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Guojian chen; "antología de poetas prostitutas chinas".

Por Malaventura

Guojian chen;
Escuchar el susurro de los manantiales, las melodías que fluyen en el espacio hermoso del jardín donde el amor ata a los corazones bajo los pinos y cipreses. Vibran las cuerdas de la cítara, el viento acaricia las flores de primavera. En los lagos de aguas transparentes ocas, gansos y peces amigos de los enamorados llevan mensajes de amor. Una pareja de aves vuela entre los árboles. Los días se abren a la nostalgia de la tierra natal separada por una muralla de montañas vacías, y a esperar en la orilla del río la vuelta del amado que se marchó en medio de la escarcha. Las aguas del torrente no dejan de correr, pero por ellas no llega el amor que espera. 

Los amantes se despiden bajo la luz de la luna, queda el silencio y la pena, y un paisaje de bosques, arroyos y montañas, y un cielo donde va el ser querido. Caen lágrimas por el amado ausente como los pétalos en el otoño. El recuerdo de dos corazones entrelazados junto a las hojas de lotos impide conciliar el sueño. Quiebra las entrañas sin límites el desvelo de una cuita de amor, más profundo que el mar, más inmenso que toda la tierra, no distingue entre el día y la noche, entre la luz y las sombras, entre las estaciones. Se odia todo aquello que se llevó al amado lejos de los brazos del amante. 

El vino disipa la tristeza pero no evita el dolor de la ausencia. Pasan los años, el hoy desplaza al ayer, el tiempo vuelve los cabellos negros en blancos, arruga la piel, quebranta la lozanía. Si alguna vez vuelve, le contaría todo lo que ha sufrido. La única alegría es recordar lo compartido y lo soñado.

Versos delicados y bellos, sensuales y sinceros; versos tristes y sencillos. No son poemas, no son canciones, son sollozos de almas rotas.


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