¿Alguien no comía de vez en cuando un huevo pasado por agua cuando era pequeño? ¡A mi me encantaban! Y ha tenido que ser el niño el que me los recordara viendo los dibujos animados, quería un huevo como el que se estaba comiendo Peppa Pig, el que se golpeaba con la cuchara para romperle la cáscara. Así que ha pasado a ser una de nuestras cenas favoritas, con la yema crudita.
Eso sí, utilizad huevos bien frescos. En cuanto al miedo por comer huevos crudos no tenéis porqué preocuparos, el huevo pasa por agua hirviendo por lo que se esteriliza toda la cáscara, y aunque la yema cruda se ponga en contacto un poco con esa cáscara ya no habrá bacterias a la vista, no es lo mismo que romper un huevo crudo cuya cáscara puede tener cualquier cosa.
Ingredientes:
Huevos (1 o 2 por comensal, no hacer muchos de una vez)
Sal (media cucharadita para 2-3 huevos o una cucharada para 5-6 huevos)
Pan (para mojar y no parar)
Preparación:
En un cazo de tamaño ajustado a los huevos que vayamos a preparar ponemos agua a calentar hasta que empiece a hervir. Entonces añadimos la sal al agua.
Ahora bajamos el fuego a temperatura media para que el agua no hierva con tanta fuerza y metemos los huevos en el agua hirviendo con ayuda de una cuchara para no quemarnos. Los dejamos cocer de 3 a 5 minutos, según lo grandes que sean los huevos o cómo nos gusten de crudos, lo ideal es con la clara cuajada y la yema líquida.
Pasado el tiempo de cocción los pasamos ligeramente por agua fría para cortarles la cocción, pero sin que lleguen a enfriarse, y ya podemos degustarlos, servidos en hueveras para que cada uno vaya rompiendo la cúpula del huevo y echando un poco de sal conforme se va adentrando en él, y mojando migas de pan en la yema.
Para los que no quieran comerlos en hueveras o no dispongan de ellas, se pueden servir los huevos ya rotos y vaciados con ayuda de una cucharilla en un pequeño cuenco, y salar al gusto. El pan por supuesto que no falte, se sirvan como se sirvan.