Esta vez era él el que había solicitado mi ayuda. Su coche estaba en el taller por decimoquinta vez con sólo dos meses de uso.
El megadeportivocochazodelaleche, perdía aceite por la caja de cambios (transmisión) como un condenado. Así que habíamos quedado en que lo pasaría a buscar a la salida de la oficina para ir al taller a recoger el coche que teóricamente estaba ya arreglado.
Salimos de sus oficinas por una de las principales vías de la ciudad hasta llegar a uno de los semáforos más conflictivos, concurridos y difíciles de esta ciudad en aquellos tiempos. El semáforo de la Iglesia del Carmen.
Maravillosa foto de los años sesenta
Semáforo, tropical, caótico, caribeño y que en hora punta dejaba el relevo a un policía especializado en armar el caos más surrealista del mundo. Una de las características de ese cruce eran, sus isletas. Allí se apostaba todo aquel que quería ofrecer, vender ó vocear algo, así que te podías encontrar cualquier cosa.
Llegamos al cruce cuando el guardia nos mandaba parar. De repente, sin saber de dónde había salido, veo que un hare krishna joven todo vestido de naranja con su cabeza rapada y sus platillos en los dedos está aporreando el cristal de mi lado. Lo miro y lo reconozco inmediatamente.
-Jodeeer este pobre chico, ¡espera, espera!
-¡¡Por favor devuélvemelo, devuélvemelo!! Gritaba mientras le daba golpes al cristal de mi ventanilla.
-Por favor, necesito que te bajes y en el maletero, por ahí debe de haber un libro, con las pastas azules y un viejo y calvo con una túnica como la del este chico. ¡Dáselo que es suyo! ¡Corre antes de que el guardia abra el tráfico!
Mi Ingeniero favorito entre sorprendido y aturdido se bajó, abrió el maletero de mi coche y se dispuso a buscar, junto con mi amigo vestido de naranja el bendito libro.
-¡Oye que donde está, que no lo vemos!
-¡Tiene que estar por ahí, yo no lo he sacado del coche! Voceaba yo mientras estaba atenta a las indicaciones del guardia. De repente nuestro semáforo con uniforme da la orden de salida para los coches de mi carril, en el cual yo era la primera.
Describir la poca paciencia de un conductor de autobús panameño es complicado.
En España la DGT (Dirección General de Tráfico) tiene varios lemas “Si bebes, no conduzcas””Lo importante es llegar”. Aquí en Panamá el eslogan es “Maneje a la defensiva” y esto en gran medida viene dado por el comportamiento de los vehículos públicos, taxis, buses etc.
Dicho esto, imaginen ustedes a mi Ingeniero favorito junto con un Hare krishna con medio cuerpo dentro de un maletero y un autobús de los diablos rojos pitando e intimidando con peligrosos acercamientos a mi coche, además de un inmenso coro de pitidos en un país donde la diversión nacional de los conductores es tocar el claxon por la cosa más nimia que ocurra buena ó mala, da igual.
-¡¡¡Yo no lo encuentro!!!
-¡¡¡Ahí, es ese, es ese!!!
Oía entre el estruendo de pitidos y el claxon del autobús que parecía un petrolero atravesando el canal.
Miro por el espejo del retrovisor y veo al Consorte cerrando el maletero y corriendo hacia adelante. Mientras mi amigo de naranja me chillaba para hacerse oír entre la escandalera que estábamos montando.
El Consorte estaba totalmente descompuesto. Entre el ruido, el bus que se nos venía literalmente encima, el Hare Krishna dando voces…
-¡¡¡La rosa, la rosa, me debes la rosa!!!
-¡¡¡¡¡Dale, dale que viene el guardia!!!!!
En eso que veo al semáforo con uniforme que viene hacia nosotros pitando de manera compulsiva y moviendo los brazos haciéndome señas de que ó me movía ó era multada al instante.
Sin pensármelo ni un minuto pegue un acelerón y salí de allí rauda y veloz mientras veía por el espejo retrovisor al hare Krisna haciéndome señas con la mano.
-¿¡¡Le has robado un libro a un Hare Krishna!!?
Ahí volvía a estar de nuevo su cara de incredulidad y el subidón de adrenalina. Me miraba intentando entender que tipo de persona era yo.
-ahh, ahh aclaremos el suceso, ¡yo no le he robado nada a nadie!
-¡¡Dice que le has robado el libro!!
-A ver, por partes. Un día pasé por ahí y él se empeñó en meterme el libro por la ventana. Yo le dije que no le iba a comprar nada pero él venga con lo mismo. De repente el semáforo se puso en verde y yo me fui y el caso es que no lo he vuelto a ver hasta hoy, créeme, no me dedico a Robarle libros a los Hare Krishna, te lo prometo.
-¿Y la rosa?¡¡ Porque me ha dicho que también le debes la rosa!!
-¡Ahhh no!, él se empeñó en darme la rosa, yo no la quería, pero él insistió e insistió y ya te digo, se puso el semáforo en verde y ahí acabó la historia. Te prometo que no lo había visto más, si no le hubiera devuelto el libro y le hubiera pagado la rosa.
La situación se tornó bastante violenta. Él me miraba de reojo sin saber qué pensar y yo lo miraba de reojo sin saber qué pensaba.
Al día siguiente lo primero que hice nada más salir de la Universidad, fue acercarme a la iglesia del Carmen.
Me baje andando hasta el cruce y allí estaba, con el libro y una rosa intentando convencer a los transeúntes de las bondades de su filosofía y de la conveniencia de comprar una rosa a las dos de la tarde, cuando media ciudad salía de la oficina y los colegios a comer.
-Dime cuanto es la rosa y que conste que yo no te robé nada, creo recordar que te empeñaste en darme las dos cosas.
-¡Yo nunca dije que me robaste! Dije que no me los habías devuelto, que es diferente.
-No voy a discutir contigo, dime cuanto es, te pago la rosa y listo, no quiero deudas.
Pagué mi deuda y creo que, de esta forma, quedé habilitada para poder seguir funcionando con el tema del karma.
A día de hoy sigo soportando la fama injustificada de mi tendencia a maltratar Hare Krishnas.