La globalidad. Quizás el aspecto que más ha ayudado ha redimensionar el impacto del fútbol a nivel mediático pero, que del mismo modo, ha hecho que vaya perdiendo unas señas románticas que, de a poco, irán desapareciendo hasta el punto en el que el rendimiento económico de los proyectos deportivos justifiquen movimientos, sobre todo en la planificación deportiva, que, fríamente, pueden cruzar la fina línea que separa la brillantez de la temeridad. Hace unos minutos me he enterado de la contratación de Freddy Adu por el Bahía, convirtiéndose, si nada sale mal, en el primer jugador de los Estados Unidos en jugar profesionalmente en Brasil, cuna no de los creadores de este maravilloso juego, pero sí de los que más tardes de fútbol vistoso habrán regalado en la historia.
La llegada del internacional yankee tiene un primer análisis de transferencia puramente comercial. Traer a un jugador que si bien no ha confirmado nada de lo que se esperaba desde que despuntó con las inferiores de Estados Unidos, goza de una atención mediática poco justificable con lo mostrado desde que inició su aventura Europea en el Benfica. Bahía tiene una importantísima masa social y que lleva unos meses trabajando en un proyecto ambicioso en cuanto a colocar al equipo en una posición importante en Brasil ahora que medio mundo va a estar pendiente de lo que allí ocurra por las fuertes inversiones que se están haciendo en traspasos y por los próximos eventos deportivos que tendrán allí su sede, encuentra en el fichaje del que fuera gran promesa futbolística, más allá del resultado deportivo, un fantástico reclamo para ganar cuota mediática y hacer 'familiar' su nombre en el jugoso mercado norteamericano.
Pero hasta para este tipo de historias existe una visión romántica. Recuerdo unas palabras de Valdano en las que hablaba del fútbol africano con 'una materia de aprendizaje silvestre en donde la pobreza enseña mejor que la abundancia'. En aquel entonces, ni conocíamos la existencia de Messi, ni existía un lugar en el mundo donde la probeza y las dificultades fueran tan habituales como en el continente negro. Adu nació en Ghana en 1989. Cierto que a los ocho años se mudó a Rockyville en los Estados Unidos, pero sus primeros pasos en el fútbol los dio jugando en su Tema natal. Una bonita mezcla del aprendizaje local y el perfeccionamiento en el país donde el deporte, por muy minoritario que sea, está altamente profesionalizado, que acabó (?) seis años después con el chico siendo una estrella, firmando contratos de patrocinio deportivos que le solucionaban la vida y siendo señalado como el nuevo Pelé.
Todos conocéis como ha ido transcurriendo su carrera y por ello encuentro un componente altamente emotivo el que dé un nuevo giro a su carrera marchándose al país de Pelé. Es como si se cerrase un círculo, comercial para el gran público y, dependiendo de su madurez como futbolista profesional, de un alto grado de responsabilidad para el propio Freddy, en un club que busca afianzarse en la máxima categoría tras una etapa deportiva algo dura de la que han salido haciendo un gran esfuerzo a todos los niveles.Sin la presión de tener que ser el líder de un gran equipo, pero sabiendo que nadie se olvida de él, tiene la gran oportunidad de volver a la élite en un campeonato competido y de repercusión.