Fallece Elías Querejeta, el productor que definió el cine español

Engañó al franquismo, descubrió a nuestros grandes nombres y siempre puso el guión en el centro

Intentar acotar a dos párrafos solemnes los méritos de Elías Querejeta (Hernani, 1934), que nos dejaba hoy de madrugada en su casa de Madrid y por sorpresa, es a todas luces un acto de injusticia supremo para el que con poca sombra de duda ha sido el productor más trascendental del cine español, por lo menos en la segunda mitad del siglo XX. Un adjetivo peliagudo el de la trascendencia pero que adopta todo el sentido del mundo cuando echamos la mirada atrás y descubrimos que fue él, sin esconder nunca su tremendo grado de implicación en los proyectos que producía, el que parió algunas de las obras clave de realizadores indiscutibles como Carlos Saura (La Madriguera, Cría Cuervos), Jaime Chávarri (El Desencanto), Victor Érice (El Espíritu de la Colmena), Manuel Gutiérrez Aragon (Feroz), Montxo Armendariz (Historias del Kronen), Fernando León de Aranoa (Los Lunes al Sol) o su propia hija, Gracia Querejeta, junto a la que estrenó su último largo de ficción en 2007, Siete Mesas de Billar Francés. 
Los éxitos en la vida de Elías, que iba primero para abogado y después para futbolista (llegó a jugar en La Real), pasan por un Premio del Jurado en Cannes, un Oso en el Festival de Berlín y el reconocimiento de nuestra Academia de Cine como miembro honorífico, entre otros muchos, aunque su auténtica aportación a la industria, más allá de cualquier título concreto de entre los muchos que produjo -de quedarse con uno sería La Caza- o de su especial predilección por el documental, fue siempre la de luchar con uñas y dientes por la integridad artística de todos y cada uno de los proyectos en los que posaba su mano. El guipuzcoano no sólo se mantuvo firme durante la transición, compensando el despiporre del destape con un cine de autor arriesgado y de calidad, sino que ya durante el franquismo hizo gala de mil argucias para torear a los imponentes censores, de los que nunca se cansaba de contar anécdotas dibujando una sonrisa pícara en su rostro.
Su obra, ya sea en las épocas más tempranas, en su apogeo en los años 70 o a lo largo de una última etapa -solo- un poco más discreta, exuda la creencia de que el triunfo de una película parte del guión, y Querejeta, como escritor con dos decenas de muescas en su pluma, siempre supo reconocer uno bueno cuando lo tuvo delante.
Tras el salto os dejo algunos vídeos sobre la figura del productor: