Y finalmente llegamos a la conclusión de la serie. Como habéis podido comprobar, GTD es mucho más que simplemente un sistema de hacer listas de tareas. Mi idea original era demostrar que no era posible comparar GTD con otros sistemas como Autofocus, lo que espero haber conseguido especialmente en los últimos artículos.
Para ser sincero, los conceptos que hemos repasado a lo largo de la serie, vistos de uno en uno, no son novedosos, y supongo que hay infinitas formas de ponerlos en práctica. El mérito de GTD reside, en el fondo, en haberlos reunido en un corpus coherente, fácilmente digerible y tremendamente práctico.
Como vimos al inicio, una de las claves para entender y aplicar GTD con eficacia es la motivación. De nada sirve conocer las técnicas y empezar a hacer listas si no hay un verdadero deseo de ser productivo –aunque quizá primero haya que entender qué significa ser productivo. De nuevo, esta no es una idea nueva –en realidad, necesitamos motivación para emprender cualquier reto si es que queremos tener éxito–, pero parece que se nos olvida con demasiada frecuencia.
Otra clave es la constancia, no menos importante que la motivación, e igualmente presente en la consecución de cualquier logro. En mi humilde entender, la mayoría de las personas que fracasan en implementar GTD no lo hacen por la dificultad de los conceptos, sino por la falta de motivación y/o constancia.
Dicho lo cual, espero haber dejado claro que GTD es mucho más que una forma de tomar el control de nuestro día a día. Es también una forma de tomar el control de nuestra vida como un todo.
Implementar y mantener listas es solo un paso, el primero. Debe seguirle un profundo análisis de quiénes somos, lo que queremos y cómo pensamos conseguirlo. Cuando se alcanza a vislumbrar esto, uno se da cuenta de que las listas, recordatorios y revisiones están supeditados a un propósito superior: organizar nuestra vida, definir nuestras metas, actuar conforme a nuestros principios y valores, y finalmente alcanzar el éxito, lo que sea que eso signifique para cada uno de nosotros.
Podemos intentar simplificar GTD, como han hecho ya varios autores, pero invariablemente nos dejaremos fuera algún elemento importante de la ecuación productiva. Cualquier receta rápida nos podrá parecer más fácil de implementar, y en principio parecerá que funciona –un coche con una rueda pinchada se puede mover unos cuantos kilómetros, pero finamente se deteriorará tanto que será imposible seguir adelante.
Creo sinceramente que GTD cubre el mínimo indispensable para ser productivo. No le podemos quitar nada, o corremos el riesgo de quedarnos tirados. De hecho, la mayoría de las personas que dicen que GTD es complicado y no funciona, nunca han conducido el coche con 4 ruedas, sino con 3, o incluso 2.
Quiero terminar planteándote un reto: prueba GTD de verdad, tal y como está diseñado, sin ponerle ni quitarle nada. Te aseguro que serás una persona altamente productiva –en el sentido que hemos estado describiendo a lo largo de la serie–, capaz de alcanzar lo que te propongas. Palabra de El Gachupas :-)
Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.
Foto por INTVGene (via Flickr)Si te gusta lo que has leído, cómpartelo arriba, danos tu opinión en un comentario y considera suscribirte al blog --es gratis.
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