Hay personas que no valoran como se merece la amistad.
Estas personas, por norma general, suelen tener un buen puñado de buenos amigos desde niños, los conservan por inercia o distancia a lo largo de los años y cuentan con ellos en la edad adulta, sin entender realmente cual es el valor de esas amistades.
He contado ya en varias ocasiones que yo no tengo amigos. La razón es que no soy el tipo de persona que los tiene en su entorno inmediato y, además, tengo unos niveles de exigencia que hacen difícil contar con amistades del estilo de las que hablamos, a saber; gente con la que te puedas tomar un vino regularmente, o salir a comer, o a visitar algo en tu entorno inmediato. No soy así.
Tal vez o sin ninguna relación con esto, valoro profundamente ciertas amistades lejanas que me han ofrecido su apoyo o su interés sin medida ni contraprestación desde la distancia. Es el caso de mi hermano Piki en Asturias o, en otro lugar, de Mariano Fisac.
Conocí a este singular "Englishman in NewYork" en 2008, en mi primer verano completo de tendero en La Trastienda catastrófica. Entonces no lo era y Mariano tampoco era blogger, ni escritor, ni pieza clave en contar la revolución del vino a ras de suelo en Galicia. Yo ya era como soy, o casi. Era mas aventurero, mas osado, mas incauto. Y estaba sano.
Pero volvamos al relato. Mariano Fisac es muchas cosas pero las importantes son tres.
Mariano es realista. Es un tipo pragmático cuando toca, emocional cuando puede y honesto cuando debe. Es así porque piensa, creo yo, que es lo justo. Y ser justo te obliga a decir las cosas tal cual las entiendes, estés o no en lo cierto. No es justo medir por interés económico o personal. Es justo medir para no herir, o medir en un relato de algo porque uno cree, sinceramente, que a su alrededor se produce un abuso. Luego están personas como yo que no sabemos medir, pero esa es otra historia.
Mariano es mi amigo y, por lo tanto, este relato carece de objetividad alguna. Tampoco son objetivos ninguno de los escritores sobre vino que conozco, ni ningún gurú, crítico, catador profesional o amateur...nadie. La objetividad en prensa es un mito, bonito, pero invalido y falso. Sin contexto no hay noticia. Así que vivir el contexto, ver el entorno de algo y profundizar en sus raíces humanas y físicas es indispensable para ser justos pero, sin duda, acaba con la objetividad.
Así que si, ser objetivo es un mito.
Otra cosa que es Mariano es un currante. Es un tipo metódico, que sabe que quiere decir y como, que no dudará en echarle horas a algo para que realmente sea exacto, exahustivo. Es capaz de ser técnico y humano a un tiempo, algo difícil en general y mas en el vino. Y sobre todo está cuerdo. Esto, que de partida parece lo mínimo que se puede pedir a alguien que escribe sobre algo esta infravalorado. Hay muy pocas personas realmente cuerdas o sino sería difícil leer las cosas que se leen de eméritos opinadores o jóvenes gastrocanaperos. Mariano es otra cosa.
En la presentación de este "Galicia entre copas" en la Casa de Galicia en Madrid había 100 personas. En Madrid, un lunes a las siete de la tarde. Había periodistas, hosteleros, elaboradores. Había estrellas del orbe vino y de lo gastro trendy y había gente normal. Estaba Sebio, Xurxo Alba, Xoan Cannas, Pepe Solla (que prologa el libro). Faltó gente, yo creo, que aunque no lo vean así le deben bastante a Mariano. Mucho tal vez. Pero los que estaban eran los que realmente querían estar y, creo yo, debían estar. Debíamos estar.
No cuento nada del libro porque no quiero y porque creo, honestamente, que no leerlo es claudicar a una serie de tópicos y falsas creencias alrededor del vino que no me parecen de recibo. No veo razonable seguir creyendo que el mejor albariño lo es porque le dan muchas medallas y sale en muchos saraos, o porque lo diga Paula Vazquez. No veo razonable creer que un señor mayor, porque hace mucho era el único que se molestaba en puntuar vinos en España, sea hoy en día el único adalid del vino de calidad y voz autorizada para todo. No veo lógico ni razonable tampoco creer que hay que ser titulado en algo para hablar de ese algo, sobre todo cuando la carrera en cuestión no lo era hace 25 años y porque para hacer vino no hace falta ser enólogo (y esto está mas que demostrado). Ser enólogo ayuda, que duda cabe, pero ni faculta ni es imprescindible para hacer buen vino.
Así que, amigos y amigas, "Galicia entre Copas", el libro de mariano Fisac, es un recorrido vivo por una historia, unas personas y unos lugares dignos de ser conocidos, con apuntes útiles a la vez que necesarios y con una prosa ágil y certera que anima a conocer e ir mas allá de lo que cuentan sobre vino la prensa clásica o los periodistas sin alma.
El libro de alguien a quien tengo el orgullo de llamar amigo.
Uno de los pocos.
*Fotos: Pedro Giménez, de mi autoria y portada y acto de presentación en Madrid.