Revista Cine

Io sono l’amore, Italia 2009

Publicado el 04 octubre 2010 por Cineinvisible @cineinvisib

Uno de las historias más habituales de la historia del cine, desde su creación hasta hoy, ha sido el tópico y típico adulterio de la señora burguesa con el fornido proletario. Nada más poco original y sobado que la lucha de clases pasada por las sábanas de la pasión.  Y eso es lo que propone Io sono l’amore pero el tema nos da absolutamente igual porque la película es una proeza estilística, narrativa e, incluso, sonora. En resumen, espectacular.

Io sono l’amore, Italia 2009

Desde un inicio cromático en blanco y negro de un Milán sepultado por la nieve, hasta la llegada del color con Antonio, desencadenante de la historia, con la exuberancia del pleno color de San Remo y la explosión de la sensualidad de la protagonista, la película utiliza todos los recursos estilísticos para mostrar la evolución del deseo. Un tratamiento del color que se aplica a cada ciudad de la película: Milán, San Remo y Londres. Subrayado por la frase del catálogo, tras el que se oculta la protagonista en su persecución, que podemos percibir “colore come vita”.   

Io sono l’amore, Italia 2009

Tilda Swinton, protagonista y también productora, sublime y en unos de sus mejores papeles, encarna a Emma, amante esposa, de origen ruso y que desde su boda con un Recchi pierde su nombre de nacimiento y su lengua natal (que de hecho recupera en un momento de crisis con su hijo), encerrada en su jaula de oro descubre la sensualidad, gastronómica y sensual, a través de la cocina de Antonio, un amigo de su hijo, cocinero de talento en un viaje iniciático que va desde el papel dorado de su villa milanesa a la caverna de la escena final.

Io sono l’amore, Italia 2009

Luca Guadagnino, el director de Io sono l’amore, juega con las apariencias y las referencias. Cinematográficas como John Huston por el encuadre del inicio, Hitchcock por las persecuciones, Arnaud Desplechin por el tratamiento del conflicto familiar, Visconti por su concepción musical de la escena o literarias como la decadencia de una gran familia italiana, con un colaboracionista,  inspirada de Los Buddenbroke de Thomas Mann.

Io sono l’amore, Italia 2009

Pippo Delbono, que nos tiene más acostumbrados a sus actuaciones en teatro, interpreta al marido deshonrado, capaz de interpretar una escena glacial en el interior de una iglesia, sin una sóla palabra.

Io sono l’amore, Italia 2009

Y qué música. John Adams, que inserta parte de sus óperas Nixon in China y The death of Klinghoffer, recrea el incremento paulatino de la tensión a la perfección. Y un fragmento de “La mamma morta”, sutil y delicado, que marca el final del papel de madre y el comienzo del amor y la pasión de la protagonista.  


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