Revista Cultura y Ocio
Historias escritas en el viento. Capítulo 1 (4/5)
Publicado el 11 febrero 2015 por ProyectodescritoraCapítulo 1. Parte 4/5
El inmueble de enfrente es muy parecido al de Julieth, quizás un poco más lustroso pero la pintura está ennegrecida por el paso del tiempo. Es cierto que los ventanales y los pequeños balcones le dan un aspecto a la fachada más acogedor pero a simple vista, nadie diría que ese bloque es más especial que cualquiera de los otros de la calle, o de la ciudad.En él hay cinco alturas. El bajo y cuatro pisos más. Cada uno de ellos con tres viviendas, así que, en total hay quince viviendas, todas ellas ocupadas. Conoce algunos nombres y a la hora que salen a trabajar o a comprar. Por ejemplo en el bajo A y bajo B hay dos parejas de viejos, Julieth cree que son familiares, porque tienen costumbres parecidas. Las mujeres salen a comprar por la mañana y ellos suelen ir a los bares cercanos, y por la tarde salen a pasear en pareja, aunque nunca juntos, pero eso es porque seguramente estarán peleados o algo así, piensa ella.En el otro bajo vive una anciana que saca una silla a la calle y se sienta a ver pasar a la gente. Nunca ha reparado en que ella hace lo mismo desde su ventana, pero es que no alza el cuello nunca, solo mira los pies de los transeúntes de la calle, seguramente porque le guste también adivinar que personalidad tiene la persona que los lleva, aunque luego nunca comprueba si se ha equivocado, seguramente porque ya tiene tanta práctica que no le hace falta.Le produce una extraña sensación verla allí, por un lado cierta ternura porque nunca tiene problemas con nadie y siempre saluda a todos los vecinos, aunque algunos ni le contestan. Pero por otro lado se ve a si misma en el futuro, eso sí lo ha pensado, y le da pavor, porque solo le separan de ella tres pisos, la práctica es la misma: ver pasar el tiempo sin vivirlo, solo esperando. Esperando a algo, pero ¿a qué?Julieth espera conocer todas las vidas de esos vecinos porque pronto ocupará una de esas viviendas. Aún no sabe cual es, pero en cuanto lo descubra, irá como una bala a pedirlo. Sabe que el piso que le pertenece ahora mismo está ocupado por un impostor, que ocupa un lugar que no es el suyo. Uno de los vecinos no es igual de especial que los demás y no se merece ocupar ese lugar de honor. Necesita saber cual de ellos miente y así poder saber que piso será el que ocupe.De momento, sigue conociendo a sus futuros vecinos desde la distancia. Y no sabe si será así, pero cuando ella viva allí saludará a al anciana los días pares, y hará que no la ha visto los impares. Y solucionado.En el primero hay una familia sudamericana. Le es imposible saber cuantos viven allí y sus parentescos, porque cada día ve aparecer a uno nuevo, o al menos a alguien que no reconoce. Los pisos no son muy grandes, aunque sí un poco más que el suyo, aunque no cree que sea lo suficiente como para que todos ellos consigan dormir allí dentro. Llevan poco tiempo, igual se les acaba el contrato de alquiler pronto y así ella pueda ocupar su piso.Al lado vive una pareja de unos cincuenta años. Son altísimos y robustos. Ella con la permanente siempre bien hecha y él con unas cejas pobladas y muy despeinadas. No tienen hijos, que ella sepa, porque nunca viene nadie a visitarlos y no se ve movimiento alguno en el salón. Parece una pareja aburrida, que se cansó hace tiempo de hacer cosas juntas, aunque no se separan nunca. Pero cuando bajan a la calle apenas charlan y parecen ir de funeral cada vez que pisan la calle.Y el 1 C es de una familia que tienen una niña de diez años y un pequinés, al que sacan a pasear todos los días. La niña cada día sale con una sonrisa y el perrito menea la cola igual de encantado. Su madre siempre sale del portal llamándola: “Noelia, no cruces sin mirar si vienen coches”. Por eso Julieth sabe su nombre, y a ella le cae bien, porque siempre sale del portal con una sonrisa que parece dedicarle a todos los que la miran, y la anciana de la silla y ella son parte de esas personas que la reciben. Algún día le dará las gracias por ello.En el segundo hay un par de familias. Una de ellas tiene dos hijos, chico y chica, los dos morenos, que deben ser universitarios porque siempre están estudiando en su cuarto y supone que estarán en la universidad, porque salen por la mañana de casa y vuelven por la tarde, pero nunca a la misma hora.Siempre ha pensado como sería tener un hermano con el que se llevara un par de años. Si se llevaría bien con él o se enamoraría. Pero también piensa en como habría sido tener una hermana, porque en la otra familia son dos hermanas de unos quince y dieciocho años que también parecen compartir muchos secretos de esos que son tan importantes e interesantes en esas edades. Los envidia por ello. Tener un hermano es tener alguien de una edad similar a la tuya que te proteja cuando no consigues tener un novio, y una hermana es la confidente con la que siempre ha soñado. Pero Julieth es hija única que ha carecido de ambas experiencias. Lo que mas le duele es que eso ya nunca lo vivirá.
El segundo es también interesante porque vive un profesor de piano. Lo que denominarían muchas como un “madurito interesante” con alg
unas canas, piel morena y cuerpo delgado. Al principio creía que iban a visitarle sus sobrinos, que tenía muchos, pero después descubrió que eran sus alumnos, porque siempre, a la misma hora, llegaban ciertas notas hasta su piso. Pero cuando mas le gustaba que lo hicieran era cuando tocaba él, a solas, algún sábado o domingo.
Solía dejar las ventanas abiertas y sus notas se colaban por la ventana de Julieth que también dejaba abierta para recibirlas. A veces incluso se daba un baño escuchando la melodía y viendo como las burbujas de jabón se mezclaban con los do, o re o mi, o sol.
En uno de los terceros vive una familia que cuenta con seis miembros, y si algo le atraía de ella es que fueran familia numerosa. Si le daban envidia las personas que tenían un hermano o una hermana, tener varios sería ya una fiesta continua. Se imaginaba los cumpleaños en esa casa, las excursiones o esos momentos de tristeza con tanta gente, porque siempre habría alguien que te consolara o te hiciera sonreír. En el otro tercero vive un ciego. Su perro es súper inteligente y le guía a todos lados a los que él le diga. Le abre cajones o le acerca toda clase de utensilios. Le maravilla la forma en que el perro hace todo sin tener errores y como realmente se fía de él poniendo su vida en sus patas. En el último tercero hay una pareja recién casada, bueno no sabe si lo son, pero se comportan como tal. Parecen complacidos con el amor, y agradecidos de haberse encontrado. Son de esas parejas perfectas que solo lo son en apariencia. A Julieth le gusta mirarlos para sentir, aunque fuera de lejos, lo que ellos sentían, aunque sepa que es mentira y que se pasan el día discutiendo el poco tiempo que se ven. Pero lo que más le intriga es por qué han tapiado una de las ventanas para que nunca más sea abierta.
El cuarto pilla un poco por encima de su piso. Justo en frente viven dos chicas. Una de ellas suele pintar cuadros con las ventanas abiertas y a la otra le da más por hacer cerámica. Visten ropas de colores, como hippys, con pantalones de tela anchos y camisetas rotas superpuestas. Las envidia porque también ha pensado en aquella posibilidad, compartir piso con otra persona, así no se sentiría tan sola, pero cuando piensa en cuales podrían ser las candidatas, tendrían que ser desconocidas, y meter una desconocida en casa le daba bastante reparo. Por no hablar de que sus rutinas irremediablemente tendrían que cambiar.Al lado de ese piso, en el cuarto B vive una familia árabe, una madre y sus tres hijos. La mujer se las apaña para mantener a su familia mientras espera a su marido, aunque éste nunca aparece, puede ser que esté fallecido. Lleva a los tres niños al cole, todos menores de doce años, y luego se va a trabajar, porque no vuelve hasta la noche. Los niños se las arreglan solos. Se pregunta Julieth como es tan importante llevar a los niños al cole si luego a la vuelta tienen que volver solos. De todos modos aquella mujer le impresiona porque está en otro país que no es el suyo, con tres niños pequeños a su cargo y llevando la casa sola, además de trabajar durante todo el día. A lo mejor se está dando cuenta de que su vida no es mejor en España y le deja ese piso para ella, aunque tampoco le hace demasiada gracia vivir justo a lado de las otras dos chicas, que se compararían con ella y le mostrarían que ellas son mejores. El otro cuarto está ocupado por una mujer y su hijo. Decían las malas lenguas que él era esquizofrénico y estaba loco y que algún día ocurriría alguna desgracia, motivo por el cual el piso de la mujer árabe no era el mejor para vivir. Su hijo sale muy pocas veces a la calle, pero cuando lo hace se puede ver a una persona taciturna, que mira a todos lados con cara de loco y que su dimensión de cabeza es un poco más abultada de lo normal. Sinceramente, Julieth piensa que puede llegar a ser peligroso, pero también le atrae saber como funciona una mente enferma.Si Julieth recapitula, todos esos vecinos tienen algo especial que le atrae. En otras comunidades no es así, a lo mejor hay algún vecino especial pero la coincidencia de que lo sean todos (todos menos uno) y de que ella viva enfrente tiene que significar algo, y ese algo es que el destino los ha puesto ahí para descubrirlo.
Nota: No te pierdas la continuación el próximo miércoles.
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