Esta tarde, prospectando la playa de Bañugues en busca de limícolas en paso, mi amigo Lucas me avisaba de la presencia de un grupo de 12 vuelvepiedras Arenaria interpres en las rocas cerca del muelle. Muy probablemente, en mi opinión, se trata de un grupo que ha invernado aquí y que he podido observar de forma esporádica a lo largo de lo que va de año. Entre las aves, que aún conservaban su librea invernal, había una que ya estaba mudando a plumaje nupcial y que contrastaba notablemente con el resto del bando.
Es evidente que no todas las aves se comportan de la misma manera. En nuestras latitudes, por ejemplo, hay especies que abandonan pronto las áreas de invernada, tan pronto como en febrero, y otras que permanecen mucho más tiempo, al menos hasta abril. Este es el caso de estos vuelvepiedras.
Probablemente esta diferencia de comportamiento se relaciona con la latitud de sus áreas de cría. Las aves que se reproducen en zonas templadas tienen que llegar pronto a los territorios de cría, para poder competir por las áreas más favorables. Sin embargo, las que son propias de latitudes más norteñas, cerca del Ártico, deben esperar a que lleguen las condiciones propicias, aún es demasiado pronto y seguramente hace demasiado frío.