Revista Cocina

#Historiaycomida: los lecheros

Por Biscayenne
A lo más que me puedo yo retrotraer en cuestión de leches es a cuando venía refrigerada y en bolsa de plástico. Un envase, si es que se le puede llamar así, eminentemente engorroso que se espanzurraba a la primera de cambio.
Entonces, allá en los 80, la leche desnatada era cosa de enfermos, diletantes y señoritas que cantaban en anuncios de Pascual. La leche de casa era entera y bien entera, dejaba un tacto pegajosote en las dichosas bolsas y se ponía mala enseguida. Incluso hubo una táctica digna de posguerra en los colegios públicos, que consistía en dar toooodos los días un vaso de leche a los niños junto a la pastilla de flúor, creando traumas lácteos de por vida.
La otra versión de la leche, la del pueblo en verano, era la de la lechera de plástico blanco con tapa verde. Uno de mis hitos en "hacerse mayor" fue cuando mis padres me empezaron a mandar, montada en la BH y lechera en ristre, a la casa del vecino que nos suministraba. Así empezaba el ritual, aliñado con olor a boñiga, seguía con la cocción tendente a la requemación y acababa con mi madre quejándose de la vida rural.
Leche bien cocida, tres veces subida.
La leche y el vino hacen al viejo niño.

Si viajamos un poco más atrás en la máquina del tiempo mental, igual alguno de vosotros se acuerda del lechero. Que no era un señor sonriente con gorra de cartero y cesta de níveas botellas blancas. Eso es en las películas americanas, zoquetes. Era más bien algo así:

#Historiaycomida: los lecheros

lechero de Mungia en las calles de Bilbao. Adolfo Lino de Zabala, 1959 

Los lecheros, tanto hombres como mujeres, repartían la leche por las casas a primera hora de la mañana, después de ordeñar. Andando, en burro, mula, carro de bueyes o caballos y más tarde en moto o furgoneta, hiciera bueno, malo o regular. Porque las vacas no cogen fiesta. 

#Historiaycomida: los lecheros

Lecheras de Pola de Laviana, Asturias. Valentín Vega, 1948

La leche recién ordeñada, cruda y sólo colada se metía en cántaros de zinc de 20 o 50 litros. De ellos luego en el reparto se extraía la leche para el comprador con unos recipientes de cuarto, medio, un litro o más. Uno de ésos, roto, tengo yo en casa como recuerdo de mis viajes al establo de mi vecino. Cuando el año pasado quise ir de nuevo a por leche cruda me costó dios y ayuda encontrar una lechera, hasta que di con una superviviente de los años 70 en una ferretería viejunísima. Me hacía ojitos desde su estante lleno de polvo y humillación, la pobre.

#Historiaycomida: los lecheros

Lechera de Córdoba. Jean Laurent, ca.1870. Fototeca del Patrimonio histórico


Valgan estas fotos viejunas (adjetivo dicho desde el cariño) para recordar a todos los sufridos lecheros que paliaron un poco el hambre y para que echéis una lagrimilla mientras contáis historias de cuando reinó Maricastaña.

#Historiaycomida: los lecheros

Ordeñando cabras en pleno centro de Granada. Otto Wunderlich, ca 1930. Fototeca Patrimonio histórico


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