Revista Coaching

Estar presente, efectividad en estado puro

Por Elgachupas

Vaso de cervezaEl desembarco en España de la formación oficial de GTD® de la David Allen Company está poniendo a prueba, una vez más, mi capacidad para ser verdaderamente efectivo durante estos meses. A mi trabajo habitual facilitando talleres, desarrollando mis propias competencias como formador, y promoviendo y divulgando la efectividad a través de los diferentes medios, he tenido que sumar nuevas actividades y áreas de responsabilidad. Algunas relacionadas con mi proceso de certificación como Master Trainer por la David Allen Company —lo que me permite desplegar proyectos formativos y certificar nuevos formadores oficiales en España—, y otras relacionadas con aspectos de negocio, adaptación de materiales y logística, necesarios para poder disponer de todos los materiales para la formación oficial de GTD® en español.

Hace apenas un año, ser el responsable de la formación oficial de la David Allen Company en España estaba totalmente fuera de cualquiera de mis planes a medio o largo plazo. Recién llegado a España después de haber vivido diez años en México, bastante tenía con conseguir adaptarme a un entorno social y económico completamente nuevo para mi. Y doce meses después, no sólo he tenido que asimilar un cambio enorme en mi vida a nivel personal, sino también enfrentar un reto profesional que, hasta ahora, se podía decir que pertenecía más a la categoría de «sueño húmedo» que a un plan de futuro realista. ¡Para que luego digan que los entornos VUCA son una moda!

Desde luego, siendo yo mismo un trabajador del conocimiento, tengo claro que, sin una metodología de gestión del flujo de trabajo solvente, todo esto hubiera sido muy difícil de manejar. Lo que viene a ratificar por enésima vez la validez de los principios que subyacen de Getting Things Done®. Aunque espero y confío en que mi experiencia sirva al escéptico, en el sentido de que le ayude a dar el paso definitivo hacia una nueva manera de trabajar, para mi, tengo que reconocer que el resultado de esta experiencia no me resulta ninguna novedad. No es la primera vez, ni será la última, que mis hábitos de trabajo basados en GTD® «absorben» el impacto potencialmente negativo de tener que lidiar con un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo como este.

Sin embargo, la vida no se compone sólo de afrontar estos retos profesionales. A pesar de que he añadido áreas de responsabilidad nuevas a mi lista durante los últimos meses, sigo teniendo otras responsabilidades que son igualmente importantes, y que nada tienen que ver con lo que comúnmente se entiende por trabajo. Mi desarrollo personal, mi bienestar —tanto físico como mental—, o la relación que mantengo con las personas de mi entorno, son todos ellos ejemplos de áreas de responsabilidad que no puedo descuidar si quiero considerarme una persona verdaderamente efectiva.

Muchas personas sufren de desequilibrios severos en cuanto a la atención que le dedican a sus diferentes áreas de responsabilidad. Aún siendo conscientes de la importancia que tiene atender su salud, su familia o el ocio, un porcentaje significativo de personas se ven incapaces de dedicarle suficiente tiempo a estas y otras áreas importantes, en favor de otras que ocupan la mayoría de su atención, generalmente aquellas relacionadas con lo laboral.

Mantener el equilibrio no significa dedicar el mismo tiempo a todas las áreas de responsabilidad, sino dedicarle a cada una de ellas el tiempo justo —ni más ni menos del estrictamente necesario—, y en un estado mental que te permita hacer las cosas lo mejor posible. Para ello necesitas sacar «tiempo de calidad», es decir, tiempo para estar presente en lo que sea que estás haciendo en cada momento, independientemente de si se trata de algo laboral o no. Sólo estando presente en todo lo que haces podrás ser verdaderamente efectivo en tu vida.

En este sentido, metodologías de productividad personal como GTD®, o de efectividad personal como OPTIMA3®, te proporcionan las herramientas que necesitas para gestionar correctamente las distracciones, tanto internas —tus propios pensamientos— como externas, que impiden que estés siempre a lo que estás. Sin una forma eficaz de «aparcar» temporalmente todo lo que requiere tu atención, es imposible estar presente en nada. Y las consecuencias ya las conoces: baja calidad de lo que haces, ineficacia y estrés.

Justo ayer acabo de regresar de unos días de vacaciones con mi mujer, en los que he podido ver a algunos familiares que no veía desde hacía más de diez años. También he disfrutado de la compañía de uno de mis colegas de OPTIMA LAB y su mujer, a los que me apetecía muchísimo visitar, y he conocido lugares que tenía pendientes de conocer desde hacía tiempo. He desconectando de la rutina, me he olvidado del trabajo —literalmente, salvo por un par de detalles que me han llevado menos de diez minutos en total—, y he cargado las pilas mentales. En todo momento he sentido que eso era lo que tenía que estar haciendo, incluso los diez minutos de trabajo, y lo he hecho poniendo el 100% de mi atención en ello.

El resultado: tres días de vacaciones en los que siento que he sido tan efectivo como cuando estoy preparando un taller, aprendiendo una habilidad nueva o cerrando un proyecto formativo. Simplemente porque he hecho lo que entendía que tenía que estar haciendo, presente en todo momento, relajándome, conversando, atendiendo un requerimiento de un compañero de trabajo, o disfrutando de la compañía de personas a las que quiero. Efectividad en estado puro.

Foto por Connie Ma vía Flickr


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