Hoy por cosas del destino, ha sonado nuestra canción. Sin querer, ya sabéis, es caprichoso el azar. Y hablo en serio.Y digo nuestra canción, porque tengo una teoría. Por mucho que el tiempo pase, y las circunstancias cambien; cuando dos personas sienten que una armonía y una letra les identifica, lo hace para siempre.
En ocasiones, esa casualidad se transforma en causalidad porque se busca, como en Casablanca, pero en otras, simplemente aparece, como sin querer pasar; y te atrapa, te arrolla con la sensación de que la sorpresa golpea tan fuerte que sólo puedes caerte de bruces, esperar y aguantar lo que venga, porque te inmoviliza de algún modo que no puedes controlar.Pero el tiempo es sabio. Y cura heridas tanto, que ni siquiera una canción puede volver a abrirlas del todo. Es curioso, como los sentimientos se mueven al campás de una canción y como sin quererlo te teletransporta a otro lugar, a otro tiempo, incluso a otras personas; generando con él, la típica sensación de mareo o de síndrome del viajero, que le gusta llamar a los expertosPero lo más curioso de todo el engranaje es que, ni los sentimientos se remueven del mismo modo, ni el nudo se aprieta tanto, como solía hacerlo hace unos años. Incluso, cuando se aguantanta hasta las últimas notas de la canción. Y es que no hay mal que mil años dure, y como bien dice Jorge Bucay "esto tambien pasará". Habrá que seguir haciendo actos de Fe y dejar actuar al tiempo. Y de vez en cuando, enfrentarnos al destino de estar donde teníamos que estar, para afrontar lo que ya pasó, para dejar de asustarnos por fantasmas con sábanas roídas y un poco de olor a cerrado.