Mayo de 2033. Furious Pérez observa incrédulo la llave USB de principios de siglo, encontrada entre los efectos personales de su abuelo, fallecido a causa de la última epidemia de gripe variante 16. Intentar leerla en su TOM último grito (tableta, ordi y móvil), un cristal transparente de 1 milímetro de espesor, pero resulta imposible por mucha 11G que tenga.Furious decide ir al anticuario de redes del centro comercial. Tras echar una ojeada a la cartelera del único multicine de la capital -las americanas Fast and Furious 16, Iron Man 12, El hombre de acero 11, El último regreso de Batman, 2ª parte, la francesa The artist 6 y, la única española, Torrente: Misión Guggenheim Bilbao, en coproducción norteamericana), entra en la tienda decidido, entre toneladas de viejos smartphones y torres de ordenadores de despacho, e intrigado por el contenido de la llave USB, una verdadera reliquia.
El anticuario se la quiere comprar de inmediato, a sabiendas de que en la última subasta por internet, una muy parecida sobrepasó los 100.000$. Furious acepta encantado los 100$ que le ofrece, a condición de que traslade una copia de su contenido a su TOM.
En el centro de la pantalla aparece la cara de su abuelo, en la parte inferior la fecha -mayo de 2019- y de los bafles sale una historia sin sentido de películas europeas y excepciones culturales. ¿De qué demonios estará hablando?
“La incompetencia manifiesta, la corrupción generalizada y los intereses particulares de la clase política europea (salvo contadas y honradísimas excepciones) de la década de los años 10 acabaron con la economía del viejo continente. En la década de los 20 se atacaron a la cultura, último reducto de las diferencias y las riquezas ideológicas de cada país, y aniquilaron una buena parte también. Lograron obtener un batiburrillo de leyes que permitieron que todos los productos confluyesen en idénticas condiciones al mercado. La consecuencia inmediata fue que prácticamente toda la literatura, música y cine europeos, desaparecieran frente a las poderosas campañas de marketing de productos americanos formateados y repetitivos. Nadie hizo nada, bueno un puñado se valientes se opusieron desde el principio. Sin el menor éxito.



En estos momentos la petición cuenta con 7912 firmas (entre las 25 últimas, no hay ningún español). Hemos demostrado al mundo que se puede y se debe decir no. Sabemos que la indignación es compatible con la educación, la inteligencia y la tolerancia. Lo último que nos falta es ser, también, indignados de cine. Fírmala y pásala. Gracias.