"Iho, te toca defender a la 11, Carolina Guerrero". Camila Martínez. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
—¡Estoy más nerviosa que tú! –le grita su compañera Vanessa González e Iho López (Madrid, 1997) asiente, tranquila. No parece que vaya a regresar a la competición dos años después de que un coche la atropellase en su etapa en Florida State Seminoles, de la NCAA, y de que tantas personas le repitieran que no podría jugar nunca más. Cuando se quita la sudadera y descubre su número, el 22 y su primer apellido, Iho López apenas pestañea. Está muy seria durante el partido ante el Barça CBS en el Palau Municipal d'Esports Juan Carlos Navarro. "Quizás era pura concentración. No pensaba en nada más que en el encuentro", confiesa, risueña, por Skype días después la pívot, que juega en el GEiEG Uni Girona cedida por el Uni Girona. —¿Concentrada como si fuera un partido normal? –le pregunto.—Sí, sí. —Tiene que ser especial meter tus dos primeros tiros después de tanto tiempo sin competir –le comento. Iho López acabó con ocho puntos y cuatro rebotes en 17 minutos, en la derrota en la prórroga por 79-73. —Sinceramente, sólo me centré en jugar. Ni pensé en que volvía a las pistas dos años después del accidente. Antes de salir le pregunté a Camila Martínez a quién tenía que defender. —Pero después del partido te quedaste un rato pensativa... Entonces sí que se te pasarían bastantes cosas por la cabeza –le pregunto. Intuyo que la protagonista se guarda un momento emotivo. En directo me pareció que había estado a punto de llorar en un tiempo muerto. Iho López lo ve de otra manera: "No estuve al borde de las lágrimas en ningún instante. ¿En qué pensaba al final del partido? Quizás en qué podíamos mejorar para ganar el siguiente encuentro".
Nos reímos.
¡Canasta de la entrevistada! Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
—Parece que no te afecten apenas los aciertos y los errores. Así es. Un partido dura, como mínimo, 40 minutos y te exige trabajo, trabajo y trabajo. Si fallo el tiro, lucharé por el rebote. Si el tiro es bueno y no entra, mala suerte. Si no lo es y sucede lo mismo... Depende.
—¿Recuerdas el accidente?Sí. Circulaba en moto por delante de un Starbucks y un coche me atropelló. Creo que la conductora quería ir a la cafetería, no me vio, cruzó una doble continua y... Acabé en el suelo. Lo primero que le pregunté al doctor tras la operación fue cuánto tardaría en recuperarme. Me había roto las vértebras L1 y C2, una costilla y el fémur. En ese momento, en octubre de 2018, no sabíamos que también tenía fracturado el labrum de la cadera.
Iho López. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
—¿Y cuánto tiempo tardaste en saberlo? Más de un año. Hasta diciembre de 2019 no me operé del labrum. Desde enero me quejaba de que me dolía mucho la cadera y me decían que era por la operación del fémur. Iba a entrenarme, pero no podía... Cuando me levantaba de la silla veía las estrellas. Caminaba 5 o 10 minutos, y lo mismo. Pero en el club creían que no me estaba esforzando y les exigía demasiado. No me hacían caso, no querían escucharme... Más tarde insistían en que no quería asumir que mi sueño de jugar a baloncesto se había acabado, y yo me repetía que no tenían razón. No dudaba de mí.
—Pero el club sí...En julio del año pasado decidieron echarme del equipo porque no veían ningún progreso físico ni en pista. Volví a España un par de semanas y cogí fuerzas. Como el doctor de Estados Unidos aseguraba, sin prueba alguna, que tenía algo en la cadera y un defecto en la rodilla, y que no volvería a jugar les pedí a mis padres que me llevasen a hacerme una resonancia magnética nuclear (RMN). —Tremendo... En las resonancias salió lo que parecía un pequeño quiste en la cadera. No se veía bien porque este tipo de lesión no se distingue hasta que se abre la zona. La rotura, que había crecido por todo el tiempo que había pasado, era impresionante. Por fin un especialista descubrió que tenía el labrum roto y me operaron de lo que me estaba quejando. Y, por fin, me dieron esperanzas de volver. ¡Y aquí estoy!
—Enhorabuena, Iho. Me sorprende la naturalidad con lo que cuentas. Gracias. El proceso ha sido bastante duro, pero me estoy sintiendo bien. Sólo pienso en disfrutar del baloncesto, crecer como jugadora y vaciarme para ayudar al GEiEG y al Uni.
"¡Vale!". Iho López. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
—Pareces tan fuerte mentalmente que creo que esa situación te ayudó a concentrarte todavía más en los estudios. Exacto. Las asignaturas y el baloncesto son dos mundos diferentes. Cuando iba al gimnasio y me ponía a tirar me decían: "¿Todavía quieres lanzar? Si te has roto la pierna...". "Me he roto la pierna, no la muñeca. Todavía quiero y puedo tirar", les respondía. Lo mismo con los estudios... ¡El cerebro lo tenía bien! Podía compaginar las dos cosas. —Supongo que te gusta mucho escuchar. Mucho más que hablar. Soy muy observadora y me quedo con los pequeños detalles. En cada entrenamiento con el Uni Girona y el GEiEG Uni Girona trato de ser una esponja y ayudar lo máximo.
Sin miedo. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
—¿Para ti Sant Jordi es especial?Es una fiesta más. No sé. [Risas]. —El de 2015... Ganamos la Liga Femenina contra el Perfumerías Avenida en un Fontajau repleto. Lo recuerdo mucho más por lo que significó para la ciudad y el club que para mí. Fue muy bonito vivir esos momentos con mis compañeras. —¿Quién te apadrinó?Noemí Jordana, la capitana: fue quien más se puso en mi papel. Yo era muy jovencita y trataba de no equivocarme demasiado, y ella me insistía en que hiciese lo que tocase, sin miedos, y que tuviese más mala leche. De Noemí Jordana aprendes todo el rato: es un libro abierto. —¿Siempre quisiste ser jugadora de baloncesto? En mi etapa en el Bàsquet Blanes pensé en dejarlo por el fútbol sala. Era portera o lateral derecho. Un entrenador me aconsejó que ni se me ocurriera: "El baloncesto se te da mucho mejor". Ya en la universidad, iba a los partidos del equipo de fútbol. Eran muy buenas. De hecho, la mejor, Deyna Castellanos, juega en el Atlético de Madrid. ¡Una crack! Es un orgullo ver que le van bien las cosas.
Reflexionando después del partido. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
—Le contaste a Jordi Roura en el Diari de Girona que te encantaría ser piloto de avión. Me apasiona la velocidad y el avión es el lugar perfecto para mí. Lástima que formarse como piloto sea muy, muy caro. No me lo puedo permitir. Estoy estudiando dos másters, uno de dinámica de fluidos computacionales y otro de ingeniería aeroespacial.
—¿Lo que más odias son los prejuicios? Por supuesto. No me gusta nada que haya quien prejuzgue a una persona sin conocerla. Intento ir con la mente abierta porque no sé nunca con qué me encontraré. Soy muy científica: hasta que no disponga de todas las hipótesis para resolver un problema, no podré hacerlo.
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