Un lugar
que no conozco. Prácticamente es un jardín secreto donde algunos se conocen.
Buscamos una oportunidad, tan solo una canción. Hemos recorrido kilómetros para
ello. A la espera. La luna y unas pocas luces nos iluminan. El aroma a tierra
mojada nos envuelve. Dos almas ilusionadas. A la espera. Las notas de un piano
cercano. ¿Qué canción toca? Suena bien pero me falta algo. La expectativa con
la que llegamos empieza a desvanecerse. Algo nos dice que lo poco que veníamos
buscando no lo vamos a encontrar. La desilusión empieza a hacer mella. Ilusiones
rotas. La confianza se desquebraja. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha sido de aquella promesa? Aquel rincón en el mundo
lo tenía todo para acoger aquella canción. Solo una. Pero no es así. La
confianza depositada en una cajita de madera, bien tallada, empieza a escaparse
por los huecos que antes no se veían. No era tanto pedir. Eran dos minutos en
una noche estrellada. Y ahora quedan la desilusión, la desconfianza. La
espera.
Algún día, cada uno tendrá la oportunidad que se merece.