Fue en 2010, cuando Steven R. Monroe, el director de 9 extraños, nos presentó I Spit On Your Grave, un remake del que, por muchos motivos, sí era necesaria una relectura del film original, pero había que ir con cautela.
La obra original -de mismo título- dirigida por Meir Zarchi en 1978 (en nuestro país, La violencia del sexo) le valió a Camille Keaton, la protagonista del film, el premio a la mejor actriz ese mismo año en el Festival de Sitges.
Volviendo al remake, su atractivo póster y su trailer unrated, elevaban las expectativas de cualquier aficionado al terror. Para evitar decepciones, la moderación fue la clave del éxito. Y tras el visionado en el Festival de Sitges en 2010, no me quedó más remedio que quitarme el sombrero, ante Monroe y su protagonista, Sarah Butler, que tras aparecer en trabajos menores y algunas series televisivas hizo su debut en la gran pantalla.
La relectura ofrecida, era salvaje y muy acorde con los tiempos actuales, pero sin perder la esencia original del film de los setenta. El éxito fue general entre el público, era cuestión de tiempo que una segunda entrega asomase el hocico. En 2013, cambiando la protagonista, el propio Monroe nos trajo la secuela. La cual, me pareció innecesaria y decidí omitir su visionado.
En esta tercera entrega mi intención seguía siendo la misma, la omisión. Pero, a veces, las recomendaciones verbales o escritas -esta vez escrita- te hacen cambiar de opinión.
Jennifer Hills está afectada psicológicamente, ha cambiado de identidad tras la violación, y, además, asiste a un grupo de autoayuda de mujeres agredidas, sexual o físicamente. En ese grupo conoce a Marla, interpretada por Jennifer Landon (Rabid Weight Loss). Ésta le muestra el camino de la venganza, aunque Hills ya lo conoce suficiente, sufre un despertar de venganza sin límites.
La película toma otro sendero
Bajo el subtítulo Vengeance is mine (La venganza es mía), la película toma otro sendero, deja de lado el género del rape & revenge (violación y venganza), para usar solamente la venganza -incesante- de la protagonista, ya tuvo suficiente violación en la primera.El trauma de la violación hace que ésta se dedique ,a base de cuchillo, tubos de metal o cualquier instrumento cortante impartir justicia -así lo llama élla- al género masculino.
Así da el guionista de las dos anteriores entregas, Daniel Gilboy, continuidad a los hechos de la primera entrega, no he visto otras referencias distintas que puedan pertenecer a la segunda. El guión parte de una idea poco novedosa, pero sostenible, aunque no se desarrolla en todo su potencial, ahí es donde la película no es fructífera del todo.
Falta cordura y coherencia
Al argumento le falta cordura y coherencia contextual. Como espectadores, todo nos resulta un tanto extraño, onírico e impredecible. Desde las reacciones de los personajes que no terminan de encajar unas con otras, hasta las propias situaciones, muy surrealistas todas ellas. Sobre todo, en la parte en que Jennifer Hills conoce a Marla y se hacen amigas.Todo esa falta de coherencia, tiene una explicación final, que si bien eleva un poco la sensación de fiasco que nos produce durante algunas partes del film, sigue sin resultar todo lo acorde que debiera. En cualquier caso, tendría que haberlo sido en su desenlace, pero no lo es, nunca del todo.
Sarah Butler, la protagonista de la primera entrega, se vuelve a poner, muy certera, en la piel de Jennifer Hills para esta tercera parte, pero bajo los mandos de otro director, R.D. Braunstein (100 Degrees Below Zero ).
Proteged vuestro órgano sexual
Butler sigue estando espléndida, física e interpretativamente, en especial, cuando saca su lado más agresivo, aunque, en esos momentos agarre mi órgano sexual intentado protegerlo. El resto de actores tampoco es que tengan una relevancia asombrosa en la historia, interpretativamente tampoco. La historia se centra mucho en Hills como para destacarlos, igualmente, quedan eclipsados por ésta.Los efectos especiales están dentro de lo correcto y coherente, escandalosos en la justa medida, y solventes al mismo tiempo. Como en su predecesora, recurren a lo digital combinando con notoriedad lo artesanal.
La película no es gran cosa, pero entretiene, y ya es mucho hoy día. Pero si fuera el caso, bien valdría la pena echarle un ojo, hay un par de secuencias que merecen ser vistas, no son novedosas, pero sí impactantes.