Revista Regiones del Mundo

Hagamos historia

Por Nestortazueco

 

El periodista español Ernesto Villar (Madrid, 1972), tras recuperar el sumario completo de más de 3.000 páginas sobre el asesinato del presidente del Gobierno franquista, Luis Carrero Blanco, por un comando de ETA, cree que pudo haber una conspiración para acabar con este militar adicto a Franco. Así lo explica en su libro ‘Matar a Carrero’. Villar sostiene que ETA fue el autor material del atentado, pero no descarta que algunos sectores del régimen franquista que no tenían ningún interés en que Carrero Blanco siguiera vivo, estuvieran detrás de esta muerte, o dejaran actuar a los terroristas vascos, que en aquellos años aciagos, en 1973, eran vistos por muchos españoles y europeos que hoy no lo querrían reconocer como luchadores por la libertad. Villar, que en su libro hace un recorrido exhaustivo de la evolución política, ideológica y organizativa de ETA de finales de los 50, cuando se funda la organización armada, hasta el atentado contra Carrero Blanco, en diciembre de 1973, plantea algunas preguntas interesantes. ¿Por qué los terroristas pudieron moverse por Madrid con total impunidad y cometiendo bastantes errores e imprudencias en una época en que la Policía Armada actuaba con contundencia contra huelguistas y manifestantes y la Brigada Político-Social, la siniestra BPS del franquismo, no escatimaba esfuerzos de ninguna clase en perseguir antifranquistas pacíficos? El periodista madrileño no comprende porqué motivos los informes basados en las declaraciones de distintos confidentes e infiltrados en ETA que enviaba desde Bilbao el jefe de la Policía, el temible José Sainz, no fueron tenidos en cuenta en Madrid, aunque los etarras que  perpetraron el atentado contra Carrero estaban fichados desde año y medio antes. Villar no entiende que después del atentado no se decretara el Estado de excepción ni se pusiera en marcha una operación “jaula” (máximos controles policiales), como había ocurrido con acciones terroristas anteriores. También le extraña que la investigación policial fuera tan superficial y que los hechos sucedieran a escasos metros de la embajada de Estados Unidos,  y no descarta que en el atentado estuviesen involucrados los servicios secretos de otros países. Villar no afirma tajantemente que el atentado contra el presidente del Gobierno franquista fuera organizado directamente por el régimen, pero considera que desde la misma dictadura se respaldó por acción u omisión. A su juicio, la muerte de Carrero beneficiaba tanto a la derecha franquista como a la izquierda opositora y clandestina, porque la eminencia gris del Caudillo Franco tenía muchos enemigos dentro y fuera del régimen. El periodista cita a la hija de Carrero, quien dice en el libro que de Franco para abajo todos  sabían que se preparaba un atentado contra su padre. La periodista catalana Anna Grau, con la que compartí pupitre en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), hace ya muchos años, también ha escrito un libro sobre la muerte del presidente franquista, ‘De cómo la CIA eliminó a Carrero Banco y nos metió en Irak’. En este libro Grau  revela las verdades ocultas tras una multitud  de documentos secretos de la CIA y de otros servicios de inteligencia norteamericanos sobre la relación entre España y Estados Unidos. El libro es una historia de espías, engaños, mentiras y traición que cuenta como era España en la última etapa del franquismo. La periodista catalana, en contra de lo que sostienen otros de sus colegas, algunos historiadores y bastantes aficionados a la teoría de la conspiración,  pone en cuestión que la CIA estuviera detrás de la muerte de Carrero o del intento de golpe de Estado del 23-F. En una entrevista con el portal Periodista Digital, Anna Grau dice: “Si la CIA hubiera apoyado el asesinato de Carrero Blanco y, por otro lado, el 23-F tendrían un problema de esquizofrenia. No hicieron ni lo uno ni lo otro. El libro presenta documentos bastante inequívocos”. A su juicio, “EEUU no tenía porque dar golpes de Estado en España ni jugar a James Bond en nuestro país. Además, no consideraba a Carrero Blanco un obstáculo para la democracia. De hecho, el atentado le preocupa por temor a que sea el detonante de una involución”. Según esta periodista, que en sus tiempos de estudiante se caracterizaba por su brillantez intelectual y gran inteligencia, “el atentado de Carrero Blanco fue el 11-S de ETA. Se atreve a hacer algo que nadie se había atrevido antes y nadie estaba preparado mentalmente para que ETA actuara de esa manera”.

Una ciencia compleja

Con toda sinceridad, he de decir que no tengo los conocimientos necesarios para refutar la tesis de Anna Grau ni tampoco la de Ernesto Villar. Ambos son unos periodistas serios, y quizá la historia un día revele quién tenía razón y quién se equivocaba. En cualquier caso, creo que ambos libros demuestran que la historia es un ciencia compleja, difícil, que se escribe día a día y tiene que ser ejercida por profesionales. La historia  no es un dogma; tampoco es propaganda y mucho menos tiene que ser un arma de lucha política cargada de ideología. Desgraciadamente, en España, pero también en muchos otros países, los vencedores de guerras, contiendas y conflictos de todo tipo, generalmente, suelen escribir la historia a gusto de paladar; más que historia lo que suelen hacer son relatos seudohistóricos. Todos los vencedores en todas las situaciones lo hacen, con mayor o menor fortuna. El franquismo construyó una seudohistoria panfletaria, un relato de España entre 1939 y 1975 cargado de sectarismo, falsedades o verdades a medias. En los países que vivieron dictaduras comunistas, como Polonia,  ocurrió lo mismo. La democracia no cambió esta dinámica. No estoy diciendo que en España y en Polonia no existan grandes y buenos historiadores; estoy tratando de destacar que los vencedores democráticos del pasado dictatorial, en general, suelen estar más preocupados por la propaganda en la que ellos salen bien parados que por la historia de verdad, es decir la investigación científica basada en datos e información y contrastada, y no en memorias subjetivas,  de una etapa concreta. En España, donde en los últimos años han surgido muchos aficionados a la historieta sobre la guerra civil, el franquismo y la transición democrática, algunos políticos, periodistas y creadores de opinión pública nos tienen acostumbrados y nos aburren con una historia oficial repleta de juicios ideológicos, prejuicios, unilateralidad y sectarismo. Ahora resulta que tenemos democracia en España gracias a personajes como el Rey Juan Carlos I, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo y la transición fue modélica y un ejemplo para el mundo. Sin embargo, los procesos históricos, aunque sean cortos, no son relatos novelescos, casi siempre suelen ser etapas complicadas. ¿Qué pasó en España a la muerte de Franco? ¿La democracia llegó al país de la noche a la mañana? ¿El rey Juan Carlos fue aceptado en 24 horas por la mayoría de la población? En absoluto. Nos costó años, varios años de sudor, dolor y lágrimas, para construir un sistema democrático estable. Creo que ya es hora de dejarnos de verdades oficiales políticamente correctas. Hasta el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, el monarca era visto por muchos españoles como el continuador de Franco. Después, la situación cambió, porque una mayoría social se dio cuenta que Juan Carlos I estaba plenamente comprometido con la democracia. Y la transición no fue un camino de rosas. En su ensayo histórico ‘La transición sangrienta’, Mariano Sánchez Soler pone de manifiesto que el cambio político iniciado en España desde la muerte de Franco hasta la primera victoria electoral del PSOE, en octubre de 1981, no fue tan pacífico e idílico como lo pintan algunos. Al contrario, fue una etapa histórica de gran violencia. Hubo muchos muertos, casi 600 entre 1975 y 1983. Murieron muchos manifestantes y huelguistas y presos en cárceles, comisarías y cuartelillos; hubo numerosos atentados terroristas de ETA, del GRAPO y otros grupos de ultraizquierda y de la extrema derecha, episodios de guerra sucia por parte de los aparatos del Estado, huelgas reprimidas con violencia… También varios intentos de golpe de Estado, provocaciones de sectores militares y civiles  nostálgicos del franquismo, crisis económica e inestabilidad política. Con el paso de los años, la mayoría de estos factores negativos fueron desapareciendo, excepto el terrorismo de ETA hasta fecha reciente. España, poco a poco, con altos y bajos, cambió, y lo hizo profundamente, y la democracia se asentó. Así lo demuestran centenares de libros escritos por historiadores, economistas, politólogos, ensayistas y otros científicos sociales españoles y extranjeros. ¡Quién lo hubiera dicho en 1976 o 1978, cuando muchos españoles nos levantábamos cada mañana con la preocupación metida en el cuerpo, porque no sabíamos si  un grupo de generales trasnochados iba a sacar los tanques a la calle o si los terroristas de ETA estaban preparando un nuevo atentado! Desde el punto de vista del análisis político y social, creo que los españoles fuimos  inteligentes, y es por eso que pudimos superar gran parte de las dificultades y construimos un sistema democrático imperfecto, pero sólido. Muchos jóvenes de hoy en día piden una mejora profunda de este sistema, y creo que  tienen razón. Pero se equivocan los adanistas alentados por demagogos que lo cuestionan todo, se cargan la transición de un plumazo y niegan la existencia de un régimen democrático en España. Esos ignorantes e irresponsables aficionados a reescribir la historia a través de un grueso filtro ideológico, sin rigor de ninguna clase y sin la mínima honradez intelectual, ponen mucho empeño en su labor de manipulación e intoxicación. Salvando las distancias y diferencias, algo parecido ocurre en Polonia.

Polonia también

En 1988, después de muchos años de convulsiones sociales y políticas y una situación económica deplorable,  comenzaron las conversaciones de los representantes del PZPR (el Partido Comunista en el poder) con la oposición democrática. En invierno de 1989, como resultado de las negociaciones de la denominada ‘Mesa Redonda’ fue firmado el acuerdo que establecía  elecciones parcialmente libres a la Cámara de los Diputados, ya que la oposición tenía asegurados el 35% de los escaños, y totalmente libres al Senado. Los comicios  del 4 de junio de 1989 dieron la victoria al sindicato independiente Solidaridad. Los comunistas, salvo un sector muy radical y minoritario, se dieron cuenta que ya no podían seguir ejerciendo el poder de forma dictatorial y contra la oposición de la población. El Parlamento  eligió como presidente al general Wojciech Jaruzelski, responsable de la proclamación del estado de sitio el 13 de diciembre de 1981. Pero el 24 de agosto de 1989, fue nombrado para el cargo de primer ministro Tadeusz Mazowiecki,  católico liberal y dirigente de Solidaridad. El 29 de diciembre de 1989,  la Cámara de los Diputados cambió la Constitución polaca  y el nombre oficial del Estado. La República Popular de Polonia pasó a la historia y comenzó la época de la República de Polonia. Polonia abrió la puerta a la democracia y contribuyó decisivamente a la desintegración del bloque comunista europeo controlado por la URSS. Lo que he contado son hechos, es historia. Con el paso del tiempo, en Polonia, como también ocurre en España, la investigación histórica  mejorará, subsanará errores, aportará nuevos conocimientos, e incluso acabará con la visión propagandística de determinados hechos históricos.

Conocimiento de causa

Después de conocer bien la historia, cada uno puede interpretarla como le parezca, valorarla a su gusto, pero lo que  no se debería hacer es anteponer la subjetividad, es decir la opinión legítima, a los hechos históricos. En Polonia, un sector de la derecha más reaccionaria lo suele hacer con frecuencia. Es más, ha convertido su subjetividad en estrategia política demoledora. En España, esta estrategia la lleva a cabo una cierta izquierda pasada de rosca que ha descubierto a Franco casi 40 años después de su muerte. En el caso español, esa estrategia  me parece un error, porque no mejora el conocimiento histórico sobre nosotros mismos, no genera verdadero debate en la sociedad sobre nuestro pasado más reciente ni contribuye a una mayor madurez democrática. Todo lo contrario: el sectarismo ideológico travestido de historia divide a la sociedad, atrinchera a las personas y nos aleja de la verdad, que suele ser realtiva.  Los sectarios de derecha e izquierda no se dan cuenta que su actitud miope ante la historia es peligrosa, porque genera dinámicas negativas. Son tan estúpidos que ni siquiera se dan cuenta que las transiciones española y polaca, con  sus fallos e insuficiencias, son las dos gestas históricas más importantes que los dos pueblos han protagonizado en el siglo XX. Timothy. Garton Ash, que es un gran especialista sobre la Europa poscomunista, en un artículo publicado en el diario El País el 24 de mayo de 2009, destacó: “Cuando está a punto de cumplirse el vigésimo aniversario de la derrota del totalitarismo en el país centroeuropeo, la experiencia polaca sigue desempeñando un papel importante en la historia política. Como obra de carpintería, esta mesa no es una gran cosa. El barniz oscuro está ya pelándose en varios sitios, la superficie está un poco gastada y las vigas a ras de suelo, de estilo rural, me recuerdan a una mesa de pub británico manchada de cerveza. Ahora bien, como pieza política, es una obra maestra. El nuevo tipo de revolución pacífica y negociada se impuso al viejo estilo violento de la Revolución Francesa Las elecciones de 1989 desembocaron en la llegada del primer ministro no comunista en el bloque soviético. Construido especialmente por carpinteros polacos para las primeras negociaciones del país en torno a una mesa redonda en 1989 -las primeras en la Europa comunista-, y hoy conservado como pieza de museo en el palacio presidencial de Varsovia, este gran mueble en forma de rosquilla, formado en realidad por 14 trozos separados, es el símbolo del nuevo tipo de revolución pacífica y negociada que en 1989 se impuso al viejo estilo violento de 1789. La mesa redonda sustituyó a la guillotina”. Es usted un maestro, señor Garton Ash.

 


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