Revista Cultura y Ocio

Iraní, de Mehran Tamadon

Publicado el 10 abril 2014 por María Bertoni
Cobertura especial de Espectadores.

Cobertura especial de Espectadores.

A diferencia de su connacional Jafar Panahi, Mehran Tamadon sí rodó un film. De hecho, uno muy interesante sobre los límites de la discusión política, social, religiosa entre compatriotas con ideologías radicalmente antagónicas.

Iraní se titula el registro de la convivencia de días que el realizador radicado en Francia mantuvo en una casa ubicada en las afueras de Teherán con cuatro partidarios de la república islámica que preside Hasán Rouhaní. Sin embargo, esta osada experiencia de laboratorio revela algo más que la realidad de un país en particular: también sugiere que la mentalidad, el discurso y la conducta fundamentalistas distan de ser exclusivos de una única nación o región.

La cámara no hace más que grabar las conversaciones entre el disidente Tamadon y los únicos religiosos que aceptaron la invitación a imaginar un espacio público apto para todos los iraníes, sin importar cuán diferente piensen y sientan. Los cinco compatriotas respetan el pacto tácito de no agresión y realmente intentan escuchar al otro. Por su parte, el realizador parece haber trabajado con total honestidad intelectual: los fragmentos que lo muestran lento de reflejos ante la argumentación de sus interlocutores sugieren que fue mínima la edición del material grabado.

Convencidos de la transparencia y buena fe de Tamadon, los espectadores del 16º BAFICI podemos concentrarnos en los artilugios retóricos que esgrimen el cineasta por un lado y sus invitados por el otro. Al margen de las referencias a temas locales (por ejemplo, la discusión sobre el uso obligatorio del shador en las mujeres), la articulación de los discursos conservador y liberal nos resulta familiar a quienes habitamos este lado del mundo.

Como en escenarios autóctonos, en este documental también llama la atención la facilidad con la que los seres humanos acomodamos los términos “libertad”, “derecho”, “mayoría”, “respeto”, “legalidad” a nuestras convicciones. Desde esta perspectiva, el duelo verbal interesa no tanto porque pueda desembocar en la elaboración de un acuerdo pacificador digno de imitar por parte de toda la comunidad (esto, en el mejor de los casos) sino porque ilustra cuán cierta es la afirmación de que el mejor hablador gana siempre, aún cuando su interlocutor tenga toda la razón.

Iraní, de Mehran Tamadon
Además de original, honesto e inteligente, éste es un largometraje conmovedor. De hecho, conmueve el empeño de Tamadon por entablar un diálogo sincero -y en la medida de lo posible reparador y enriquecedor- con referentes de una república que lo prefiere lejos y callado. También la constatación de que tanto esfuerzo consigue apenas el intercambio de algunas concesiones retóricas que no revierten en lo más mínimo el antagonismo de las partes involucradas.


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