En el mes de marzo de 2008, mi amigo E.Calamar publicaba sus impresiones sobre este vino. "Y aquí tenemos este Guitián Godello 2006, uno de los tres vinos que se elaboran de esta finca. El más básico en principio. Fermentación en cubas de acero inoxidable y embotellado a continuación, a diferencia de sus hermanos...Un vino que a pesar de ello no defrauda. Puro y complejo. Con una nariz muy característica: entre floral y mineral, con notas cítricas, de piel de limón, con ligeras notas de sésamo, valeriana, jabón de Marsella y parmesano que le dan complejidad. En boca, con la acidez muy bien integrada, con buen peso, bien graso, largo y disfrutable." Como siempre, Calamar la clavaba en su comentario final: "Perdónenme ustedes la osadía: nada que envidiar a la Borgoña". Cuatro años y cuatro meses después, abro una botella del mismo vino, una de las pocas que se han puesto a la venta (aunque no se lo crean: sobre los 12€) y que uno de mis contactos habituales en la Vinacoteca me ha guardado con celo (¡gracias, Carlos!). La probamos juntos en la última edición de la Música del Vi (esas cosas que todos hacen y no debieran: la típica botella que sale de debajo de la mesa...) y me quedé con las ganas de beber una con calma y tranquilidad.
Y aquí está la experiencia. Los Guitián, Ana Martín y Pepe Hidalgo decidieron dar un paso al frente. No hace tanto que los vinos blancos de Galicia han mostrado su aptitud para un buen envejecimiento. No hace falta hablar ni de DOs ni de variedades porque son casi todas. Yo mismo he tenido la ocasión reciente de beber un (para la casta) viejísimo albariño que, de fresco, casi se echa a hozar. Ese albariño no tenía más secreto que el de una fermentación en madera de castaño (acero no había...). Este godello de los Guitián no tiene más secreto que el poder de la fruta en una buena añada y su capacidad, diría innata, de guarda. Porque ni el viñedo es viejísimo (primera comercialización en 1991) ni hay otra cosa que la fermentación en acero y la voluntad de guardar ese blanco joven unos años para demostrar que algunas tierras gallegas y sus castas de uva blanca pueden llegar a la altura de otras grandes castas de la vieja Europa: la chardonnay, que citaba Calamar; la chenin blanc y la riesling, añado yo. Al tiempo... Este Guitián 2006, tomado cuatro años y cuatro meses después de la nota de mi amigo, demuestra que sus hacedores han convertido su hipótesis en tesis: guardemos esos cuatro años y pico la godello joven que ni ha tocado madera ni ha convivido con sus lías para nada ni etc. Mostremos el potencial que tiene la botella para desarrollar aromas terciarios. Y ya está. 13% para abrir sobre los 12ºC, dejar que respire una media hora y a beber. El vino tiene una nariz portentosa, algo más perfumada quizás que el que tomé en La música del Vi: domina el melocotón de secano y el orejón de albaricoque, se percibe una mezcla de miel y flor blanca de tilo, asoma un poco de hierbabuena y se intuye un vino tan goloso como fresco. Pero algo empieza a fallar...en nariz es más expresivo y enérgico que en boca ahora mismo. Su paso por el paladar es más lábil y escurridizo. Tiene menos entidad que lo que la nariz aventuraba. Se antoja un godello que anda entre el riesling GC de una buena añada (no excelente) y un deje lopezdeherediano. Los terciarios muestran un gran potencial, pero acaba asomando el acero y algo de óxido (ese es el mineral que se intuye, óxido de hierro) que me muestran un vino ya algo fatigado.
Tengo una constatación (en la que coincido con no pocos amigos que han probado también este vino) y una pregunta. Constato: el experimento funciona y este vino ha desarrollado un potencial de aromas que su juventud "enmascaraba" en otras virtudes. Pregunto: ¿por qué algo más de 50 meses? ¿Cada cuándo probaban el vino? ¿Cuándo y por qué decidieron que había que embotellar ya? Yo creo haber dado una respuesta pero es muy posible que vaya equivocado.