Que Mel Gibson se vuelve a poner a las órdenes en una película es una buena noticia, y que la película sea nominada al Oscar tanto por si misma, como por su dirección, ya da síntomas de que tenemos a un Mel completamente en forma, y que la industria quiere recuperarlo a toda costa.
Y es que Mel, exprime todo su talento, y nos brinda un biopic lleno de escenas bélicas, que si bien no es lo mejor de su carrera, se queda muy cerca. No cuenta la historia real de Desmond Doss, un joven pacifista y religioso que decide alistarse al ejército norteamericano en medio (o casi al final) de la segunda guerra mundial, no para llevar un arma, sino para ser una ayuda de su pelotón, convirtiéndose en un sanitario. Desde luego, no lo tendrá fácil, y declararse objetor de conciencia y no querer ni siquiera tocar un arma, aún lo complica más. Al final la historia le dió la razón, pues fue clave en la batalla que se narra en la película.
Gibson narra de una manera excepcional desde el principio hasta el final. En el principio, nos contextualiza, y nos define al personaje principal, y la última parte de la película, desata todas sus armas para mostrarnos la crueldad de la guerra y sus devastadoras consecuencias. Y lo hace como siempre, sin contarse un pelo, y mostrando primeros planos de heridas, desmembramientos, y todo lo que suele ocurrir en tan fatídicos episodios de nuestra historia.
Andrew Garfield, está correcto en su personaje, brilla y lo hace suyo. Merecida la nominación, pero ante sus compañeros de premios, no habría sido justo que ganara, pues creo que era superado por Casey (el oscarizado), o Gosling. El resto del reparto también está correcto, destacando la brillante interpretación de Hugo Weaving como padre atormentado por los horrores de la guerra pasada, y que lo hace pagar a su familia. También tenemos a Sam Worthington, Vince Vaughn y Teresa Palmer.
El personaje de Garfield empatiza enseguida con el espectador, y eso a pesar de ser un poco excesivamente romántico, pero hay que recordar que estamos asistiendo a otra época, y que las cosas en cuanto a declaraciones de amor y demás, eran muy diferentes a las de ahora.
En definitiva, un mensaje claro antibelicista (y eso a pesar de ser una película tremendamente bélica), no tanto religioso, pues bajo mi punto de vista, estamos hablando más de principios personales, que no de creencias místicas. Una estupenda película, y un merecido reconocimiento por parte de la industria y de la crítica. Muy recomendable.
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