Revista Ciencia

Gatos, brujas y peste negra

Publicado el 13 febrero 2015 por Acercaciencia @acercaciencia

El significado de la palabra latina pestis no es otro que peste, calamidad o ruina. Aún hoy, cuando se quiere hacer referencia a algo malo, o que puede ocasionar un daño grave, se suele decir que es una “peste”. Referencias históricas a esta palabra existen muchas, sin embargo, hay sin dudas una que siempre aparece en la lista: la epidemia de peste negra que asoló Europa, Asia Menor, Oriente Medio y el norte de África a mediados del siglo XIV de nuestra era. Se calcula que entre los años 1346 y 1353 falleció entre un cuarto y un tercio de la población europea a causa la peste, fracción que significó cerca de 20 millones de habitantes. Se trató de una epidemia que se extendió muy rápidamente y no hizo distinción de edad o estratos sociales.

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Cuadro que representa la peste negra en Florencia en el año 1348. Fuente Wellcomeimages.org

Teniendo en cuenta que el mundo medieval estuvo dominado por la Iglesia católica y que la misma tuvo gran influencia en todos los órdenes de la vida ¿Qué tal si algunas de estas creencias religiosas hubiesen ocasionado un gran desequilibrio ecológico? Desequilibrio que trajo consecuencias nefastas entre las que se cuentan que esta epidemia de peste fuese la más devastadora de la historia.

Ni la primera ni la última

A pesar de que el brote de peste del siglo XIV no era el primero de la historia de la humanidad, para esa época nadie disponía de indicios sobre la naturaleza o el mecanismo de difusión de la enfermedad lo que hacía improbable que se plantearan acciones de prevención. Las personas solían atribuir el mal a combinaciones astrológicas desfavorables o a aires o vapores pútridos, entre otras cuestiones.

En base a diferentes investigaciones arqueológicas y análisis de registros literarios y médicos hoy existe un gran consenso de que la epidemia conocida como “muerte negra” se trataba de una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Yersinia pestis. Sin embargo, este conocimiento no llegó sino hasta finales del siglo XIX luego de que ocurrió la tercera pandemia de peste en China. Desde entonces, la propagación de la enfermedad y su incidencia ha disminuido sobre todo debido al mejoramiento de las condiciones de higiene de las ciudades, el desarrollo de los antibióticos y el conocimiento científico acerca de la epidemiología de la enfermedad.

La enfermedad se denominó Peste Negra o Muerte Negra porque una de sus características era la presencia de zonas negruzcas en la piel debidas a hemorragias subcutáneas. Hoy se sabe que existen tres variantes de la “peste”. La más extendida es la peste bubónica, que afecta a los ganglios linfáticos y provoca la inflamación (forúnculos o bubones) de aquellos situados en la garganta, en las axilas y, especialmente, en las ingles. Este tipo fue el más habitual en la baja edad media europea. Teniendo en cuenta que no existían los antibióticos en aquella época, la mortalidad de los afectados era superior al 75% y la mayoría moría en la primera semana tras la aparición de la enfermedad. Esta forma no se transmitía de persona a persona, sino que requería de un vector sobre el qué les contaré en breve. La forma septicémica ocurre cuando la bacteria pasa al sistema circulatorio. Los pacientes experimentan fiebre, escalofríos y síntomas gastrointestinales similares a septicemias causadas por otras infecciones bacterianas. Por último, la forma neumónica resulta la más devastadora. Afecta a los pulmones transmitiéndose con facilidad de persona ya sea a través de la tos y los estornudos. Sera letal casi en el 100 % de los casos.

Peste negra, ratas y gatos

A black rat sitting upright on the ground. Etching by W. S.

Dibujo antiguo de una rata negra. Fuente Wellcomeimages.org

¿Cómo se contagiaba la peste bubónica? En base a las investigaciones actuales la causa más común de contagio de la enfermedad seguramente estuvo relacionada con los roedores y sus pulgas, pudiéndose transmitir de los roedores a los seres humanos por la picadura de una pulga (vector) infectada con la bacteria Y. pestis, aunque también por contacto directo con animales infectados o con sus productos.

Como mencioné antes, las bacterias causantes de la enfermedad Yersinia pestis afectan a ciertos roedores y a sus parásitos, en especial a la rata negra (Rattus rattus) que abundaba en Europa por esas épocas y a su pulga, Xenopsylla cheopis. Una rata enferma, portadora de la bacteria, puede infectar a la pulga que se alimenta de su sangre y esta pulga, en determinadas condiciones, transmite la enfermedad a los seres humanos. ¿Y por qué? Una vez que la rata enferma murió de la peste, las pulgas que viven en ella se encontrarían sin hogar e irían en busca de un nuevo huésped. Desafortunadamente, el nuevo huésped podía ser un ser humano.

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Pulga de la rata Xenopsylla cheopis. Fuente: Michael Wundrili. Flickr.

Conociendo esta información que les acabo de contar, imaginemos que estamos situados algunos años antes de la epidemia, en el siglo XIII, en alguna ciudad de Europa. Una ciudad con el hacinamiento característico de la época, el exceso de población, la falta de organización sanitaria, las calles pobladas de cerdos y ratas, una situación no muy favorable de salubridad. Pero tendríamos al menos los gatos que contribuirían a controlar la población de uno de los responsables de la diseminación de la peste: las ratas. Ahora bien, ¿qué pasaría si de pronto elimináramos de la historia a los gatos?

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De gatos, brujas y cadenas tróficas

IvanWalsh.com flickr

Créditos: IvanWalsh Flickr

En la época medieval uno de los depredadores más importantes de las ratas negras salvajes era el gato (Felis doméstica), domesticado por los Egipcios e introducido en Europa por los Fenicios en el siglo IX a.C. Los felinos eran muy valorados por mantener alejadas a las ratas de las casas y de los lugares donde se almacenaba alimento. Pero todo cambió de un momento a otro y el gato pasó de ser un animal hogareño a ser temido, odiado y perseguido, sobre todo aquellos de color negro.

Recordando que en la edad media la Iglesia Católica fue la entidad más poderosa y que las masas se consumieron con la presencia del mal y la erradicación de cualquier forma que este pudiese tomar, cualquier decisión eclesiástica tenía una profunda influencia sobre la vida cotidiana. A fines del siglo XII, al sur de Francia comenzó lo que fue la primera Inquisición. Se trataba de tribunales formados por religiosos con el fin de combatir la herejía y la brujería. Ser hereje consistía en tener una opinión contraria al dogma de una religión y no acatar la autoridad establecida de esa religión.

Robert Benner  de Flickr

Créditos: Robert Benner Flickr.

Al mismo tiempo que esto ocurría comenzó a observarse al gato como un animal sospechoso de confabular contra las autoridades. Estas sospechas se basaron en parte al desconocimiento de la fisiología del gato y de su comportamiento debido sobre todo a su carácter reservado y su capacidad de sobrevivir circunstancias extraordinarias. Por otra parte, muchos de ellos eran asociados a las llamadas “brujas” y a actos de brujería. La población en general llegó a temer a los gatos a tal punto que se determinaron una serie de características satánicas asociadas a los mismos. El primer paso para condenar al animal tuvo lugar a comienzos del siglo XIII de la mano del papa Gregorio IX, quien en una de sus bulas (documentos) realizó una asociación entre los gatos y el diablo. Los gatos fueron establecidos como consortes del mal, de Satanás. Fue así que tanto la religión Católica como los ciudadanos en general condenaron a estos animales y lentamente comenzaron a exterminar, en muchos casos, mediante tortura y fuego, tanto a las brujas como a la representación del mal: los gatos negros.

¿Qué sucede cuando en una cadena trófica se elimina un eslabón? Para recordar un poco sobre ecología, una cadena trófica (alimentaria) está constituida por una serie de organismos, en el que cada uno se alimenta del precedente y es alimento del siguiente. Las consecuencias en caso de desaparecer un eslabón de la cadena son casi, en su mayoría, negativas. En primer lugar desaparecerán con él todos los eslabones siguientes pues se quedarán sin alimento, se superpoblará el nivel inmediato anterior, pues ya no existe su predador, y por último, como consecuencia de ambas cosas, se desequilibrarán los niveles más bajos. Lo mismo ocurrirá con las redes tróficas de las cuales esta cadena sea parte.

Según las fuentes consultadas, en base a las supersticiones y decisiones eclesiásticas, con el correr de los años se mataron a casi la totalidad de gatos, de cualquier color pero en particular a los negros y a cientos de miles de mujeres acusadas de brujas, entre muchos otros acusados de herejía. Algunos textos señalan que los gatos llegaron casi a desaparecer. Como consecuencia de la gran matanza de gatos, y sin falla de los principios ecológicos, hubo una enorme proliferación de roedores sobre todo de “la rata negra” transmisora, a través de la pulga, de la letal peste negra.

Realizar aseveraciones sobre lo que podría o no podría haber pasado de haber mayor cantidad de gatos presentes en el siglo XIV resulta una tarea fútil. Lo que sí puede concluirse es que si bien la peste estuvo presente en esa época, el hecho de que uno de los huéspedes de la pulga (vector de la enfermedad) estuviese superpoblado en Europa, fue algo que en todos los textos consultados es señalado como un hecho que contribuyó a hacer que el brote fuera el más letal de todos los tiempos.

Bibliografía consultada:

*Odum, Eugene P. (1985). “Ecología”. Ed. Interamericana.
*Donald W. Engels (1999). Classical Cats: The Rise and Fall of the Sacred Cat. Psychology Press.
*John R. Campbell,M. Douglas Kenealy,Karen L. Campbell Animal Sciences: The Biology, Care, and Production of Domestic Animals.
*Bill Fawccet. (2010). 100 Mistakes that Changed History.
*Ole J. Benedictow. (2011). La Peste Negra, 1346-1353: La historia completa.
*European Witch Trials: Their Foundations in Popular and Learned Culture, 1300-1500.
*Linda Kalof. (2007). Looking at Animals in Human History.
*Carlos E. Sánchez-David. La muerte negra. “el avance de la peste”. Revista Med, vol. 16, núm. 1, enero-junio, 2008, pp. 133-135, Universidad Militar Nueva Granada. Colombia
*Samuel K. Cohn. JR. (2008). 4 Epidemiology of the Black Death and Successive Waves of Plague. Med Hist Suppl; (27): 74–100.
*Rachel C. Abbott and Tonie E. Rocke.Plague.(2012) National Wildlife Health Center.
*Pestilential complexities: understanding medieval plague, Medical History. Med Hist. 2010 Jan; 54(1): 133–134.

Gatos, brujas y peste negra
por Cecilia Di Prinzio

Biotecnóloga, docente y con ganas de hacer cosas para construir un mejor mañana.
@cecidiprinzio


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