La historia que siempre se reescribe, la de la inmortalidad, es la del ave Fénix. En la tradición grecorromana, circulan varias versiones, pero la síntesis es la siguiente: Fénix es un pájaro fabuloso, de plumaje rojizo y tamaño de águila. Vive 500 años y cuando siente cercana su hora, construye un nido con especias y plantas aromáticas. Pone un único huevo que cuida durante tres días. Al tercer día, arde el nido. El Fénix se quema por completo pero de las cenizas del nido, se salva el huevo y de él nacerá un nuevo Fénix. Cada 500 años. Si unimos a este mito otra creencia del Mundo Antiguo sobre la inmortalidad, tendremos las claves para comprender qué es hoy y qué representa el Hostal Sport en Falset. Se trata del símbolo de las Cuatro Estaciones vinculado a la vida de la cepa y al vino. Las Cuatro Estaciones se suceden la una a la otra sin interrupción, como la cepa encadena la aparente muerte (la llegada del invierno) con un nuevo renacer (cada primavera), la madurez de la planta (verano) y la sazón (la cosecha cuando empieza el otoño). El mosto, que nace de esa sucesión jamás interrumpida de las estaciones, se convierte en vino gracias a la fermentación furiosa, diría báquica de la que, de hecho, todo nace y es. Y el vino, cuando lo bebemos y nuestro cuerpo y mente se apoderan de él, se convierte en símbolo de inmortalidad y de nuestra unión con la tierra que nos da todo.
Pongamos nombres y apellidos. Hostal Sport a las puertas del Priorat. No me gusta imaginarlo sólo como parada y fonda de una ruta que nace en Barcelona y sigue hacia Valencia. Es eso, sí, pero sobre todo, es una de las puertas a la inmortalidad que, por supuesto, se encuentra en el Priorat. Ni fue casualidad: los monjes escogieron esas colinas y la sierra del Montsant para construir las escaleras que les tenían que llevar a Dios. Otra manera de ser inmortal en la muerte...El Hostal Sport, nacido el 1923, se quemó por completo a los 84 años de su fundación. Quedaron cuatro paredes y una voluntad. La de la familia propietaria, los Domènech, para hacer renacer de esas cenizas, el Hostal que simboliza la hospitalidad de la comarca. Por historia y por presente. El Sport, además, representa la mejor tradición fondista de Catalunya, la de los desayunos con cuchillo y tenedor. La de los cocineros anónimos, que viven por y para las pequeñas cosas bien hechas de la cocina de cada día. La de la amable acogida y la cama preparada. La tradición de la restauración, de la reparación nocturna y la de la continuación del viaje.
Sucede, ahora, que el Sport es, además, puerta de entrada al Priorat, no sólo parada para un viaje que siempre tiende hacia el Sur. Tuerzan Ustedes hacia el norte y usen las habilidades, contactos y conocimientos de su actual propietaria (cuarta generación familiar) para comprender por qué la inmortalidad, además de con el ejemplo del ave Fénix, se consigue a través de la comprensión profunda de la tierra, de sus vinos, de sus monumentos. Por qué no hacerlo con los vinos del Priorat y del Montsant. Si los Cartujos subían y bajaban del cielo con ángeles y querubines desde Escaladei, ¿por qué no buscar dónde están, hoy, esas escaleras? Antes del más largo viaje (que no es otro que el conocerse a uno mismo: el Priorat es un gran sitio para hacerlo), restáurense Ustedes a gusto. Hacía muchos años que no paraba yo en el Sport, muchos, y me llenó de placer (por inesperado, mayor), la sencillez y eficacia de su propuesta: excelente coca con tomate y aceite. Gustosas arbequinas para el aperitivo. Buenísimas croquetas hechas con el pollo de la sopa de la noche anterior. Extraordinarios calamares a la romana, tiernos como el amanecer, suaves y esponjosos como los de las abuelas. Atractivo y contundente menjar blanc. Una carta de vinos que contiene alguno de los grandes tesoros de la DOQ Priorat (la bodega estaba en otro edificio...). Tres puertas, tres reflexiones para su inmortalidad se abren en el Hostal Sport: la del ave Fénix. La de las Cuatro Estaciones y el vino. La de los Cartujos y la historia y paisajes del Priorat histórico. ¿Van Ustedes a negarse tamaña indulgencia?