos aburridísima) cultureta."
Mi otro personaje opinador va a permanecer en el anonimato porque sus escritos pertenecen a la esfera de lo privado. Pero tengo su permiso para resumir alguna de sus ideas, que son muy fundamentadas y proceden de la experiencia de muchos años en el mundo profesional del vino. Por ejemplo, le "horroriza esa carrera de fondo en que se ha convertido el asunto de catar vinos. Me horrorizan todos esos comentarios de aficionados, profesionales o blogueros, que les da por presumir de los miles de vinos que catan en un año, eso de tratar de demostrar que cato más que tu...". Por ejemplo, le "horrorizan los comentarios sobre los vinos. A nivel profesional y aficionado, no puedo con las metáforas, menos aún con la pseudopoesía de gente que no ha leído ni siquiera las rimas de Becker o sus leyendas...no soporto que todos los vinos tintos huelan a frutas rojas del bosque y no soporto a los que no toleran que mi opinión pueda ser tan buena o respetable como la suya".
En cambio, le gusta "saber cómo, quién, dónde y por qué se ha elaborado ese vino. No me gusta que se hable del vino para encontrarle solamente los defectos que buscamos todos los enteradillos para demostrar que descubrimos más defectos que los demás y somos más listos y mejores catadores. Las puntuaciones son tan subjetivas que no acabo de entenderlas. Me gusta aprender todos los días cuando leo un blog, pero aprender con conocimiento de causa. Me gustan los post útiles, no solo tienen porque hablar de vinos en concreto, me gustan también aquellos de los que aprendo". También le "gusta la humildad y dar a entender que uno nunca sabe de todo, esto es un continuo aprendizaje. También tengo claro que sé lo que me gusta sin que tenga que venir nadie a imponerme sus criterios. Igual que no me gustan las críticas rotundas y dañinas sin una base aparente (el criticar por criticar) tampoco me gusta la perpetua coba." Hasta aquí las opiniones de mis amigos que más me han llamado la atención.
Mi respuesta, tras unos días, ha sido el post de Thalarn 2008. Aunque estoy seguro de que puede haber otras muchas a ese genérico para qué, por qué, cómo del título. En primer lugar, me planteo de nuevo: ¿sigo? Sí. Me apetece y lo paso bien. Cuando no sea así, lo dejaré. Sin más. En segundo lugar: ¿Por qué, para qué? Creo que una opinión estrictamente libre e independiente, que no esté a sueldo de nada ni de nadie, sigue siendo necesaria. Los bloggers y las páginas web de aficionados al vino ofrecíamos eso. Pero no todo el mundo ha seguido el mismo camino y los cambios de intereses se notan. Todos muy legítimos, no lo critico, pero se notan. Y no todos los lectores los agradecen...Y no basta ya con escribir como si esto fuera el "diario de...", a corazón abierto, a tripas descubiertas y siendo muy sincero. Esto enlaza, en tercer lugar, con el cómo. Hay que formarse más, hay que prepararse más, hay que documentarse mejor, hay que fundamentar también mejor lo que uno dice. No tenemos el apoyo de los grandes periódicos o revistas que "transmiten" credibilidad a sus firmas, sea ésta merecida o no. Aquí estás solo ante el lector, tú eres tu única empresa y el aval te lo das o te lo quitas a base de años y de posts. La credibilidad la ganas o la pierdes tú solo. Una cosa más: ha dejado de interesar el medio per se. Todo el mundo sabe qué es un blog. Todo el mundo tiene un blog. Y la gente se comunica, también y con intensidad, a través de otros medios sociales. Los focos que ofrecen información para que cada cual se haga su "dossier" de un vino siguen desplazándose y cada vez hay más. Si alguien tiene interés en mantener o atraer lectores (ésa es una de las razones por las que estoy aquí: me gusta compartir experiencias, sensaciones e información sobre el vino y sus comidas con alguien más que conmigo mismo), tiene que repensar contenidos, tiene que buscar cómo potencia sus características propias, tiene que decidir qué ofrece su blog que no ofrezcan los otros. Si no lo hace, tampoco pasará nada, claro. Añadirá más hastío y hartazgo al que ya existe. Y ya se sabe: mucho de lo mismo acaba provocando deserción y desafección.
Hacía mucho que no "metablogueaba" (con perdón) y, con sinceridad, es la última vez que lo hago. Mis amigos, cuyas reflexiones me han dado el impulso, ¡son los "culpables"! Seguiré buscando esos caminos que me hagan sentir cómodo con mi blog: las fotos, cómo tratarlas y buscar las más idóneas compañeras de los textos; la imagen en movimiento: cómo incorporarla sin añadirme a la legión sinfín de "yutuberos" que vocean, histriónicos, imitando a Gary (se ha vendido con tal intensidad el tipo que le quedan dos telediarios); el texto (para mí, la parte más importante): cómo mimarlo, cómo darle vida, cómo hacer que transmita eso tan personal que es tomar una copa de vino y beberla con quien te lee, ¡precisamente en su ausencia! Para qué y por qué: todavía lo tengo claro. El día que dejen de tener respuesta estas preguntas, este blog morirá con languidez y un gran vino a su lado, ¡eso sí! Y yo buscaré otras formas de seguir alimentando mi pasión.
Las fotos de este post son de Soledad Felloza: la primera, "Arcos". La segunda, "Raio de luz".