Revista Arquitectura

Gente normal

Por Arquitectamos
Estos días los españoles estamos celebrando que nuestro rey cumple cincuenta años. En esta tesitura le han grabado a la familia real un vídeo con el que de nuevo quieren convencernos de que son "gente normal". Comen lentejas, la niña se quema... Lo normal.
Gente normal La infanta quemándose con las lentejas.
Yo no soy especialmente monárquico, pero tampoco antimonárquico. Lo que sí creo es que la monarquía es algo anacrónico y obsoleto. Me parece que en esto estamos todos más o menos de acuerdo, y que incluso los monárquicos defienden la institución por lo que tiene de simbólico más que por su utilidad práctica real. (O, dicho de otro modo, su utilidad práctica real es ser simbólicos).
Sin embargo -y a mi juicio erróneamente- desde hace muchos años, desde que se olieron la tostada y notaron su discutible encaje en una sociedad democrática moderna, todos los miembros, funcionarios y adláteres de la Casa Real se empeñaron en convencernos de que los Borbones eran "gente normal". Pues bien: A mí no me parece bien que los reyes sean "gente normal". Creo que su única razón de ser es la de ser sublimes. Para gente normal ya me quedo con mi tía Eduarda. Yo quiero un rey, una reina, unas princesas, unas infantas y unos etcéteras simbólicos, magníficos, excelsos, óptimos, extraordinarios, admirables... de todo. De lo bueno lo mejor. Ese es el único sentido de su existencia, su única razón de ser.
En el aspecto político no deciden nada, no gobiernan, no mandan, pero la Constitución Española le da al rey la potestad de declarar una guerra. Ahí es nada. La decide el gobierno, pero quien le da forma, quien le da voz, es el rey. Y así todo. El rey simboliza la unidad de la patria, la defensa de la nación, la estructura de la sociedad y hasta el mapa del territorio. El rey recibe a los campeones del mundial de fútbol y va a los entierros de las víctimas del terrorismo porque el rey es nosotros. El rey es yo, y yo, en algunas ocasiones, no quiero que me represente un político de carne y hueso, sino un ser etéreo, sublime, sobrehumano: mi rey.
La obligación básica del rey es casarse y tener hijos para perpetuar la dinastía. Y ya cuando se casó nos quisieron convencer de que era un hombre normal que se casaba con una mujer normal. Hombre, no me fastidie. Qué disgusto me dieron. Menos mal que luego vi la movida de la boda y no se parecía nada a la mía en la iglesia de Seseña Nuevo(1) (también llovió, eso sí), ni tampoco el banquete fue en Casa Mateo (bodas, bautizos y comuniones). Menos mal. Menos mal que puedo mirar a los reyes sin que se me caiga la cara de vergüenza. Menos mal que no son tan "gente normal".
En ese olimpo sublime y maravilloso la familia real tiene la carga de España a sus espaldas. Son España. Viven por y para (y sobre todo de) España. Por lo tanto siempre visten ropa española, promocionan la gastronomía española, la música española, la literatura española, el deporte español, la arquitAH, NO, ESO NO. (Arquitectura: Ni que quisiéramos darle un valor similar al de la gastronomía o la moda. ¿Estamos locos?)
Gente normal El casoplón real
Siempre se ha dicho que Felipe VI era el monarca más preparado de la historia de España. Es más, siempre hemos dicho todos que le íbamos a conocer como "Felipe VI, El Preparado". Ha estudiado un montón, por lo civil y por lo militar. Ha tenido grandes preceptores. Ha leído muchísimo. Desde que nació se pusieron todos los medios, humanos y materiales, para que su formación fuera perfecta.
Pues el día que tocó historia de la arquitectura se debió de escapar a fumar.
A nadie se le ocurriría pensar que el rey, preguntado por sus gustos literarios, dijera: "A mí los libros que me han marcado han sido Ambiciones y reflexiones y El alquimista". Tampoco nos creeríamos que en la recepción que le hicieron a Rostropovich le hubieran pedido: "Venga, Mstislav, tócanos ahora El conejo de la Loles".
Y sin embargo tenemos que tragar con que al hacerse su casa no recurrieran a los mejores arquitectos de España, sino que se hicieran un casoplón como el de cualquier "persona normal" (cualquier persona normal a la que le tocara tres veces la lotería primitiva).
Los reyes, precisamente por ser reyes, tienen que ser ejemplares. Tienen que ir a un funeral aunque no les apetezca. Y tienen que recibir a un campeón olímpico y a un premio nobel. Es así. Porque son la quintaesencia y la excelencia de la patria. Y tienen que leer a los mejores escritores y escuchar a los mejores músicos. En una suerte de "cuerpo místico monárquico" tienen que hacer todo lo que nosotros no podemos hacer y disfrutar por nosotros, vicariamente, de todo aquello que no alcanzamos. Los reyes tienen que ser ejemplares y tienen que ser "nosotros sublimados". Es decir, tienen que idealizarnos, trascendernos, vivirnos, vengarnos, justificarnos.
Porque si al final se van a hacer ese casoplón, si van a ser "gente normal", ¿para qué los queremos?
(1).- La iglesia de Seseña Nuevo (Toledo), del arquitecto Luis Prieto Bances, es bastante mejor edificio que la catedral de La Almudena de Madrid, pero una boda en La Almudena, sobre todo si entras en coche atravesando la plaza desde el Palacio Real, es mucho más rimbombante y tremenda que en Seseña Nuevo.

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