Revista Vino
Tengo una amistad de hace años con Rodri Méndez. No es extraño porque Rodri tiene esa magnetismo, ese atractivo especial: por donde pasa, hace amigos. Los que hemos tenido la suerte de estar en su casa, además, y de gozar en su tierra de su proverbial, soberbia, veterotestamentaria, homérica hospitalidad, sabemos que va mucho más allá de los vinos. A Rodri se llega por Forjas del Salnés y sus vinos: él me ha abierto como nadie el camino de los tintos gallegos y el de los albariños de vieja guarda (Doña Lola...). Y, como veremos en un momento, sigue mostrando nuevas (viejas, de hecho) maneras.... A Rodri se llega a través de alguno de sus múltiples amigos (aunque no sea de los que piensa "tú eres amigo de mis amigos, pues también eres amigo mío"...no, no...Rodri elige, con discreción y gracia, pero elige...), por ejemplo, Mariano. Él me invitó por primera vez al jurado de los mejores vinos de España por debajo de 10 € (después han venido muchos, però él fue el primero...) y allí le conocí, en el viejo establecimiento de Bagos: no se me borra su imagen en esa cena, cargado de centollas cercanas a las bateas que conoce tan bien y de botellas de su primer, delicado, fragante, inolvidable pinot noir.
A él se llega, sin más, por su extraordinario carácter, por su bonhomía, por su espíritu abierto y por su manera de compartir todo. Tampoco se me olvida cómo trató a mi hijo pequeño en una época en la que tuvo que viajar más de una vez a Galicia, invitándole a cenar, animándole en los partidos que jugaba en Marín (con sus hijos vestidos con la camiseta del Barça!!!), llevando cajas de Leirana a toda una expedición deportiva a pie de autocar...Por tantas cosas, una persona imprescindible. Por supuesto, y ya no digo más porque esto (si no recuerdo mal!) es un blog de vinos y sus comidas, no olvido el día en que me puso delante la primera botella de Cos Pés 2012... Era en Cambados y con esa mirada tan suya que se mueve entre la sorna, la complicidad, la sonrisa y la expectación, me abre (sin etiquetar, ni siquiera embotellado: era una muestra...) la botella, sirve y se queda mirando fijamente...En ese momento era casi un albariño brisado (un caso único) con una fuerza y una energía enormes, aunque dominaban los hollejos sobre el resto de matices que la botella le ha ido dando.
Ahí está la cosa. Este Cos Pés 2012, con 12,5%, pisado con los pies (por supuesto), fermentado y criado con las pastas durante un año, fuera de cualquier atisbo de ortodoxia de la DO, reposado y con casi dos años ya de botella, no hace más que crecer y confirmar que se trata de uno de los grandes blancos de este país. Vino atlántico del norte, sí, con dos pares de narices y sin DO y con todas las virtudes que recordaba de los vinos viejos de Doña Lola, y unas cuantas cosas más: melisa, hierbabuena. La ría en otoño en tu paladar: sol y sal tamizados por el atardecer de poniente. Manzanas maduras pero crujientes, miel de azahar. Corre ágil por el paladar como el elfo por el bosque cuando cae la hoja. Manantial del corazón de la tierra. Flor de guisantes en primavera. Sutil y delicado, fresco y muy largo. Aromas suaves de hollejo, tan agradables que parecen terpénicos. Es un vino de gran calidad que acompañó de maravilla una lubina salvaje al horno: carácter con carácter se entienden. Tres días abierto, entero, perfecto y creciendo: musgo, helecho, líquenes, el corazón del bosque hace miles de años. Membrillo, recia acidez, largos años por delante todavía. Es un vino amable y seductor, como quien lo ha hecho, como la tierra en la que nace y se hace. Por 17€ da muchísimo más de lo que cuesta...