Me gusta el nombre de un vino cuando lo siento bien puesto. Un nombre de esta condición tiene que darte una idea de su carácter, de cómo es y de qué quiere darte su creador. "Gatzara" es una palabra muy bonita en catalán que significa "hablar con locuacidad, con alegría". Esa es su etimología, claro, porque después los diccionarios nos cuentan su historia más reciente. Es palabra que procede del árabe (nos dice Joan Coromines), del verbo "gázzar" y el sustantivo "gazâra", pura onomatopeya que describe ese hablar alegre y vivo pero en tono casi de murmullo. En castellano dio una palabra casi idéntica: algazara (¡qué bonita!), aunque también habrá quien la traduzca por bullanga, jarana o alborozo. En cualquier caso, una palabra muy bien encontrada para este vino, que da alegrías y habla y hace charlar pero sin estridencias.
A su creador le conozco desde 2004. Ton Castellà. Compartimos una vendimia en el Priorat y desde entonces hasta hoy. Los encuentros no han parado hasta que el año pasado, con indisimulado orgullo (faltaría) me dio a beber sus primeros vinos en Montblanc. Los hace en la DO Conca De Barberà y desde esa maravilla que se llama Viver de Celleristes de la Conca de Barberà. Gatzara vins trabaja con distintas variedades de uva pero su seña de identidad, la de la DO entera, es el trepat. La cuidan, la miman, buscan conocerla a fondo para darnos en la botella sus mejores características, que son las de su tierra. Cepas en vaso de 40 años que no han conocido ningún producto químico. Vendimia algo tardía (16 de octubre de 2010), con selección a pie de viña. Derrapada la uva y con un prensado ligero, Ton hace una maceración prefermentativa en frío. 8 días. La fermentación es en acero inoxidable con control de temperatura. Después de la maloláctica, el vino reposa con sus lías finas (hay un suave filtrado, pero no estabilización) y se embotella. No hay más.
La uva fue recogida para ser ensamblada, al final del proceso, con tempranillo, pero en cuanto Ton vio el grado alcohólico (¡11,5%!) cambió de opinión. Hizo santamente. El destino natural de este trepat hubiera sido el de convertirse en complemento y balanza de una tempranillo más robusta y de por lo menos 14%. Estos 11,5% de alcohol y el proceso de vinificación nos dan la cara más amable y alegre, más bebible del trepat. Sorprende su color, que es casi el de un clarete. Es puro zumo de granada, brillante y atractivo. Huele y sabe muy varietal, deliciosa y delicadamente varietal, diría. Coge un poco de pimienta roja del árbol, estrújala en tu mano, mézclala (en tu cabeza) con frambuesas frescas y algo ácidas. Esto es Gatzara trepat 2010. Su característica más destacada es su versatilidad: acompaña la comida de maravilla. Se bebe como el agua y tiene un ligero posgusto vegetal entre el ciprés junto a la fuente y el laurel. Algún madroño asoma en el horizonte de este vino que se bebe como su nombre indica: con alegría pero sin gran estridencia. 1127 botellas (la 129 fue la mía) para quien las sepa encontrar.