Revista Sociedad

Hombres de Estado

Publicado el 10 julio 2012 por Abel Ros

Decía Churchill - primer ministro del Reino Unido durante la 2ª Guerra Mundial – que los hombres que gobiernan para salvaguardar los intereses ideológicos de sus partidos nunca serán respetados por los tribunales de la historia. El hombre de Estado – decía Winston – camina por los senderos de la política con la mirada puesta en el largo plazo. El estadista – a diferencia del político de turno - busca en el diálogo social el consenso que satisfaga el mayor porcentaje de interés general. El político de Estado gobierna con el beneplácito de las mayorías sin perder nunca la mirada hacia los saldos minoritarios. Esta visión de conjunto, o dicho en otros términos, este estilo de liderazgo basado en la tolerancia y en la gobernabilidad "para todos" es el principal rasgo que diferencia  a la miopía de los gobernantes de la nitidez de los estadistas.

En la España presente del liberalismo cristiano, la sumisión del mandatario azul a los dictámenes alemanes, sitúa a nuestro presidente – el de "todos" – en un jefecillo de turno más preocupado en gobernar para los mercados que para el interés ciudadano. Esta característica distintiva de nuestro líder de noviembre, es la que lo ubica en el lienzo de los hombres de Gobierno. Lienzo dibujado con los trazos del corto plazo y las luces y sombras de los contrastes barrocos. Esta perspectiva de políticas parciales inclinadas hacia la satisfacción del interés del capital en detrimento de las angustias civiles; sitúa a nuestro país en un horizonte cercano de postmodernidad neoclásica basada en las cuatro reglas del credo americano.

En días como hoy, la necesidad de un "hombre de Estado" es vital para la recuperación social de la España de Quevedo. La gobernabilidad basada en "la contabilidad más que en la economía" - en palabras pronunciadas por  Griñán para la Crítica - sitúa al Ejecutivo de Rajoy en el marco de la irracionalidad. Irracionalidad marcada por las influencias nefastas de Maquiavelo y los objetivos irrealistas e inalcanzables impuestos por el Merkelismo presente. Es precisamente este camino por las piedras de la equivocación continua, la que siembra de espinas la senda de la recuperación. La prórroga del cumplimiento del déficit – según los ecos de Reuters – supondrá para la sociedad civil nuevos incrementos del IVA, aumento de la jornada laboral de los funcionarios públicos, eliminación de las deducciones fiscales por vivienda, reducciones de las cotizaciones sociales y ampliación del periodo del cómputo de las pensiones.

Esta política corto placista – a dos años – es la que diferencia a los hombres de Estado de los hombres de Gobierno. Mientras unos – los de Estado – visionan el bosque y tienen un concepto integral del conjunto, otros – los de Gobierno – no consiguen ver más allá de las ramas de sus árboles. Churchill tenía razón, mientras el Ejecutivo continúe por la senda de los recortes para satisfacer a los  mercados, nunca será reconocido por el juicio histórico de sus ciudadanos.

 


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