Revista Política

Gran Hermano y la televisión

Publicado el 22 septiembre 2014 por Fabio Expósito Rodríguez @FabioExposito
La mayoría de nosotros vimos la primera edición de Gran Hermano, yo tenía 13 años y creo recordar que dejé de seguirlo tres temporadas más tarde. Aunque es cierto que hace no muchos años volví a ver una edición, como consecuencia de uno de esos vicios que implica compartir piso, afortunadamente no recuerdo ni a uno solo de sus participantes. De Ismael Beiro hasta hoy mi cerebro ha ido formateando todo este tipo de información inútil y yo le estoy muy agradecido.
Pero Twitter me ha dicho que Gran Hermano ha vuelto, al igual que también me dice que siguen otros programas como Sálvame o Mujer, Hombres y Viceversa. Afortunadamente veo muy poco la televisión, casi más por convicción que porque no me guste o no la disfrute, y precisamente ahí está el problema. ¿Qué tienen estos programas de contenido fácil para 'enganchar' a tanta gente?

Gran Hermano y la televisión

Logotipo de Gran Hermano


Empatía
Voy a relacionarlo con mi campo, cuando le aconsejo a algunos políticos que en redes sociales hablen más sobre sus aficiones que sobre política no suelen entenderlo. Y no lo comprenden porque desprecian el poder que genera la empatía. En los procesos comunicativos, a cualquier nivel, una sonrisa o una lágrima consiguen mejor resultado que la explicación racional de un filósofo o un científico. Eso es así, y sólo conociéndolo podremos adaptarlo a nuestras necesidades.
En la televisión lo saben, desde el principio, y por eso aunque Internet sea un medio más completo, la pantalla del salón sigue generando tanta adicción. Sociológicamente no puedo explicarlo, pero por lo general (y me incuyo) nos saber qué pasa en la vida de los demás. Incluso cuando son absolutos desconocidos, si su historia es interesante nos paramos a escucharla. Si habéis vivido en un pueblo sabéis de lo que hablo.
Y Gran Hermano tiene todo eso. Al fin y al cabo cada uno de nosotros hemos compartido casa aunque sea en un ambiente familiar, por lo que la empatía surge con el simple formato del programa. Y aumenta cuando desde la productora se busca a personas que además despierten sentimientos de afección por pertenecer a grupos sociales de rechazo (discapacitados, homosexuales, personas mayores, etc.) al mismo tiempo que se provocan conflictos en los que en mayor o menor medida nos vemos reflejados.
España y la televisión
Ahora bien, una cosa es que funcione y otra cosa es que se perpetúe. Muchos hemos pensado alguna vez que la mayoría de la audiencia que ve Telecinco sacaría poca nota en un test de inteligencia o de conocimientos culturales (cosa que por otro lado no es cierta).  De hecho en el resto de países Gran Hermano ha sido un programa con mucha audiencia pero también con un final.
Para mí lo preocupante está en las cadenas de televisión. Por supuesto que si una persona llega a su casa después de pasar el día en un trabajo de mierda no quiere preocupaciones, y si enciende la televisión para relajarse y están dando circo, comprará circo. Pero también es cierto que si el nivel cultural del país aumenta con el paso del tiempo, como es normal en la era de la información, los diferentes medios deberán adaptarse a ese cambio y ofrecer formatos con un contenido más trabajado.
En nuestro país sin embargo vamos a contrapedal y cada año parece que la televisión apuesta por contenidos más absurdos. Hace no demasiado Telecinco y Antena 3 competían por ver quién tenía más programas de contenido social (chismes sobre famosos). Y hoy en día parece que la cosa no ha mejorado, o al menos eso es lo que me cuenta Twitter, porque yo la televisión la sigo teniendo para limpiarle el polvo. Os dejo con una justificación similar al respecto. 


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