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Himnos

Publicado el 02 julio 2013 por Icreadas @icreadas

El pasado domingo pudimos ver un momento lleno de emoción justo en los preliminares de la final de la Copa Confederaciones, que se disputaba en el estadio Maracaná entre Brasil, el país organizador, y la actual campeona del mundo, España. Durante el himno de los anfitriones, todo el estadio y los jugadores comenzaron a cantar la letra de una manera muy ferviente, emocionada, pero no fue hasta que llegaron los últimos versos y quitaron la música cuando se tornó el himno en un grito de guerra. La imagen de jugadores y público entonando a capella la última parte del himno, sin música, con pasión y de manera casi intimidatoria, ha dado la vuelta al mundo. El resultado se pudo comprobar en el terreno de juego, cuando una luchadora,motivada y muy activa selección brasileña barrió a una desgastada, perdida y confusa selección española con un contundente 3-0.

Pese a no ser muy admirador de patrias, himnos y banderas, reconozco que algunos himnos internacionales como el italiano (el llamado “Inno di Mameli“) me resulta especialmente emotivo. Pero lo que siempre procuro hacer siempre que veo un partido entre selecciones es no perderme la parte de los himnos. No por el carácter patriótico del mismo, sino por la solemnidad que otorga a ese encuentro de fútbol, el silencio de un estadio ante el himno (o sus pitos), la concentración de los jugadores en esos momentos previos, algunos cogidos de la mano, otras uniendo sus brazos encima de los hombros o agarrados a los costados de sus compañeros, o simplemente quietos y separados. Cada jugador lo vive a su manera, cerrando los ojos, como Buffon, cantando la letra o pasando de ella, como hizo Benzema con Francia o Giggs con Reino Unido en las pasadas olimpiadas, mirando al cielo, como Raúl o Sergio Ramos, llamando “hijos de puta” a quienes pitan su himno, como hizo Maradona en la final de Italia 90, otros mascullando algo, como hacía Alkorta, pero casi siempre todos mentalizados para ganar. Si bien es cierto que, como dijo Maceda un día, esta solemnidad de los himnos parece como si fueran a la guerra, no deja de tener un encanto especial.

Además de los himnos internacionales, hay algunos mundialmente conocidos y que pertenecen a clubs, como el “You’ll never walk alone” que canta The Kop en Anfield, estadio del Liverpool, que pone la piel de gallina. Por otro lado, en el cine existen momento muy emotivos relacionados con himnos. Casi siempre relacionados con acontecimientos históricos (como el nacimiento de la Marsellesa, en el ‘Napoleón’ de Abel Gance, o en épicas batallas, tanto en el campo de batalla como en un ring, por ejemplo, como sucede con el “Danny Boy” que suena en el combate final de The boxer (Jim Sheridan).

Quizás uno de los más recordados en el cine con respecto al fútbol sucede en el partido que juegan prisioneros aliados y soldados alemanes durante el penalty final de ‘Evasión o victoria’ (Victory, 1981) de John Huston, con esa Marsellesa cantada a cappella por todo el estadio (ojo, video con spoiler final), que otorga un triunfo virtual ante los alemanes, tanto en el estadio como en las trincheras:

Y también otra Marsellesa mítica, la que simboliza el cambio de “yo ” al “nosotros” de la resistencia francesa ante los nazis, en Casablanca (1940), de Michael Curtiz. Simboliza el enfrentamiento que se vive en la guerra, cuando varios franceses responden con el himno francés a los cánticos de los soldados nazis en el mítico bar de Rick. Lástima que por este incidente el mayor Strasser pidiera al capitán Renault que lo cerrarse.


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