Hace unos días me encontré con una gineta recién atropellada en la carretera de Luanco a Peñas, poco después de coger la desviación, en la zona de Balbín. Hace unos días me habían comentado de otra en la variante de Luanco; sin duda este es el carnívoro más afectado por los atropellos en nuestro concejo.
La gineta es un carnívoro inconfundible, precioso, con ese pelaje gris y
negro que le sirve para camuflarse y pasar desapercibido entre las sombras de
la noche, porque es sobre todo un cazador nocturno. Perteneciente a
la familia de los vivérridos, de la que parece ser el único representante ahora
que el meloncillo se ha cambiado de equipo, y originario de África, parece que
introducida por el hombre en nuestras latitudes. Si hasta ahora se aceptaba que
habían sido los árabes, ahora parece que puede remontarse más en el tiempo y
que fueron los romanos los primeros responsables. En todo caso, se ha adaptado
perfectamente, y presenta una distribución continua por la Península Ibérica y
el sur de Francia.
En Asturias se encuentra en todo tipo de ambientes, aunque
parece precisar la cercanía de ambientes rocosos o de arroyos. No es frecuente,
aunque tampoco rara. Su periodo reproductor es largo, ya que el celo comienza
en enero, y la emancipación de los jóvenes tiene lugar a finales de verano, en
agosto y septiembre. En Gozón debe estar extendida por todo el concejo, presentando cierto grado de competencia con un mustélido, la garduña.
Con la pena que me da que estos preciosos animales además de
atropellados acaben hechos un cromo, aplastados contra el asfalto y con todas
las tripas fuera, tras documentar el atropello lo aparté al margen de la vía.
Allí, al menos, tal vez sirva de alimento a los carroñeros.