Son muy variadas las ocurrencias que a uno le sugiere el visionado de la película Nomadland que está a punto de recibir por lo menos dos premios oscar (así en minúsculas como le corresponde) uno a la mejor actriz, Frances McDormand y otro a la misma Frances como partícipe de la producción de la mejor película:
La primera ocurrencia es que no merece premio alguno y que las nominaciones recibidas, a las que hay que añadir mejor dirección de Chloé Zhao, mejor guión adaptado, la misma Zhao, mejor montaje, otra vez Zhao y fotografía, Joshua James Richards, son en realidad una tomadura de pelo o quizás la constatación que justifican que esos premios se escriban en minúsculas, cada vez a un nivel más bajo en lo que se refiere al arte cinematográfico que se supone es lo que van a resaltar.
La segunda ocurrencia es imaginar al otro intérprete profesional, David Strathaim, tomándose una refrescante jarra de cerveza en compañía de su buen amigo John Sayles contemplando una bonita puesta de sol y diciéndole a su colega: Juanito, tío, ¿te acuerdas de esa película que te dije iba a rodar junto a la Frances, que ella misma producía? ¡Pues ojalá la hubieses escrito y dirigido tú, chaval, porque me parece que no ha salido como yo esperaba. Aparte: si no han visto o leído referencias a las películas de John Sayles, aquí tienen muy cercanas referencias. Basta que escriban Sayles y le den al botón de busca.
La tercera ocurrencia se relaciona con el mito del buen salvaje, una de cuyas formulaciones más conocidas es la que pergeñó Jean Jaques Rousseau y que sin entrar en profundidades filosóficas es entendida básicamente como la expresión de la bondad natural de la especie humana y el abandono de esa libertad en ciertos aspectos para poder vivir en paz con los vecinos.
Da la sensación que el guión de Zhao parte de la búsqueda del individuo de una libertad que le ha sido privada por unas razones u otras: su protagonista, Fern (Frances McDormand saliendo en casi todos los fotogramas con la misma mueca impávida en el rostro) reacciona huyendo al desastre económico y personal que se nos relata en el inicio: quedó viuda y el pueblo donde residía desaparece al cerrarse la empresa que promovió el nacimiento del asentamiento: adapta una furgoneta como vivienda y toma las de villadiego y en el camino conocerá un montón de gentes como ella que no pueden adaptarse a convivir con otros asumiendo ninguna obligación personal, que necesitan vivir a su aire, sin que ello signifique que renuncien a la solidaridad circunstancial y momentánea, pero siempre sin ataduras.
El título de la película es engañoso porque Nomadland significa tierra de nómadas y esas gentes que vemos (todos verdaderos nómadas, ninguno actor de profesión) se mueven de forma circular transitando por los grandes espacios de los Estados Unidos de Norteamérica, esos desiertos tan cinematográficos que cruzan para ir de un almacén de Amazon en las fiestas navideñas al parque temático de dinosaurios en verano y vuelta a lo mismo trabajando en lo que sale para sobrevivir: no son pedigüeños, algunos son pensionistas jubilados, ninguno puede estarse quieto mucho tiempo en el mismo lugar: tienen mal asiento.
La cuarta ocurrencia es que Zhao pretende vendernos un gato por liebre: en el propio guión hay detalles que chocan contra esa propuesta teóricamente anti sistema, esa pretendida búsqueda de la libertad personal fuera de un capitalismo atroz que lo mismo funda un pueblo que lo deja vacío de sostén económico, ese deambular vital en busca de una vuelta a la naturaleza solitaria de los grandes espacios: hay un momento en el que un personaje asegura que todos esos viajeros a ninguna parte que se en realidad se mueven de forma cíclica vienen a ser como los pioneros del lejano oeste y fue oir esa afirmación y constatar que en toda la película no aparece ningún americano autóctono por generaciones y tampoco ningún negro dignos de mención y los que toman la palabra con grandilocuentes frases vienen a ser físicamente herederos de los que se aventuraron en tierras inhóspitas habitadas por los naturales del país: ese grupo está formado por un montón de inadaptados que rechazan la sociedad pero que en cuanto tienen unos retortijones acuden a la sanidad que pagan los que están cediendo parte de su libertad para obtener cobijo y trabajan y pagan sus impuestos; y cuando necesitan reparar una furgoneta reclaman, exigen, un préstamo de los parientes, asegurando que lo devolverán, porque, agárrense bien, pronto llegarán las navidades y ganarán buenos dineritos en Amazon.(Para mí que huele a propaganda, a un "emplacement" digno de formar parte de la historia de la desvergüenza)
Uno tiene la sensación que a todas esas gentes la calificación de nómadas no se les ajusta más que por el hecho que llevan su casa a cuestas, pero el grupo no se comprende como tal porque ni siquiera existe una unión entre ellos más que ocasional cuando coinciden en algún lugar y desde luego no parecen motivados por un rechazo total a la sociedad capitalista de la que todos proceden y a la que vuelven con prontitud para hacer caja y poder seguir deambulando a su libre albedrío sin ataduras: llevado a un extremo, diríase que más que nómadas son progres de paseo, pero desde luego no hay en el guión asomo alguno de crítica a la sociedad capitalista y esto sí que me sorprendió porque las voces propagandísticas así apuntan en su mayoría.
En lo que hace al aspecto visual y cinematográfico, no hay nada remarcable ni digno de mención: fotografiar bellos paisajes no tiene mucho secreto para alguien con un poco de experiencia y habida cuenta que la propia Zhao se hace responsable del montaje habría que decirse que se olvidó de las tijeras y nos suelta un metraje excesivo a todas luces lo que comporta, además, un falta de ritmo exasperante, una falsa morosidad que no lleva a ninguna parte más allá del aburrimiento mortal del espectador, ausente como se halla de excusa alguna para interesarse ya que el estatismo inane de la protagonista y la escasa calidad de los diálogos nos hurtan toda posibilidad de emocionarnos.
Una castaña en toda regla, vaya. Le darán los premios señalados, eso sí, pero es una castaña, así que quizás sea mejor ahorrársela y ver cualquier película de John Sayles, por ejemplo.
