Es el primer ejemplar de este odonato típicamente otoñal que he tenido ocasión de fotografiar esta temporada. Se trata de una libélula muy errática que se encuentra muy a menudo lejos de las masas de agua. Su periodo de vuelo transcurre sobre todo en septiembre y octubre.
Su pariente más pequeña, la abundante Aeshna mixta, aprovechaba esos últimos días de calor otoñal para reproducirse.
Se puede apreciar por el desgaste de las alas que muy seguramente se trata de ejemplares que cuentan con varias semanas de vida. Es la primera cópula de la especie que consigo fotografiar, en las dunas de Xagó.
Si las dos especies anteriores son características del otoño no es este el caso de otra libélula que pude localizar en Iboya, Cordulegaster boltonii, mucho más típica del verano y que desaparece como muy tarde en septiembre. Este ejemplar ha tenido mala suerte, seguramente se desarrolló antes de tiempo debido al otoño anormálmente caluroso de este año, y su vida no será muy larga, ni fructífera.
Por su parte, los caballitos del diablo han desaparecido casi en su totalidad, y en Gozón sólo se localizan a estas alturas ejemplares de la especie más resistente, el abundante Lestes viridis.
Si el temporal no se alarga demasiado y vuelve pronto el tiempo estable, es posible que estos odonatos sigan volando algunos días más. Si no, el ciclo se podrá dar por finalizado hasta el próximo mes de abril, cuando aparezcan las pioneras, las primeras joyas de la temporada.
