¿funcionan los régimenes prohibitivos...?

¿PULSIONES Y PROHIBICIONES EN TU RÉGIMEN?
Alcanzar el peso ideal, o mantenerlo, es un deseo o una necesidad que depende de como se lleve a cabo en algunos casos  puede convertirse en obsesión..
La delgadez la mayoría de las veces  es considerada sinónimo de hambre y prohibiciones. Sin embargo, cuando observamos la forma de comer de las personas naturalmente delgadas, nos damos cuenta de que su comportamiento alimentario es totalmente primario: escuchan sus sensaciones, comen cuando tienen hambre y lo que les apetece y se detienen cuando dejan de tener hambre.

Sobre todo, no se privan de nada ni demonizan ningún alimento o grupo de alimentos. (siempre controlando las cantidades!! ya que ningun exceso es bueno)
La alimentación no es un enigma o un rompecabezas, es algo natural y evidente. Aquí reside el secreto, pues no hay nada peor que tener algo prohibido para desearlo: "la restricción cognitiva",también recibe el nombre de «estado de régimen permanente»
 

¿QUE ES LA RESTRICCIÓN COGNITIVA?

Ningún ser humano, por mucha voluntad y motivación que pueda tener, podrá privarse toda su vida, y en todas las ocasiones, de alimentos placenteros (pues está claro que los alimentos prohibidos siempre son fuente de placer).
Cuando nos salimos del régimen, en general comienza una pérdida de control, que tiene algo de venganza sobre todas las restricciones que hemos sufrido antes.Podríamos afirmar que la restricción cognitiva tiene dos caras muy visibles:
- El hipercontrol: durante el cual hay un control perfecto del régimen alimentario.

- La desinhibición o pérdida de control, que supone una forma de acceso a la hiperfagia y compulsiones alimentarias incontrolables.
Esta restricción cognitiva, inducida por tantos regímenes drásticos y desequilibrados, está en el origen de las compulsiones alimentarias y estas compulsiones están a su vez en el origen del fracaso de los regímenes.

¿Qué quiere decir «régimen»?

La palabra régimen viene de la palabra latina «regere», que quiere decir «dirigir». Por lo tanto, un régimen solo es una línea de conducta que se debe seguir y que no implica necesariamente nociones de prohibición o de restricción.
Así pues, existe una variedad de regímenes alimentarios, desde los más drásticos a los más flexibles, de los más científicos a los más caprichosos, por lo que es evidente que no se pueden poner todo en el mismo saco.
Si bien la mayoría de ellos presentan una lista de prohibiciones y de reglas estrictas (disociaciones, asociaciones, horas de consumo estrictas durante el día…), otros son más flexibles y permiten más libertad.
No todos los regímenes producen frustración o compulsiones...La idea es no sentirse a régimen y para ello es mejor elegir un método de adelgazamiento que analice los hábitos alimentarios, las preferencias, las necesidades y los deseos, y que los tenga en cuenta para elaborar cada régimen.
Por ejemplo, una persona no está acostumbrada a desayunar y prefiere un tentempié a media mañana, o suele merendar por la tarde, otra solo tiene tiempo para una comida rápida a medio día y por la noche cena en familia, o quizá desea una comida de fiesta los fines de semana o darse un gusto con un poco de chocolate después de comer. No hay que olvidar los deseos o las necesidades de cada cual, pues podría crearse esta famosa frustración que está en el origen de todos los fracasos.
Conclusión...

La solución para acabar con las compulsiones alimentarias está en no prohibir  ningún alimento.
Efectivamente, ningún alimento hace engordar o adelgazar por sí mismo. El truco está en integrarlos inteligentemente en la alimentación, pues el mero hecho de que estén «autorizados» reduce el nivel de obsesión. Es fácil limitarse a las cantidades aconsejadas y seguir el «régimen» sin frustraciones a largo plazo, esperando alcanzar (o mantener) el peso ideal.