Todos los que somos aficionados a las aves tenemos alguna de esas observaciones que resultan de un cúmulo de casualidades, casualidad que entrara el frente cuando yo pasaba por la zona, que el fuerte viento empujara a entrar a este nutrido grupo de espátulas, que yo lograra verlas con el rabillo del ojo, que hubiera cerca un buen lugar para aparcar el coche y que tuviera la cámara a mano.
Eso sí, las fotos, en plena lluvia y cerrado en nubes, no son nada del otro mundo y quedan como un testimonio. Ya el otoño pasado fue bastante bueno en la migración de esta especie, que parece estar en claro aumento. Con la marea alta, sin lugar donde posarse, las espátulas dieron un par de vueltas y se perdieron tierra adentro.
