El partido ante Suiza, le costó a España una derrota inesperada y la aún más sorpresiva discusión acerca de quiénes y cómo debía jugar La Roja sus próximos encuentros. El rival de esta noche, Honduras, poco podía oponerse a una plantilla de reconocido prestigio. Si España no dudaba de sí misma y construía juego a partir de su estilo y con el campo abierto, los centroamericanos no opondrían -por calidad- demasiada resistencia. Aún jugando mal, se suponía en los jugadores del combinado nacional, la suficiente jerarquía -talento y honor- como para doblegar al once propuesto por Reinaldo Rueda.
Después de mucho hablar, Vicente del Bosque cambió poco para enfrentar a los hondureños: Navas por Silva y Torres por Iniesta las dos variantes, para un once que quedaba así: Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Piqué y Capdevila; Segio Busquets, Xabi Alonso y Xavi; Navas, Torres y Villa. Un extremo puro como el del Sevilla se convertía en la novedad táctica más reseñable, además de la inclusión de El Niño como referente de ataque, y con El Guaje recostado en la izquierda del ataque español, tal y como jugara en la Euro que coronó campeona a La Roja.
Los primeros minutos de España fueron de nervios y con todo el juego volcado por el lado de un Navas más impreciso que el resto. Los españoles presionaban en campo contrario y un estupendo pase de Villa encontró a Torres que no pudo definir por muy poco. El Guaje lo volvió a intentar con un remate lejano que reventó el travesaño. España dominaba el juego y sufría la labor arbitral con un claro penalti no pitado por mano de Izaguirre. En la siguiente, el árbitro Nishimura perjudicó una vez más a España tragándose un penalti como una casa por empujón a Sergio Ramos. Y encima, llamaba al defensor infractor para comentarle -suponemos- la entregada a La Roja.
Honduras salía poco al ataque pero lo suficiente para meter pelotazos al área. En uno de ellos, sin destino ni beneficio, se complicaron los nuestros con una infantil salida de Casillas que rechazó con los pies un balón que no traía complicaciones. Los centroamericanos iban sin demasiado convencimiento, pero la banda izquierda de La Roja, con Joan Capdevila, era un flan.
Sin embargo, el miedo duró poco, porque una enorme jugada personal de David Villa, con dos regates dentro del área incluidos, terminó con la pelota colgada en al ángulo de Valladares: 1-0 y a seguir jugando. España le ponía el pecho a la adversidad con las actuaciones sobresalientes de Sergio Ramos, Xabi Alonso y David Villa.
España dominaba el campo, la pelota y al rival con la pelota al pie y Villa y Navas abriendo el campo. Aún así, el andaluz se equivocaba más de lo que acertaba y muchos de los ataques españoles terminaban en nada. No era ni tanto desborde ni centros precisos y su única virtud era la ocupación del espacio. Por el contrario, cada vez que El Guaje encaraba por su lado, Honduras se ponía a llorar. Mientras, tanto, Fernando Torres tuvo dos claras pero su falta de fútbol le pasó factura. España jugaba realmente bien a pesar de que Xavi no asumía completamente el protagonismo del juego. Con 1-0 nos fuimos al descanso.
España entró con todo en el complemento y, rápidamente, David Villa puso la casa en orden. Xavi Hernández dirigió la primera contra que tuvo La Roja, manejó el ritmo del ataque, abrió para Navas y El Guaje se descolgó de los puntas y la pidió en la medialuna, Navas lo vio, se la prestó y el nuevo fichaje de Pep Guardiola marcó desde lejos: 2-0 y el partido liquidado. España jugaba y gustaba mientras Xavi -ahora sí- gravitaba en el juego de una selección que recuperaba la memoria, la confianza, y el estilo.
¿Un defecto? Pedrito por Navas -a pesar del penalti que le cometieron-, único desajuste en el gran partido del equipo español. Villa tiró afuera la pena máxima concedida y acto seguido, Del Bosque sorprendía a todos sacando a Xavi y metiendo a Cesc que en la primera que tocó pudo convertir el tercero, pero su regate y disparo fueron rechazados en la línea. La selección seguía dominando. Estaba todo sentenciado y a la espera de una goleada merecida pero que, obstinadamente, no llegaba.
Sin entrar a valorar la cantidad de goles hechos y perdidos, ni el rival, flojo y acomplejado, es necesario remarcar que España completó un gran partido, con rendimientos sobresalientes además de los ya nombrados en el primer tiempo: estamos hablando de Sergio Busquets, cuyo segundo tiempo fue una clase magistral de talento, posición y estilo. Cesc Fábregas fue un gran reemplazo para Xavi y Fernando Torres, aunque falto de fútbol, hizo todo bien para que Villa se sintiese liberado. España jugó a ser ella misma, pero no debe confiarse. Chile y los que vengan serán rivales de enorme jerarquía en donde los detalles, los cambios y los errores te pueden mandar a casa antes del 11 de julio, cita ineludible que tiene La Roja con la gloria. ¿Llegará a tiempo? Goal.com