Sosa (Ricardo Darín) es un abogado que ha perdido su licencia y que vive gracias a su participación dentro de una asociación ilícita que regentea personas que provocan accidentes automovilísticos para así estafar a las aseguradoras. Luján (Martina Gusmán) es médica de un hospital ubicado en algún lugar del Gran Buenos Aires. Sosa y Luján cruzarán sus destinos, vivirán una lujuriosa historia de amor. Mientras, se involucran en un mafioso caso policial e intentan huir del destino.
El filme define su profesión como la de "Carancho", un ave de rapiña, carroñera: un abogado que, más que perseguir ambulancias, recibe el dato de los accidentes, gracias a una serie de contactos, y llega al lugar antes que todos para ofrecer sus servicios legales a nombre de una fundación. El "paquete" funciona: de lo que paga el seguro, la víctima cobra una pequeña parte, los abogados una mayor y habrá comisión para policías y paramédicos. "A un tipo que no tiene nada y aparece tirado debajo de un puente a las tres de la mañana, lo mejor que le puede pasar es encontrarse a un tipo como Sosa", se justifica Pico, conductor de la ambulancia.
En “Carancho”, el universo que rodea a los personajes es hostil, oscuro, por momentos desesperante. El punto de vista del espectador es el de Luján: es a través de ella que descubrimos las capas de corrupción, el negocio que se maneja detrás de los accidentes de tránsito, los lazos que unen a los distintos "jugadores". Si bien ya ha empezado a conocer algunos vicios de su profesión, Luján todavía trata de hacer lo correcto, cree en los que la rodean y no dejará de hacerlo hasta que la realidad le pruebe lo contrario.
Sosa es diferente. Es un viejo zorro, un hombre que conoce su territorio y que quiere salir de allí antes de que sea demasiado tarde. Ella es su ángel, la chica que conquista y la que le permite ilusionarse con una vida fuera del infierno. Policial negro, puro y duro, que no da respiro al espectador, “Carancho” nos mete en una situación que imaginamos en extremo realista pero la tiñe de la lógica y los condimentos del género, como una versión sucia de los policiales norteamericanos de los 70. Es una película "scorseseana" (de “Calles Peligrosas” a “Vidas al Límite”, pasando por “Taxi Driver”) en su combinación de tradición y modernidad, de estilización de guión (las "reglas" del género) y de observación del mundo (neorrealismos varios).
“Carancho” es una película tan real como brutal, tan cercana como lejana, tan cotidiana como sórdida. En ella Trapero demuestra, también, una solidez narrativa más clásica y detalles de puesta en escena (prestar atención a la cantidad de asombrosos planos secuencia) notables. Fatalista, sangrienta, impiadosa (acaso demasiado) y violenta, “Carancho” se suma a la tradición de los policiales que viene haciendo Ricardo Darín. Y tal vez este sea el más duro de todos ellos, más aún que “El Aura” y ni hablar de “El Secreto de sus Ojos”. Su cara ya tiene pegado ese agotamiento ante el mundo: es como si el actor y el personaje estuvieran pidiendo por alguien que los saque de allí, urgentemente. Y para eso deberá estar Luján, personaje en el que Martina Gusman vuelve a lucirse como una de las mejores actrices del cine argentino, encontrando esa difícil mezcla entre inocencia y dureza, simpatía y temeridad.
“Carancho” no es una película fácil de ver ni todas las elecciones de Trapero son acertadas, el final generará algún que otro debate, pero se trata sin dudas de un filme, y de un realizador, que no hace concesiones. Tener una estrella taquillera, mayor presupuesto y una distribuidora grande no le torcieron el pulso. Al contrario: “Carancho” es la película de alguien seguro de lo que hace y convencido de su recorrido en el mundo del cine.
Director: Pablo Trapero
País: Argentina
Año: 2010
Género:Drama/Thriller
Duración: 107 minutos
Idioma original: español
Intérpretes: Ricardo Darín, Martina Gusman, Darío Valenzuela, Carlos Weber, José Luis Arias y Loren Acuña