Lo que van a leer ustedes tiene más que ver con el entorno en que se mueve un vino que con el vino en sí mismo. Es cierto que quienes vinifican ahora en Finca La Emperatriz son los responsables de que Neal Martin haya situado a su Garnacha Cepas Viejas 2010 en la lista de The Wine Advocate de M. R. Parker en el rango de los 93 puntos. Y lo son porque hacen las cosas cada día mejor, porque reflexionan sobre sus técnicas de vinificación (sobre todo) y sus vinos evolucionan casi con mayor rapidez que la fruta (garnacha de cepas viejas, en el caso que nos ocupa) con que los hacen. Porque esa garnacha llega donde llega y da para lo que da (que no es poco), pero la manera como la trabajan, la hace más accesible y placentera que muchas de las garnachas que he probado en las DOC Rioja y DO Navarra (perfiles bastante parecidos). También son responsables, y bien que hacen, de gestionar esos 93 puntos Parker como oro en rama y de buscar (a través de una agencia de comunicación que hace muy bien y con transparencia las cosas) la máxima repercusión posible entre los medios y, de ahí, entre los consumidores. Aquí entro yo. Aunque muchos me consideren "medio" y me manden de vez en cuando botellas, soy un consumidor que escribe sobre lo que bebe y paga. En algunos casos, hago una excepción.
Como éste. La bodega, a través de la empresa de comunicación, me pidió recibir una botella de la "parkerizada" garnacha, yo les expliqué mi modus operandi, ellos aceptaron (con la misma transparencia, es sencillo: digo lo que pienso tras beber el vino y, además, manifiesto que esta botella no la he pagado, aunque veo que está sobre los 18€ en tienda), y aquí estamos. Sobre suelo franco-arenoso tapizado de cantos rodados, viven estas cepas en vaso de garnacha de 65 años. 2010 fue año de nieves en la Rioja Alta (la finca se encuentra en Baños de Rioja), con primavera seca y verano sin sobresaltos, ni térmicos ni meteóricos. Ello permitió una madurez lenta pero buena, con uva sana y sin alteraciones. La vendimia, como en casi todas las zonas altas del planeta con garnacha, fue algo tardía, en la segunda quincena de octubre. Los responsables del vino buscan la expresión de la fruta gracias a su concentración previa, en el racimo, a través del frío. Antes de la fermentación, la uva pasa una noche en cámara y cinco días en maceración pelicular prefermentativa (a 5ºC). Cuando arranca ésta, la concentración es ya grande y la gracia del asunto es que, en este momento, compensan con una extracción que es muy suave para lo habitual: en barricas abiertas que, casi, parecen demi-muids (500L), se fermenta el mosto con bazuqueos manuales diarios. La maloláctica la hace el vino en las mismas barricas usadas. Y la crianza, de 11 meses, se hace en barricas de la misma capacidad, pero con lías finas. Por lo que huele el vino, debe usar una parte no menor de barrica usada. Todo ello me parece positivo y nos lleva a un vino que, sin llegar a lo que llamaba priorats 3.0, empieza a seguir esa pista en la Rioja. ¡Ésa es una buena noticia para mí!
Es un vino (qué paradoja la suya), que no ha nacido para satisfacer a M. Parker, sino para ser bebido como gran compañero de mesa. La madera se nota, pero más en boca que en nariz. Es un vino con extracción más suave, con una capa media, más expresión de fruta, más ligereza y, casi, liquidez. Es un vino más fino. Mora silvestre, tanino algo rústico (de la madera), brezo, madera de boj. Es un vino agradable y que pide tragos. Sólo tiene un problema: la gracia que muestra en nariz y en su deambular por la copa, la pierde un poco en boca. Pasa muy bien, pero le falta "punch", mordiente y energía, se muestra algo pesado y abatido en el paladar. Sigue con alguna nota bonita de cacao maduro y de cassis, pero al final, para lo bueno y para lo malo, pesa más la vinificación que el deseo de mostrar la fruta. Quizás, pienso, porque la fruta da para lo queda. Y ahí viene el problema: el Sr. Martin está construyendo su criterio sobre los vinos españoles a bandazos y parece que no termina de ubicar bien a las garnachas y, tampoco, a algunas de sus mejores amigas, las cariñenas. Hay otras cuestiones...pero serían ya tema para otro artículo. Lo decía: éste no es el problema de Finca La Emperatriz garnacha 2010, es el problema de quienes leen y confían en The Wine Advocate, que tienen ahora que lidiar con un asunto casi tan peliagudo como el que representaba el método de trabajo del Sr. Miller.
Porque el Sr. Martin, en su primer listado de 2012, ha hecho jugar a este vino en la liga de los 93 puntos. Y en esta liga ha puesto a competir en un mismo grupo, a Finca Dofí 2010 de Álvaro Palacios (con un 80 de garnacha), un vino, en mi opinión, extraordinario; a Clos Mogador 2008 (con un cupaje más variado, dominado por garnacha y cariñena) de René Barbier; a L'Espectacle 2006, de René Barbier y el Dr. Zamora, una garnacha pura del Montsant que mira al norte y que es de lo mejor de España, ¡en esta añada!; a un Vinyes Domènech Teixar 2008, una de las mejores garnachas peludas del mundo. Y, por poner dos ejemplos más del desvarío del Sr. Martín, muy próximos al perfil de vinos de que estamos hablando, citemos a las cariñenas de Ferrer-Bobet Selecció Especial 2009, el primer gran vino de esta casa en el Priorat (dará que hablar con los años); y de Orto Vins, La Carrerada 2009, uno de los grandes de Joan Asens e integrante de la tríada capitolina de la DO Montsant con Teixar y Mans de Samsó. Todos ellos son vinos que tienen una profundidad y una expresión en boca que está algunos peldaños por encima de Finca La Emperatriz garnacha cepas viejas 2010. Que este vino puede llegar a esas cimas... Creo que sí: tienen potencial en el viñedo, inquietud en la bodega y, por lo que sé, muchas ganas. Pero todavía no está ahí y le han hecho jugar en una "liga" que no es la suya. El problema, claro está, no es del vino ni de quienes lo hacen y promocionan. Es de los Srs. Parker y Martin y de quienes se creen expectativas cuando vean en un rango de puntos unos vinos junto a otros y piensen, "¡esto no lo conozco, hay que probarlo!". Hay que probarlo, claro, pero después (precios aparte, porque Martin no puntúa por precios), hay que ser honesto y decir con claridad lo que uno bebe y piensa.