La exposición se centra en el trayecto que hacen los migrantes, en tren, de Arriaga, Chiapas, a Ixtepec, Oaxaca. En paralelo a las fotografías se exhiben textos con las historias de vida de los retratados, abriendo el espacio a la palabra de los protagonistas. Por medio de estos registros es posible acercarse, desde otra temporalidad y otra mirada, a la realidad que viven los migrantes en este fragmento del viaje. Durante este periplo, Isabel Muñoz retrató bebés, niños, parejas que se enamoraron durante un asalto y payasos adolescentes, así como travestis, víctimas de secuestro o violación, entre otros representantes de lo que sucede en la frontera sur de México, “la gran olvidada”, como ella misma la califica.
“Tienes que sentir La Bestia debajo de tus piernas para saber lo que sienten estos migrantes”, dice Isabel Muñoz, una de las fotógrafas contemporáneas más importantes de España y cuya obra se caracteriza por hallar belleza en medio de las realidades más duras. “Las mujeres, antes de iniciar el viaje, el sueño americano, empiezan a tomar la píldora”.
La fotógrafa barcelonesa realizó tres viajes a la frontera sur de México para armar este proyecto personal. Junto al periodista salvadoreño Oscar Martínez, Muñoz subió a La Bestia y vivió en carne propia lo que viven estas personas que no buscan más que un futuro mejor para ellos y para sus familias.
La exposición pretende describir el viaje del migrante desde la perspectiva de la fotógrafa y sus acompañantes. Las relaciones humanas y las historias personales de los retratados conforman un mapa que se traza no solo a partir del tránsito del migrante, sino de los que ahora los observan y que no pertenecen tampoco a este territorio “de paso”.
Para Muñoz y Martínez, parte de lo que pasa con el fenómeno migratorio -como con otras problemáticas tratadas por los medios de comunicación-, es que está descontextualizado, desvinculado a sus causas y es abordado en sí mismo, sin rostros y bajo la premisa de la ilegalidad de la acción de migrar.
Con estas imágenes su intención es contribuir al reconocimiento de los derechos humanos: sociales, laborales y culturales de la población migrante centroamericana en las sociedades de origen y en las de acogida.
