Todo está bien.
El mercado textil es muy parecido a la jungla angoleña. Un enorme marasmo de marcas, plataformas, comercializadores e intereses cruzados, que lleva siendo así décadas. Existen, sin embargo, tres claras divisiones. Está, en lo más alto, el pret-a-porter, ropa hecha a medida y basada en el diseño de una gran marca o diseñador. Dior, Chanel, Versace, Tom Ford.... esta gente juega su propia liga, venden al precio que quieren y no consideran que el mercado sea un problema. De hecho ellos "son" el mercado. Lo que deciden, lo que diseñan, lo que eligen como colores y telas es aquello que todos los demás tomaran como referencia. Son una élite indiscutible y venerada y lo son porque aquello que hacen nadie más es capaz de hacerlo y nadie más lo valora como se valora a estos genios indiscutibles del diseño textil.
Tras ellos, a una distancia considerables (aunque no lo parezca) están los "Majors" de la moda. Marcas consolidadas, con un pasado y un presente, que han tenido o tienen altibajos pro que se mueven con soltura en el mercado. Son los Benneton, GAP, Levis... empresas multinacionales con sus propias tiendas que han desarrollado un modelo y lo explotan. No incluyo aquí a Inditex, porque su concepto es la sublimación del tercer grupo y esta división que estoy describiendo no habla de facturar, habla de ser leyenda, de importar, de pesar. Nadie discute la fortuna de Amancio Ortega, pero lo que hace, a efectos histórico-artístico carece de ningún valor. Es un simple contador, que copia lo que hacen los demás porque, hoy en día, eso, si es barato, se valora. Pero ni es moda, ni es diseño ni pasará a la historia. Es solo una enorme maquina de hacer dinero.
Es por ello por lo que su negocio está a la altura de grandes grupos como H&M, Primark o M&S. Inditex es lo que es, pero moda no es. Lo que hace, lo que vende, está basado en las propuestas de los grupos superiores, que encabezan, como decía, los Pret-a-Porter.
En este contexto, la existencia de marcas que diseñasen su propia ropa y pretendiesen venderla en el mismo mercado que todos estos era una pura anécdota. Uno podía trabajar para los pequeños, los medianos o los grandes, pero bajo el paraguas de aquellos y dispuesto a renunciar a su identidad, a su creatividad y a sus ideas. Un puro/pura mercenario/a.
De esto salieron algunos que, inasequibles al desaliento, decidieron jugársela. A unos les fue bien (Desigual, Custo, Diesel...) y a otros mal, pero lo que primero hicieron fue buscar su propia identidad en todo. Vendieron por separado, ignoraron a las grandes marcas y se apoyaron en distribución de gama media-alta (El Corte Ingles, por ejemplo) para definir un sector, el de la moda "Street" o "Urban". Y claro, crearon su propia feria.
Bread&Butter es un salón para el textil algo extraño. Su principal evento tiene lugar en Berlín (ni en Paris ni en Roma ni en Madrid) y lo celebran en un Aeropuerto, el de Tempelhof.
Bread and Butter es mucho más que una simple Feria de Moda. Nació como concepto en Colonia, dio sus primeros pasos en Berlín y alcanzó su dimensión Internacional en Barcelona, para volver a Berlín, la ciudad de sus orígenes, y seguir reinventando el sector de la moda.
Feria internacional especializada en Street- y Urbanwear, el BREAD & BUTTER diseña una plataforma de marketing y comunicación para empresas, marcas y diseñadores de los ámbitos Denim, Sportswear, Street Fashion, Function Wear y Casual Dressed Up y también para los distribuidores de la fase previa de la industria textil. Y en 2013 sorprendió al sector cuando aseguró que cobraría 500 euros a todos aquellos visitantes que no fueran compradores y que vetaría la entrada a los gigantes de la distribución, empresas como Inditex, H&M, Primark o Esprit, entre otras.
¿Acaso la Feria no quiere vender?...¿quizá los organizadores no están por la labor de ganarse la vida, vender, obtener beneficios?. No, claro. Si en un sector importa más el dinero que casi todo lo deja´s es el textil. Una jungla, como decía.
No. Lo que pretenden es no quedar marcados. Para vender la ropa que hacen H&M, Inditex o Primark se celebran en el mundo docenas de ferias. Cientos, si me apuráis. Para vender ropa para señoras mayores, caballeros maduros y demás hay muchos eventos. Faltaban los que dieran valor a una marca tras la que hubiera diseño, identidad, calidad y contexto.
Para vender vino como en Alimentaria, como en Fenavin o en el Club del Gourmet hay no solo estas tres ferias. hay muchas más. Para vender vino como lo hace Peñín hay decenas de eventos. para vender como en A Emoción dos Viños solo hay un evento.... A Emoción dos Viños. Los demás sectarizan, dividen o definen microcosmos difíciles de defender para el mercado más allá de la neura de algunos o el valor tribal de otros. A Emoción buscó desde el primer día un valor concreto, uno difícil de definir, pero cuantificable y "medible". La emoción de un trabajo, un pasado, una idea, un proyecto y el resultado final del mismo, dentro de unos parámetros ampliamente difundidos: sostenibilidad, respeto, cantidad. Sostenible en el mercado y en el campo, respetuosos con el consumidor y con la viña y para pequeñas cantidades en función del lugar de elaboración.
Pero, en lugar de valorarlo, de quererlo y de animarlo, instituciones, organismos públicos y privados y hasta los propios protagonistas, los elaboradores, lo ninguna e ignoran o lo tratan muy por debajo del nivel que se merece. El nivel del único evento que, a día de hoy, mantiene intacta su credibilidad. Ni se debe a lo que cuesta ni se debe a ninguna marca ni al mercado. Es libre e independiente y abierto, algo que nadie más puede decir a partes iguales.
En Febrero y Septiembre se celebra en Madrid la feria MoMad, de moda en textil. Este evento ocupa miles de metros cuadrados en IFEMA y va a el todo el mundo. Todo aquel que puede pagar lo que cuesta el stand va. Y aquellos que van allí a buscar algo saben lo que hay, que duda cabe. Grande o pequeño y sea cual sea su mensaje, el que va al MoMad es porque hace lo mismo que los deja´s. Aunque gaste en marketing lo indecible para definirse como "una nueva propuesta en el mundo de la moda" o aunque se nombre como "Fulanito Desing" o "Menganito by Menganito".... el solo hecho de estar en un stand del MoMad lo marca para siempre. vas allí a vender lo mismo y a los mismos porque, sino fuera así, estarías en Berlin.
En 2008, Bread&Butter logró 80.000 visitantes, 800 expositores de un centenar de países y un impacto económico cercano a los 100 millones de euros.
"Ich bin ein Berliner" (Yo soy Berlinés) rezaba el slogan de la primeras Bread&Butter que se celebraron en Berlín tras la primera en Colonía en 2001. Esta frase, dicha en alemán, con la que Kennedy cerró aquel mítico discurso al pie del muro, es todo un mensaje. Yo no soy cualquiera, dice, yo soy uno de vosotros. Ni este muro, ni los intereses creados que lo motivan me van a cambiar. Yo estoy de vuestro lado y os siento como a hermanos. Yo soy berlinés.
Ich bin ein Berliner.