Revista Cultura y Ocio
Cuando te llaman para presentar los premios de Galapagar es que la Navidad está cerca. Ni Corte Inglés, ni lucecitas, ni leches. Galápagos.
Ayer intenté echar la cuenta de los años que llevo dándole a la sin hueso en estos galardones y me faltaron dedos en las manos. Es una señal indiscutible de que me estoy haciendo mayor.
Pero lo bueno de la cuestión es que durante el rato que estás en Galapagar te encuentras con viejos (con perdón) amigos, te reparten sonrisas, te dicen aquello tan bonito de "cada día estás más guapa" (viva la corrección política y la mirada dulce de quien te aprecia) y tú sales de allí con la faja a punto de estallar, porque acabas de ganar dos kilos (más).
Este año, los premiados eran los banderilleros Alberto Zayas (mejor par de banderillas, premiado por Taxidermia Justo Martín Ayuso) y Miguel Martín (mejor subalterno, premiado por el Club Taurino Frascuelo), ambos de la cuadrilla de Víctor Barrio; el picador El Chano (mejor picador, premiado por el Pub Cheval), también de la cuadrilla de Víctor Barrio... ¿vinieron en la furgoneta del matador?; las ganaderías de San Román (mejor novillo, por "Corbatillo") y Hermanos Pérez Villena (mejor ganadería, Memorial José María Escudero) y el novillero Adrián de Torres (mejor faena, Memorial Vicente Bustillo, y Galápago de Oro al triunfador de la feria, otorgado por el Ayuntamiento de Galapagar).
Que sea enhorabuena. Y gracias por contar conmigo un año más.