Revista Vino

Intervin y Alimentaria 2012

Por Jgomezp24
Esto es el finalGracias a la persistencia de Patrick Berry, responsable de The Alimentaria Hub dentro de Alimentaria 2012, he vuelto este año a Intervin. Me llamó. Le expliqué que mi experiencia, hace dos años, había sido nefasta. Insistió: querían crear contenidos desde las tripas de Alimentaria y querían hacerlo con una selección de blogueros sobre todo gastronómicos y uno, enófilo. Yo. Le dije con claridad que escribiría como siempre, con sinceridad y buenos modos. Pero que contaría las cosas tal y como las veía y sentía. Allá voy.
1. The Alimentaria Hub es una buena idea. Con muy pocos medios, poquísimos, Patrick ha reunido a un grupo influyente (en términos de impactos en la microblogosfera gastronómica, sobre todo: la gente medía tuits allí, más que posts), que ha estado escribiendo en vivo y en directo sobre lo que sucedía en Alimentaria. En mi caso, a cambio de un pase de prensa (consideran este cuaderno como una revista periódica que lee su buen número de gente en todo el mundo), de un lugar físico en el pabellón 7 donde sentarse y redactar y de buenos ratos de charla y de aprendizaje con gente que tiene mucha experiencia en este tipo de comunicación. No es poco. Si Alimentaria quiere que esto crezca, tienen que dar a Patrick los medios necesarios para que, por ejemplo, todos podamos escribir desde cualquier parte de Fira 2. No es de recibo que la única posibilidad de 3G a lo largo de cuatro días en Intervin fueran los lavabos del pabellón 3 que dan al norte. Me da igual que digan que esto es un negocio y que hacen pagar hasta por respirar. Las bodegas, que ya aportan un montón de dinero por el espacio, tienen todo el derecho de rentabilizar también su inversión a través de la información que generen sus productos. Y eso sólo puede suceder si se ponen los medios del 2.0 a disposición de quienes van a informar sobre lo que sucede.
2. El ambiente profesional ha crecido, al tiempo que disminuía el número de bodegas presentes. En consecuencia, la tranquilidad ha sido mayor. No sé si ha habido más o menos afluencia de público en Intervin que hace dos años, pero los borrachos, las extravagancias y las gilipolleces de hace dos años, han brillado por su ausencia. Lo he agradecido especialmente. Y sobre los datos: nadie me ha pasado nada ni de Intervin ni de Alimentaria 2012 para que pueda escribir este post. Estoy casi seguro de que a los periodistas "de verdad", los que cobran de una publicación periódica (mis crónicas deben ser vistas más bien como una impostación o una diletancia), sí se las han pasado. Uno de ellos, y de los buenos, Ramon Francàs, cifra en 40000 los visitantes. 3. Ha existido un Intervin dentro de Alimentaria 2012 y un off Intervin, sobre todo en la ciudad de Barcelona. En algunos casos se ha tratado de contraprogramación pura y dura. No diré que sea ilegal, por supuesto, pero cierto aire de ilegitimidad sí le veo. ¿No estamos buscando todos que los que se ganan la vida con esto hagan su acto de promoción más importante del año? Si Intervin pierde (aunque sólo sea a ratos) 4000 visitantes porque están en otra parte de la ciudad; y pierde, además, este año, el cuarto día por una huelga general, a los expositores que han invertido les han quedado dos días hábiles enteros. Muy poco para tanto esfuerzo. El "off" ha crecido en todas partes, pero sobre todo en aquellas ferias que más se parecen a Intervin: Vinitaly y Vinexpo. En Prowein todo lo importante sucede dentro. Aquí casi ya no. Habrá que preguntarse por qué, ¿no? Y la respuesta tienen que darla desde Fira y desde el valor añadido que los contratantes encuentran en Alimentaria y en Intervin. 4. En este sentido, una de las cosas más positivas que he vivido ha sido el gran esfuerzo que han hecho las pequeñas bodegas por estar presentes. Lo he agradecido mucho: se han agrupado entre ellas, han explotados sus alianzas, han aprovechado las facilidades de los estands institucionales (el del INCAVI, un gran ejemplo, con sus m2 rellenos de pequeñas parcelas). Allí se ha palpado un enorme esfuerzo, que merece ser conocido y reconocido.
5. De las grandes bodegas no puedo decir lo mismo. No pocas de las más importantes de nuestro sector pasan por completo de Intervin. Están en su derecho, por supuesto, pero después que nadie se queje cuando por culpa de varios y distintos factores añadidos, la feria se acabe yendo al garete. Que si me instalo en un hotel frente a la feria, que si sencillamente no voy, que si monto un estand que parece un castillo medieval, que si monto otro con paredes y techos de vidrio (parecen accesibles pero no lo son para todo el mundo), etc. Para las pequeñas bodegas cualquier persona que se para ante sus botellas es una oportunidad. Para las grandes, suele ser un estorbo: si no estás en su agenda de citas y no eres comprador, no eres nadie. Feo, feo. 6. A pesar de todo, ha dominado mucho más el espíritu de las primeras que la fea actitud de las segundas: todos tenemos que ganarnos la vida, pero las formas son también importantes. He anotado un montón de cosas interesantes, de vinos que me han llamado la atención, de cosas que me he prometido beber con la calma necesaria. Algunas las he ido publicando en la etiqueta de #Alimentaria2012  en Twitter. Otros se quedan en mi cabeza y en mi libreta: espumosos en Ibiza; parelladas en la Conca; garnachas en Calatayud y en el Montsant; moscateles en el Penedès; carinyenas en el Priorat y el Montsant; espumosos en Euskadi; garnachas peludas en la Terra Alta; morenillos en monovarietal; tempranillos ecológicos; godellos pizarrosos; sangre de Judas; y mil cosas más. Intervin ha sido, este año, la feria que había que patearse y trabajarse duro, pero los descubrimientos, ahí estaban esperando que la gente diera con ellos. Esa sensación no la tuve, ni de lejos, hace dos años. 7. En este país vitivinícola hay mucha vida, hay esperanza, hay personas que están trabajando bien y duro para potenciar y promocionar sus vinos y por hacer que éstos cumplan con su cometido fundamental: ser los fieles compañeros de un buen plato. Decir esto suena a perogrullo pero tiene mucho que ver con cómo se vinifica y con qué objetivos: ¿estoy trabajando para la guía X o Z o estoy trabajando para el comensal? Cada vez más personas contestan con sus vinos que para los segundos. Además de esto, que no es poco, se detecta con claridad que las zonas más relevantes del país están volviendo a sus orígenes, están reconociendo de nuevo los valores de sus uvas autóctonas y están comprobando que el interés que levantan sus vinos, también, procede de que son, por sus uvas, únicos en el mundo. Hay que hablar de esto, hay que protenciar estas tendencias y hay que hacer que la gente joven entienda que un rasgo más de su cultura, tan importante como puedan ser la literatura, la arquitectura, la pintura o la escultura, es la gastronomía. Y ésta, sin discusión posible, es ni más ni menos que la alianza entre comidas y vinos. A cada tierra lo que le es más propio, a cada plato lo que le acomode más y a cada comensal el anillo que mejor case con su dedo en la tierra donde está. Hablemos más de ello, valoremos y distingamos la calidad allí donde se produzca y hagamos que el consumidor vaya a comprar o al restaurante con más y mejor información.
Apostilla. No tengo la menor idea del volumen de negocio y de oportunidades que Intervin ha generado entre los asistentes. En mis estancias en los lavabos, he oído de no pocas transacciones, pero ése no es un barómetro serio. Me da en la nariz que la cosa no ha ido mal, pero es sólo una intuición. En cualquier caso, ése es el dato fundamental, y no lo tengo:  unos van a conocer, otros a ser conocidos, los terceros a reconocerse. Casi todos, a comprar y vender. Unos pocos, a aprender.
Gracias, Patrick, por convencerme y darme la ocasión de haber pasado unos buenos ratos con tantos vinos interesantes. Hay que intentar convencer ahora a los responsables de Intervin/Alimentaria de que no se duerman y aprendan más y más rápido de lo que han hecho bien y mal. A poco que se descuiden, les pasará un "bólido" por la izquierda, quizás en dirección a Madrid y ni se darán cuenta...
Molt personal de Joan Àngel Lliberia

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